Un rugir fue emitido por todos los que ocupaba un lugar en las gradas de aquel gran óvalo. El enfrentamiento había comenzado y del mismo deberían salir los campeones. Los que serían acreedores de estar inmortalizados en los libros de historia. Los que serían considerados los nuevos dioses del olimpo de aquellas batallas.

El gladiador se acercó bruscamente a aquel cuerpo en el piso del centro del campo de batalla y con una gran fuerza le propinó una patada. En el suelo, el protagonista silencioso, sintió el violento golpe y por inercia salió disparado rodando por el terreno de combate hasta donde estaba el otro gladiador.

Llegando al destino de aquel golpe recibido, sintió como el segundo gladiador le dio una nueva patada. Este segundo golpe lo llevó a que recorriera un nuevo trayecto. Esta vez su cuerpo no tocaba el suelo. Viajaba por el aire, a una baja altura, directamente hacia un tercer gladiador que se encontraba hacia el fondo del campo.

Con exactitud, el cuerpo del protagonista silencioso, se posó en los pies de aquel participante. Por unos instantes, ese tercer gladiador, se quedó pensante observado toda la extensión del campo de batalla.

Buscaba, de manera instantánea, visualizar a todos los miembros de ambos bandos de competidores que se enfrentaban en aquel importante combate. A los pocos segundos descubrió a uno de sus compañeros, rodó aquel cuerpo lleno de pasto con sus pies, tomó un gran impulso y lo pateó con tal violencia que salió volando, literalmente, por el aire.

El protagonista silencioso se elevó por el aire en dirección al lado contrario del terreno de combate. La patada que recibió fue bastante fuerte al punto que la elevación de aquel cuerpo asombro a todos los asistentes al evento.

El sintió como su cuerpo se deformaba un poco por el golpe recibido. Desde el aire podía ver todo en el campo de batalla, a todos los asistentes, a todos los gladiadores que se enfrentaban.

Como una de las principales reglas de la física, todo lo que sube, tiene que bajar. Comenzó el descenso de aquel cuerpo casi deforme. Ya los objetos y las personas iban tomando un tamaño más real. Descendía a gran velocidad y con bastante fuerza.

Llegó un momento en el descenso que imaginó que ese sería su final. Caía, caía, y seguía cayendo hasta que pudo visualizar que un gladiador se coloca justo en su trayectoria y que lo esperaba para recibirlo.

Aquel receptor presentó su pecho antes quien caía y lo recibió con un ímpetu gigante. Recibió al viajero, al contacto encorvó un poco su cuerpo para disminuir la fuerza del impacto. Volvió a erguirse y dejó que el viajero tocara tierra.

Inmediatamente después el gladiador giró sobre su eje y con una velocidad descomunal dio una fuerte patada al viajero. Un impacto bastante fuerte que hizo gemir de dolor a quien recibía descomunal castigo.

Aquel último impacto logró que el protagonista silencioso tomara una trayectoria en forma de parábola que no pudo ser desviado por los gladiadores enemigos de quien patio.

Se podría decir que el objeto volador se tornó en una especie de meteorito incandescente que no podía ser detenido por nada ni por nadie. Aquel último castigo recibido por el protagonista silencio a todos el óvalo.

Todos veían como la trayectoria que dibujaba en el aire aquel ser se iba relentizando y el silencio creo un vacío que facilitó un atmósfera de suspenso. Las miradas seguían al cuerpo volador.

El recorrido del viajero iba terminando. Había algo de alegría al ver éste a donde sería el final del viaje. Su destino fue aquella malla blanca que lo recibía con amabilidad, con suavidad, con aprecio.

Aquella malla lo abrazó y arropó con todo un cariño muy especial mientras dejaba que se deslizara hasta el suelo a través de ella. Parte del público asistente rompió el silencio que dominaba el óvalo con un grito al unísono.

¡GOOOOOOOOOOOL! Se escuchó en gran parte del estadio. Y una algarabía invadió a esa gran parte del público. Vasos llenos de bebidas recorrieron los aires encima de los asistentes. Serpentinas, acompañaban los objetos voladores. Algunos se abrazaban de alegría. Otros gritaban de la emoción. Un estallido de júbilo que no es comparable con algún otro en el mundo del deporte.

La otra parte del público no lo podía creer. Quedaron petrificados por el gol tan tempranero anotado en aquella final de aquel mundial de futbol. No podían salir del asombro. Algunos lloraban, otros se lamentaban de la mala suerte del equipo a quien le habían anotado.

Grupos de sentimientos que separaban a cada hinchada de los equipos que se enfrentaban.

El anotador de aquel tanto no podría ser otro a quienes muchos catalogaban como el mejor de todos los tiempos. Después del disparo, al ver como el balón entraba en el arco contrario después de batir al portero, corrió hacia el interior de la arquería, tomo el balón y salió corriendo hacia una de la esquina del terreno de futbol.

Acto seguido tomó el balón y lo patio con firmeza hacia donde estaban los seguidores de la selección nacional para la que jugaba. El público estaba extasiado. El momentáneo triunfo de su selección con ese tempranero gol lo llevó al clímax de la alegría.

El esférico viajó hasta el sector intermedio donde estaba parte de la afición de aquel país. El balón fue disputado entre varios seguidores hasta que al final fue tomado por un hombre maduro.

Inmediatamente después, el hombre, le entregó el balón a una niña, de 9 años de edad aproximadamente, quien lo tomó y mostró como uno de los trofeos más preciado de aquella infanta. Las imágenes del nuevo tesoro de la niña se podían ver en todo el estadio por medio de las pantallas gigantes.

Aquel balón de futbol se sentía realizado. Se había convertido en el balón que había entrado en el arco contrario con menos tiempo de juego. Un record que sería recordado. Fue golpeado por el que era considerado el mejor del mundo. Y ahora pasaría a su retiro como tesoro de aquella niña que de seguro lo atesorara por el resto de la vida.

Está claro que el juego continuó. El balón fue reemplazado por otro y la batalla deportiva continúa. ¿Quién ganó la final?... en verdad el balón no le preocupaba eso. Así que no sabría decirles quienes fueron los campeones.