Confieso que he jugado

in #habbo4 years ago

El reloj ya anunciaba que unos minutos faltaban para el fin de aquella corta pero tácitamente interminable clase. No hay toque de timbre, simplemente una mirada a la doctora para que se detenga y se despida. Cuatro horas quedaban para el certamen, tiempo perfecto para revisar apuntes, repasar la estructura de cada aminoácido, o incluso, para aprender algún tema que se haya quedado en el tintero. Sin embargo, ya estaba completamente preparado con todo, cosa que nunca ocurre. Fue un sacrificio grande, lo reconozco, pero valdría la pena, pues en estas cuatro horas habría tiempo para todo, y ay, qué de todo…

Salgo de la sala junto a mi mejor amiga quien me dice que debe ir a preocuparse de unos asuntos en el centro, y que me alcanzará antes del certamen. La saludo y salgo con mi maletín fuera de la facultad. Cruzo la calle que se humedecía a la vez que caía cada gota de lluvia. Era más que lluvia, un temporal que se avecinaba cada vez más fuerte. A pesar de esto, caminé lento, como si el tiempo sobrara, porque eso sentía yo, que tenía tiempo de sobra, incluso para lo siguiente: Ingresé a la Biblioteca de la Facultad de Naturales, la que me traía amargos recuerdos, para borrarlos con un poco de estudio. Saco del maletín mi vieja funda con mi fiel notebook, lo enciendo, me conecto a la red institucional y abro el explorador de archivos para dirigirme a la carpeta de Libros de Estudio. Tenía ganas de repasar, no sabía qué, pero iba a hacerlo, para matar el tiempo, digo yo. En eso, en carpetas abiertas recientemente me aparece la de Classic Habbo. Era una carpeta como cualquier otra, pero aquella carpeta me llamaba intensamente para que la abriera, para que le diera doble click al .exe que tanta diversión me trajo, y me conectara al mundo de la entretención. Allá no había examen alguno, ni lluvia, ni preocupación, ni cuatro horas para el cansancio mental. Sólo había compañía, buena onda, nostalgia y apuestas. Muchas apuestas.

No lo dudé, me sentí hipnotizado y abrí el Habbo Clásico, como le solía llamar. Había entrado la noche anterior, sólo para recibir los 120 créditos diarios, nada más. Eso habría hecho durante toda la semana anterior, y la anterior a aquella, puesto que para estudiar se había dirigido mi tiempo. Nisiquiera pude ver los rares de esos días. Pero ahora tenía cuatro horas de sobra. Me relajé, aparecí inmediatamente en mi sala, me subo al vip que tengo en altura y directamente abro consola. A pesar de ser día de semana y ya finalizada aquella cuarentena que nos tuvo a todos en el hotel, me sorprendió ver la mitad de mi conso conectada, especialmente muchas caras conocidas. Rybak, lunamoona, Parsnip, mis compatriotas Frvncisco y crxstxxn, a quienes siempre encuentro juntos y cada vez que los visito tienen algo nuevo que contarme. Lo que más me alegró ver: DeathMaster, Lautaro, y mi amigo Eternal, probablemente en un vuelo intercontinental pasando el rato. No lo dudé y lo seguí de inmediato. Estaba dentro de su Centro de Ayuda chileno-hispano-latino-sudaca… que admite a todos por igual. Lo saludo y nos ponemos al día. Me muestra sus nuevos furnis, y naturalmente, me regala algo como siempre que nos vemos, un trofeo, esta vez. Luego leería lo que decía, pero antes le confesaría lo que quería hacer. En esto ya había pasado una hora. Tres horas nada más marcaría el reloj para que llegara mi imparable destino. Poca cuenta me había dado. Le digo:

  • Eternal

  • Dime

  • ¿No recuerdas esa vez que me dijiste que querías apostar alto?

  • Sí…

  • …¿y te decía que no quería apostar alto porque nisiquiera quería apostar?

  • Sí…

Abro la mano y veo tres páginas de lingotes. Tanta agua había pasado bajo el puente que ni idea tengo de cómo los habré multiplicado, probablemente, buenos tradeos y confianza que los usuarios me habrán depositado. Aún así, y a pesar de no saber el tiempo que me quedaba para el fin de mis energías de ese día, sabía que me jugaba algo ese día. Por un momento, los lingotes se volvieron triviales, aunque aún así, tanto tiempo me costó conseguirlos que no era una decisión que iba a tomar así como así, pero bueno, la tomé.

  • Apostemos alto. Vamos a 25gb.

  • ¿Y eso?

  • No tengo nada que perder.

  • ¿Por qué lo dices?

  • Tengo certamen.

  • Ah.

Pasó el tiempo que se medía en burbujas de conversación dentro de la sala, fueron tres o cuatro, hasta que respondió.

  • Vamos. ¿Dónde?

Sólo dos letras se me vinieron a la mente, DM. No lo dudé, le dije:

  • Sígueme.

Abro consola y apreto seguir a DeathMaster. No era tiempo de ROTW, así que sí o sí debía estar en algún casino. Veo la pantalla y dice: Executive Casino cargando. Bien. Fácil de jugar en shockwave. Se logra.

