Glamour, una palabra pronunciada por muchos y que muchas veces no llega a saber quien lo pronuncia, lo que abarca y significa. Hablar de glamour para mi es pensar automáticamente en elegancia y clase. A través de los tiempos han habido muchas mujeres y hombres que son íconos o emblemas de lo que significa tener glamour.

el concepto se aplica a aquellas personas, situaciones u objetos que se destacan por su elegancia, encanto y atractivo y por caso es que generan una enorme fascinación en quienes los aprecian.
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Personajes famosos en muchos ambitos del cine, la televisión, la política, el modelaje, campos en que destacan algunos por su elegancia y manera de conducirse, son reconocidos como glamorosos. Glamour no es solo lo que vistes o te adorne fisicamente, no, glamour es algo más. Para mí, el glamour viene desde adentro, es algo que nace con la persona.

La finura para conducirse, educarse, expresarse, saber comportarse, es básico para decir que alguien tiene glamour. Que con ello vienen también otras condiciones como son el hecho de que la persona quiera lucir bien ante el mundo, eso es complementario, o mejor dicho, depende de ese espíritu glamoroso que la persona lleve por dentro.

Ser glamoroso es derrochar clase, es que todos volteen a verte cuando llegas a un lugar. Es que las personas te vean y mueran de envidia en ocasiones por querer lucir como tú te ves ante el mundo. Sin embargo, sigo insistiendo en que el glamour se lleva por dentro y viene desde adentro del ser humano. No todo aquel que posee dinero o bienes materiales para lucir cosas de lujo, llega a tener glamour, de esas personas tenemos unos cuantos conocidos.

Cuando leí el tema de la semana, vinieron a mi mente muchas imágenes, algunas de ellas relacionadas con la gente de otra época, tiempos en que la educación y el saber conducirse, eran prioridad en las personas. También su vestimenta y sus arreglos.

Mi abuela paterna Carmen Damiana era un ejemplo de glamour y elegancia. Esta señora desde siempre fué glamorosa, la recuerdo con su finisima educación y sus palabras que resaltaban por lo decente y elegante, inclusive para expresarse de las cosas más vulgares. Siempre impecable con sus ropajes finos, su cartera y sus sombreros elegantes en algunas ocasiones, ella si que era un ejemplo del glamour para mi.

Recuerdo que nos corregía en las palabras y en nuestra forma de hablar, era todo un personaje mi viejita Carmen Damiana. Revisé todos mis albúmes de fotografías antigüas para ilustrar esta publicación. Las comparto con ustedes con todo el orgullo y el cariño que me dá el ser una de las primeras nietas de Carmen Damiana.

En esa ocasión, cuando fué a mi graduación en la universidad, pocos meses antes de que le fuese descubierto un cáncer que acabó con su vida. Fué un momento memorable en que ella estaba tan orgullosa de mi, que no pude evitar sentir nostalgia y que asomaran algunas lagrimitas evocando aquellos hermosos momentos.

Ser glamoroso desde el alma, alli está el secreto de ser eterno en los recuerdos de quienes nos rodean.