En el principio de todo, antes del comienzo del tiempo, Jesús ya existía como hijo del padre de la creación y vivía junto a el en lo alto de los cielos, aun cuando todo allí era maravilloso, Jesús quiso nacer tomando la forma de una criatura de Dios, nada le faltaba.

La tierra carecía de la felicidad del principio y para devolverlos al camino y recordarles lo olvidado que estaba era necesario que Dios hijo se hiciera hombre y naciera en la tierra, el vino a nosotros y nos enseño como obedecer el mandato de amor de su padre.

Cuando el espíritu santo cubrió con su sombra a María ella estaba sola unida a Dios, en el hermoso silencio de su oración, el padre de todo lo creado quiso pedir su consentimiento, enviando como mensajero suyo al arcángel Gabriel, la virgen, obediente pronunció un si, que hizo llenar de jubilo a los ángeles del cielo.

María sabe que dentro de ella el verbo se ha hecho niño y que aun cuando todavía es invisible para los seres humanos, habita ya entre los que ha venido a sanar.

Desde el primer momento de su vida, estaba llena de gracia y sabiduría aun mayores que la de los ángeles, el sabia lo pasado y el porvenir y sin embargo, quiso que su cuerpo fuera pequeño y débil como el nuestro y sujeto a todas las incomodidades de la infancia para parecerse mas a nosotros y mostrarnos como elevarnos sobre ellas y asemejarnos mas a el.

El niño representa la infancia de nuestra propia naturaleza de Cristo que es eterna, el ser que esta lleno de admiración, felicidad e inocencia, la naturaleza del niño es crecer, explorar el futuro y vivir el día a plenitud e incansablemente.

Pidámosle que limpie nuestros corazones de todo egoísmo y que nos enseñe a perdonar, aunque a veces nos sintamos perdidos en un mundo gris creado por nosotros mismos, debemos aprender a explorar mas la vida, a permitir que nuestras emociones se estimulen de maneras sanas y felices, y a ver el mundo de nuevo a través de los ojos de la inocencia, así pues, volvamos al cristo Morador, al niño que es eterno y habita en nosotros.

El sol del 24 de diciembre se oculta detrás de los tejados de Belén en el que los hombres te niegan hospedajes, pero en todas las colinas donde los pastores viven, brillan hoy mas que nunca las estrellas, algunas horas mas aparecerás tu, verbo eterno entre nosotros.