Carga la sala y veo en los 4 vips sentados a DeathMaster, Agent, Punked, Lautaro, Vius. Me sorprendió tambien ver a Pea y a Boti dentro de la sala. Punked estaba con su cámara, tomando unas cuantas fotos para la fansite. No pasé hasta que tomaron la foto, para no interrumpir. Entré, me siguió Eternal.

Saludo a todos, todos me saludan. Eternal lo mismo. No decimos nada. Subimos a nuestros tronos. Ya sabíamos a lo que veníamos, pero aún así, casi alardeando de la hazaña que haríamos, casi al mismo tiempo enviamos el mensaje:

  • vamos al 21, 25gb +s

  • Juguemos 21, 25gb, +s

Probablemente no era la apuesta más alta que hayan visto los usuarios de la sala. Muchos de ellos, conocidos por quedar pelados muchas veces en partidas de 100gb, y también, pelar a otros en partidas de 100gb. 100gb que parecería que fuesen comunitarios dentro del hotel, cada usuario ha tenido su tiempo, su día de suerte. Aún así, varios se sorprendieron y se quedaron a ver cómo iba a irnos en la apuesta, relajados, disfrutando de una partida entre apostadores algo neófitos.

Eternal saca 4. Saqué 6. Voy primero.

Lanzo 3 dados como lo hacen en los videos de YouTube. 6, 3, 4 = 13.

Lanzo otro dado, sale 5. 18 en total. Lanzo el único dado que queda y sale 1. 19. Planto.

  • pl

Eternal lanza todos los dados de inmediato, como desafiándome, sin miedo al riesgo. Casi al mismo tiempo caen los números 5, 5, 3, 4, 2 = 19.

  • rr

  • rr

  • rrrrrrrr - dicen los que llegaron a la sala.

No sabía que 2 horas 30 minutos quedaban para mi desenlace, pero como si lo supiera, voy de nuevo, y hago la misma que Eternal. A pesar de que eran 25gb, quise lucirme. Caen los números:

6, 1, 5, 6, 3 = 21.

  • 21 pl - digo yo, como si no fuese obvio que en 21 se planta.

La gente en la sala siente un poco más la tensión, muchos reaccionan sorprendidos y otros algo emocionados, le tocaba a Eternal. Antes de eso, entra Parsnip a la sala y se sienta, probablemente habrá visto que está casi llena.

Eternal comienza a jugar con aquella técnica que usan los daderos ya más profesionales. Juega a tres dados solamente, y los va cerrando y abriendo. El que no contó bien, se perdió de la jugada. Por la confianza que tengo en Eternal, no hubo inter.

Eternal abre 3 dados. 5, 3, 2. = 10. Cierra el 3, regira y da 1. = 11. Cierra el 1, regira y da 6 = 17. Cierra el 5, regira y da 4 = 21.

  • 21 - escribe Eternal

  • nomedigassssssss - escribo yo. Otro rr me parece imposible, pero naturalmente, en una partida tan alta todo puede pasar.

No quería hacer la misma técnica de Eternal esta vez, así que hago lo del principio. Abro tres dados primero, y luego pruebo suerte con los otros dos: 3, 2, 1. = 6. Números bajos. Abro otro, 4 = 10. Números bajos. Abro otro, 2 = 12. Números bajos. Harto de los números bajos, abro otros dos. 6, 2 = 20. Planto.

  • 20 pl - Esta sí.

Esta sí. En esta se define todo.

Eternal sigue con gusto a hazaña y abre todos los dados de una vez:

6, 5, 3, 6, 4 = 24. Voló.

Más que felicidad y que emoción. Sentía alivio. Alivio de esa tensión de dejar a la suerte, de manera tan deliberada, tu tiempo. Porque eso era. Dejas a la suerte tu tiempo. Ves si lo perdiste, o lo duplicaste. En este caso, lo dupliqué.

Eternal no se hizo problema. 25gb extras a la mano. Nada raro en el tradeo. Sólamente que al finalizar me dijo:

  • Vamos a 50gb.

Entre gente tan distinguida que había en la sala bajarse sería casi un pecado. Ya había visto videos donde bajarse es casi delito, una novatada. Me pasaría. Además, no darle la oportunidad a Eternal de recuperar me parecía, además, errar en lo que significa nuestra amistad. Ví el reloj, 1 hora y 45 minutos para mi fin. Le dije

  • Vamos pues, démosle.

Más tensión se sentía en la sala, y ese alivio que recibí desapareció casi de inmediato al recibir el mensaje de Eternal, pero, ya, fue. Seguimos sin inter, el único intermediario que necesitabamos era la confianza.

Parsnip y Agent admiten que buscaron qué significa “Vamos pues, démosle” en el traductor de Google. Apenas supieron, su emoción aumentó. Partida de 50gb sin ningún aviso. No está mal.

  • +s - escribí.

Eternal saca 2, yo saco 1. Eternal va.

Eternal juega normal. Abre tres dados para luego abrir otros dos y tantear. Saca 6, 1, 3, 5, 5 = 20 y planta.

