¿Recuerdas cuando, de niño, tuviste que realizar un proyecto escolar? Todo parecía abrumador hasta que tu padre o tu madre dijeron: "Déjame ayudarte con esto". Escuchó tus ideas y te ayudó a comprar lo que necesitabas. Finalmente llegó el día de montar el proyecto. En lugar de hacer el trabajo por usted, simplemente hicieron sentir su presencia mientras lo hacía, alentándolo con frases como, "¡Esto es maravilloso" y "¡Guau! ¡No puedo esperar a verlo hecho!" Para aumentar la confianza y alentar.

nuestro Padre celestial nos brinda ese aliento del tipo «Eso está muy bien, hijo, sigue adelante». ¡Habla de edificar tu confianza! Cuando te enfrentas a una situación dura y difícil , Él está junto a ti, pronunciando palabras positivas sobre ti, diciéndote que tienes madera para ser lo mejor que puedas llegar a ser. Y, aunque no tomará las riendas —por- que, después de todo, quiere que aprendas de la experiencia—, te aconsejará sobre la marcha.

Lo que nuestras Padre, Madre, Abuelos o personas de confianza, amigos, vecinos hicieron por nosotros al darnos esa confianza y su ayuda al realizar una tareas, Dios lo hace con nosotros todos los días de nuestra vida.Por ello te pregunto: ¿Qué afrontas hoy? ¿Necesitas un ayudador? Dios es el mejor de todos. Solo con saber que está a tu lado tu mente se relajará y hallarás la energía necesaria para las tareas a las que te enfrentas.