Robert es un hombre perdido en el laberinto de su mente, producto de la pérdida de toda su familia en un accidente automovilístico donde era él quien conducía el vehículo familiar, hace más de un año, lo conocí en una situación poco peculiar y hasta trágica pero que marco mi vida.

Todo sucedió en una tarde de otoño, mientras entraba con mi vehículo a la ciudad, cuando de repente se atravesó un hombre de aspecto descuidado que vestía un jeans sucio y roto, suéter con capucha y barba. Todo sucedió muy rápido, casi no pude frenar y llegue a darle con mi vehículo. Cuando lo vi caer al pavimento grité muy fuertemente; inmediatamente me baje, encontrándolo en el asfalto casi inconsciente, inmediatamente llame al 911 para que vinieran a auxiliarlo.
Tres horas después, estando en el hospital, el doctor que lo atendió me dio la noticia que Robert, estaba bien, solo fue una lesión muscular fuerte, nunca llegue a darle el golpe directamente con el vehículo el golpe lo recibió cuando cayó al pavimento. La mala noticia fue, que una vez revisado por el psiquiatra del hospital se percataron que sufría de un síndrome de trastorno por stress post-traumático, que particularmente a él lo hace abstraerse de la realidad que sucede a su alrededor, como forma de defensa o de rechazo de aceptar la realidad.

Después del incidente con Robert, espere afuera y sorprendentemente el doctor me dijo que él quería conocerme, lo que me sorprendió mucho. Cuando entre a la habitación, Robert miraba hacia la ventana y cuando el doctor le dijo que estaba ahí, volteó a verme y se puso a llorar; solo decía que porque no lo había matado con el carro para quitarse de una vez y por todas todo ese dolor que sentía; eso me perturbó y me quedé muda; unos segundos después le dije que solo Dios tiene la potestad de quitar o dar vida; el solo asintió con su cabeza.



Al día siguiente, regrese al hospital para llenar unas formulas sobre lo sucedido que me exigían en el hospital; cuando vi a Robert saliendo en silla de ruedas de la habitación con una enfermera, ni siquiera me miró. Luego de completar los formatos, fui a hablar con el psiquiatra y le pregunte como podía ayudar a Robert con su problema, el médico me dijo que tenía que recluirse en un centro especializado para ello pero que Robert no tenía los recursos para cubrir los gastos, ya que a raíz de lo sucedido andaba en situación de calle.


La situación de Robert realmente me tenía preocupada y pase toda la noche pensando cómo ayudarlo, al día siguiente hice unas cuantas llamadas a personas que forman parte de fundaciones de caridad y sorprendentemente al contarles la situación de Robert, conseguí ayuda; ahora el asunto era explicarle a Robert ¿cómo decírselo?