Las cuatro esquinas (continuación... paquete pequeño) Por G. J. Villegas

Su idea era simple, daría vueltas con los ojos cerrados hasta marearse un poco, luego se detendría y apuntaría a una dirección, se quitaría la venda de los ojos y seguiría ese camino. No era la manera más inteligente de elegir, pero para él era una solución.

Después de dar vueltas, se detuvo y apuntó hacia un camino. No era ninguno de los caminos de las Cuatro Esquinas, este lo dirigía haca un sendero de piedras que terminaba en una cabaña.

La curiosidad lo llevó a ver quien vivía allí, y al llegar, un hombre mayor lo recibió con mucha hospitalidad.

Él le contó al hombre su intención de buscar una cualidad en la cual destacar y cómo estaba indeciso sobre cual elegir. El hombre mayor le explicó que realmente no era necesario recorrer ninguno de esos cuatro caminos para adquirir algún don especial, que el secreto de todo estaba a su alcance y que con gusto le indicaría lo que debía hacer.

Se emocionó al escuchar esas palabras. Su idea de dar vueltas no era tan descabellada después de todo.

El hombre mayor entró a la casa y sacó un pequeño paquete, una caja de madera de caoba hermosamente tallada. Le aseguró que dentro de ella estaba todo lo que él necesitaba en su busqueda.