Cuando tenga prisa por ir al trabajo, encontrará un gran tráfico. Si se apresura al banco antes de que cierre, espere en la fila. En el consultorio del médico hay que esperar su turno. Esperando, pero al mismo tiempo queriendo una respuesta rápida, creo que este es el dilema al que nos enfrentamos en un mundo tan ocupado como el actual.

Aprender a esperar es sin duda una de las tareas que debemos perfeccionar en estos tiempos, y más cuando nuestra fe en Dios requiere de una paciencia disciplinada para entender que en muchas ocasiones nos encontraremos con que su tiempo no es el que queremos.

Pero, ¿cómo se puede esperar con gozo y paz? Las Escrituras nos exhortan: “Es bueno esperar en silencio la salvación de Jehová”, qué gran verdad. Siempre que realmente esperamos en Él, es porque sabemos que el Señor es el único que puede salvarnos. Esperamos salvarnos de la soledad, la enfermedad, el dolor, la tristeza y el miedo. Esperamos conseguir la victoria y la única forma de conseguirlo es ir de la mano.

De ahí la pregunta: ¿Cómo puedo esperar el tiempo de Dios? Puedes hacerlo y recuerda que las maravillosas bendiciones que recibas como resultado de tu paciencia serán recompensadas, y que ese resultado es parte de la misma historia: el gran plan que Dios ya ha diseñado para ti.