ENEMIGOS DEL HOMBRE// por: @aleidacroquer
ENEMIGOS DEL HOMBRE
“Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8)
El enemigo más peligroso es aquel que logra ocultarse y no nos damos cuenta de su presencia, por lo cual puede actuar libremente sin recibir oposición. Esto es lo que hace Satanás con la humanidad: le convence de que él no existe o de que no es tan malo como los cristianos dicen.
Por otra parte, tenemos otro enemigo: el mundo. El mundo se pinta como algo bueno, disfraza el pecado y nos dice que debemos “adaptarnos”, que debemos ser de “mente abierta” y envuelve a la gente con sus engaños. Y, finalmente, el peor de todos: nuestra carne, es el más engañoso de todos los enemigos, debido a que los otros dos influyen en él y lo hacen más poderoso.
Santiago 1:14-15 nos habla acerca de que caer en pecado tiene un proceso, veamos un ejemplo de esto, donde se ve el trabajo conjunto de los enemigos del ser humano: un hombre casado ve a una mujer hermosa y gusta de ella, la carne le dice que es amor, el mundo le dice “sigue tu corazón” y Satanás le pone la ocasión y genera conflictos en su matrimonio, de modo que el hombre, aunque sabe que está mal traicionar a su esposa, se deja engañar por los bajos deseos de su corazón, cae en adulterio, destruye su matrimonio, y va de mal en peor, engañando y siendo engañado.
Otro ejemplo lo vemos de manera sencilla en algo que se llama “se escapó un tiro”. Yo pagué servicio por casi 2 años, muchas veces me tocó manejar un fusil, y sé que aunque el fusil tenga el cargador puesto es imposible que se escape un tiro por más torpe o inexperto que uno sea. ¿Por qué? Porque para disparar se necesita, puesto el cargador, quitar el seguro, cargar y presionar el gatillo.
Es así con el pecado, tomando el primer ejemplo, el hombre no cae en adulterio sólo porque ve una mujer bonita, sino porque le da cabida en su corazón a pensamientos indebidos, y Satanás que es el príncipe de este mundo mueve todas sus influencias para lograr que este hombre se enfoque sólo en ese deseo, le coloca aprobación de parte de esa mujer y ocasión de hacer lo que “quiere”; sin embargo, hasta el último momento él es quien toma la decisión de hacer lo malo, pero en este punto su voluntad está tan envuelta en ese mal deseo que termina aceptándolo, quizás pensando que es algo inevitable.
Como dice el apóstol Pablo a los Romanos: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro….” (Romanos 7:24-25a.). Y es que sólo a través de Jesucristo el hombre puede obtener dominio de su voluntad, emociones, deseos y de su propio corazón. Claro, el hecho de recibir a Cristo en nuestras vidas no hace la cosa más sencilla, porque ahora hay que luchar contra la corriente en la cual antes se nadaba libremente. Gracias a Dios también por Su Espíritu Santo, el cual produce en nosotros el dominio propio y la templanza necesaria para vencer en toda adversidad.
El Señor nos da una promesa en Su Palabra para esta situación: Romanos 6:14 “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”. Para participar de la gracia de Dios debemos recibir a Jesucristo como Salvador, y para vencer a nuestros enemigos, debemos hacerle Señor nuestro. Si tú no lo has hecho aún, ¿Qué esperas? No te dejes dominar más por esos enemigos que sólo buscan destruirte, mientras que Jesús quiere darte vida y vida en abundancia.