Hoy solo quiero ver al cielo y elevar una oración, por tantas muertes debido a este virus letal, que afecta a este mundo.

Solo Dios nos podrá dar conformidad a nuestros corazones, cuando ni siquiera un abrazo de despedida, y aunque el gobierno ha querido hacer muchos actividades de prevención, es como un ola que quiere ahogarnos.

Hoy mi corazón está triste, pero me aferro a Dios hoy más que nunca, sus decisiones son difíciles pero tienen un propósito.

A todos los que hemos perdido un ser amado por culpa del Covid, cuidemos a nuestra familia, mantengamos las medidas de seguridad e higiene en nuestros hogares.

Dios conoce nuestro corazón y nos acurruca para consolarnos en los momentos más difíciles, gracias por esa mano que hoy nos tiendes y te pido me permitas ver obras muchísimas más milagrosas, dando sanidad a nuestras familias.

Un adiós no es una despedida, es que siempre nos llenamos de fe, esperanza y amor, para continuar en este camino hasta que llegue el día dónde nos encontremos nuevamente.

Hoy en día aún hay personas que dicen que este virus no existe que no es real, otros por haber salidos victoriosos en esta dura batalla, hablan de las duras vivencias en el transcurso de esta enfermedad. Y otros simplemente en silencio se consuelan por ese amor, por ese ser que no volverán a ver, pero que en su corazón siempre lo recordarán.

Solo se, que es sano una despedida así sea en la distancia, porque el amor es latente, el amor no distancia a las personas que se quieren ni siquiera un virus así puede hacerlo. Un grito desgarrador en la distancia ayuda a qué mi alma exprese lo que siente y simplemente llorar, para sacar de entre pecho y espalda ese dolor que es necesario expresarlo, para que la calma llegué a nuestro cuerpo y la paz al corazón.