Cuando la ficción se convierte en realidad - o eso parece
Había una tradición sagrada e inquebrantable todos los jueves por la noche: ver una serie en Netflix y pedir comida china. No importaba lo que estuviese pasando en el mundo exterior o en su mundo interior (tormentas, exámenes, trabajo, cortes de luz… -el portátil los jueves siempre estaba cargado en caso de situaciones de emergencia).
Noelia estaba indecisa. Había acabado de ver Russian Doll en menos tiempo del que había calculado y ahora le tocaba ponerse a buscar una serie nueva. No sabía si ver Luke Cage o Bodyguard. Mientras pensaba en qué poner, encendió la tele para ver las noticias. Se fue a la cocina a preparar un tentenpié. Estaba con mucha hambre y no sabía si conseguiría esperar a que llegase la comida china.
Unas tostadas con tomate, mozzarella, aceite de oliva y orégano sonaban bastante bien como preámbulo. En la calma de su casa y en medio de las noticias medio aburridas, el presentador subió el tono de voz y dijo: “tenemos una noticia de última hora. Una peligrosa delincuente se ha escapado de prisión. Intenten no salir de casa y no le abran la puerta a desconocidos.“
Noelia vivía sola. En un edificio, pero sola. Y lo peor de todo era que, con el precio de los alquileres tan altos, se había mudado a un piso que quedaba al lado de la cárcel. "No se preocupe", le habían dicho. "Aquí nunca pasa nada, nunca hemos tenido ningún problema". Claro, pero tenía que llegar ella y ¡bum! Solo llevaba en aquel piso tres meses. Le había costado bastante perder la costumbre de subir las escaleras corriendo cada vez que llegaba a casa. Había tardado semanas en dejar de mirar cada rincón de su casa antes de irse a dormir. ¿Era un poco miedica? Tal vez. Pero como dicen por ahí, mujer precavida vale por dos.
Aún así, nada le impediría cambiar de planes. Fue cuarto por cuarto, asegurándose que las ventanas estuviesen cerradas y las persianas, bajadas. Cerró con pestillo la puerta y se sentó en el sofá preparada para que comenzase la noche de Netflix.
Al final se decidió por Luke Cage. Cuando acabó el primer capítulo, ocurrió el efecto conocido como “uno más“. Poco después de empezar el segundo capítulo, alguien llamó violentamente a la puerta. Noelia se quedó paralizada. Volvieron a llamar otra vez. A Noelia le latía el corazón a mil por hora. Sabía que era la delincuente que se había escapado. Con la suerte que ella tenía no podía ser otra cosa.
"¿Por qué, de todos los vecinos del edificio, me tiene que tocar a mi?", pensó. No sabía lo que hacer. ¿Llamaba a la policía o intentaba hacer que no había nadie en casa? Pero si hacía eso, a lo mejor la delincuente intentaba forzar la puerta. Toc, toc, toc. Parece que no tenía ni la más mínima intención de irse.
La idea de que la prófuga intentase forzar la puerta la asustó aún más. Por impulso, puso música y subió el volumen a tope. Volvieron a llamar a la puerta y escuchó cómo llamaban su nombre. "Seguro que lo miró en el buzón", se dijo a sí misma.
¡Noelia! - se escuchaba desde fuera.
En un acto de valentía, Noelia se decidió a echar un vistazo por la mirilla. Temblorosa, se acercó al círculo de la puerta, mirando hacia el suelo. Cuando sacó el valor para mirar a través del agujero, se quedó de piedra. Lo que antes eran sudores fríos se convirtieron en calores y pensamientos de "¿pero habrá que ser inútil?"
No había una mujer llamando a la puerta, ¡era el repartidor que le venía a entregar la comida china! Abrió rápidamente la puerta con la cara casi del mismo color que la bandera de Japón y se disculpó una y mil veces. "Es que estaba en el baño" - es la excusa que se le ocurrió poner. Pagó por su comida -dejando una generosa propina- y se volvió a disculpar.
Cuando el repartidor se fue, cerró la puerta con pestillo, por si acaso, y continuo viendo Luke Cage.