  • vas - me dijo.

En tanta tensión que provocó el encuentro, ni cuenta me había dado que esa hora y 45 minutos que me quedaban, eran en realidad, 10 minutos, y ahora, 5. Poco sabía yo. Aún así, lanzo los dados, lanzo 4 en vez de tres, me costaba hacer click en Shockwave. Saco 6, 6, 4, 2 = 18. Tengo que lanzar un dado más.

Hago doble click y veo al dadito que me daría victoria o derrota, correr. Tan inocente, como sin saber que ese dadito tenía una responsabilidad. Caía el dado, y yo tan pasmado viendo, derrepente veo una mano humana y la pared del cubículo en el que estaba.

Me sentía desconcertado, no entendía lo que pasaba. ¿Dónde está el dado? ¿Dónde está Eternal? ¿Death? ¿Qué pasó? Pero lo más importante era la pregunta:

  • ¿QUIÉN ME CERRÓ EL COMPUTADOR? - grité, a pesar de que fuese una biblioteca. Tampoco había mucha gente, y los bibliotecarios ya me conocían. No se hicieron tanto problema. ¿Recuerdan que les dije que esa biblioteca me traía malos recuerdos? Pues los malos recuerdos aparecieron, sin que yo los llamara. Era una amiga, bueno, era. Probablemente enfurecida al verme tan concentrado y despreocupado, jugando a un dado virtual. Me mira enojada, como pidiéndome explicaciones con la mirada. Sí, yo la bloqueé, pero ella fue la que dejó de hablarme repentinamente, ella debería ser quien me de explicaciones, no yo. Además, nunca la había visto así de enojada. Se había enojado, sí, pero no a esta altura. Yo, no enojado sino desconcertado, no le digo nada. La miro, y me voy. No podía seguir allí. Veo el teléfono para revisar mi reloj y, no podía creer lo que veía.

5 mensajes nuevos.

No,

10 mensajes nuevos.

No,

25 mensajes nuevos. Todos de mi mejor amiga preguntándome dónde estaba, por qué no llegaba al certamen, qué estaba haciendo, por qué no le respondía, ya iba a comenzar la prueba, estaban dentro de la sala. Sólo faltaba yo, que V I N I E R A.

Fui, casi corriendo, a pesar de la lluvia. Menos mal no me caí. La sala quedaba en subida. Lo único que alcancé a hacer con el teléfono fue abrir WhatsApp para mandarle un audio a DeathMaster:

  • Man, me cerraron el computador, te juro, dificil de explicar, tengo certamen, después te digo, ¿quién ganó?

Antes de entrar al certamen no supe si lo escuchó o no. Llego a la sala y el mundo me preguntaba: “Gato, ¿dónde estabas?”

  • En Habbo Clásico, respondí.

Salgo del certamen, me vienen a buscar, me voy a mi casa y caigo directo en la cama. Dar un certamen de esa envergadura es, naturalmente, agotador para el cerebro. Al día siguiente tenía clases en la mañana. Entro a la sala de cátedra, me siento con mi mejor amiga, quien está casi durmiendo. Abro el computador para tomar apuntes, y vuelvo a ver la carpeta. Entro a ver qué onda. Poco recordaba de lo que había pasado antes del certamen, y durante el certamen. Sólamente recordaba la parte en la que cierta persona me cierra abruptamente el notebook.

Ingreso al hotel, y como es de mañana, la gente que estaba en el casino de Death no se acostumbra a conectar en esas horas. Veo la consola y estaban Pea y maconha conectados.

La clase aún no comenzaba, así que sin saber por qué, entro a mi oficina. Creí ver no más que mi sillón, pero veo 50 cuadros negros apilados. Apenas cargaron me di cuenta que eran lingotes. 50 lingotes. La sala tenía timbre, no había manera de que Eternal entrara. Y ahí recordé. Le di un port hace tiempo a mi oficina, y además, pows. Probablemente ahí logró entrar. No había nada más que me haya dejado.

En eso recordé que me había dado un trofeo antes de comenzar la partida, abro el regalo, lo pongo en sala y decía: “3. Gracias por acompañarme en mis tardes de Classic”.

Era un poco frío el trofeo, aunque lo agradecía, pero me llamaba la atención, ¿por qué le puso 3? ¿Acaso era el tercer trofeo que me daba? ¿O era su tercer trofeo del día? ¿O era el tercer día del mes?

Reviso WhatsApp, muchos chats de anoche, pero entro directamente al de Death, me dijo: “Tranqui, tengo pantallazo, salió 3, ganaste”

Agradecí la vocación de Inter que tenía Death, ya que jugar sin inter fue algo riesgoso, sólo corría nuestra confianza. Espera, ¿saqué 3? Y el trofeo me lo envió Eternal antes de que comenzara la partida.

Comenzó la clase y mi mejor amiga me avisa para que comience a tomar apuntes. Era hora de volver al mundo real. Mundo real, que, sin Classic, sería un poco más amargo. Y desde luego, un poco más aburrido. Sin duda.

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