LA DONCELLA ATHENEA

Todos los hombres de la aldea, se sentían atraídos por la belleza de aquella doncella, su sola presencia emanaba un halo mágico. Poseedora de una mirada enigmática; además de bella, era muy inteligente y refinada, lo que causaba la envidia de las mujeres, que solo se dedicaban a atender a sus esposos, hijos y hogar. Esa joven no parecía pertenecer ni a la aldea, ni a su familia, ni a este mundo… En apariencia, provenía de una familia “normal”, su padre trabajaba en las minas, su madre se ocupaba de sus hijos, que se llevaban apenas dos o tres años de diferencia, el mayor un joven fornido y pecoso, que compartía con el resto de los jóvenes y la extraña señorita, que no tenía parecido a ninguno de ellos. Ella salía poco de su hogar, se dedicaba a realizar hermosos tapetes y manteles tejidos y a pintar hermosos cuadros (oficios que había aprendido sola), su madre y hermano vendían sus obras en el mercado y pueblos cercanos. Conversaba de vez en cuando con los niños, que la escuchaban contar historias que no entendían mucho, pero su voz melodiosa los dejaba embelesados; los hombres no le agradaban, esquivaba sus miradas y presencia; mientras que las mujeres jóvenes o mayores la ignoraban, porque su sola presencia las opacaba. Casi nunca se le veía durante el día, era cuando anochecía que a ella le gustaba salir a dar un paseo por los linderos de la aldea; algunas veces la acompañaba su hermano, pero mayormente lo hacia sola; llevando en su hombro un gran búho gris - su extraña mascota -. Mientras hacía su recorrido por el sendero boscoso, en la oscuridad de la noche, se escuchaba el ulular de los moradores de los árboles y sus grandes y brillantes ojos parecían iluminar su paso. Los habitantes de la aldea la veían pasear, causando en ellos diferentes reacciones: algunos malintencionados quisieron seguirla, pero quedaban paralizados, otros sentían miedo y hasta pánico, al escuchar aquel ulular comentaban entre sí: - Es una bruja, de seguro – otros pensaban: - está embrujada o bajo un hechizo -. Sus padres estaban muy conscientes del efecto que la joven causaba en todos, pero ni ellos hablaban del tema, ni nadie nunca se atrevió a preguntarles al respecto. Y es que hasta para ellos era una misterio la procedencia de la joven y quien realmente era: un hombre una noche había tocado la puerta de su casa; asustados, abrieron y el sujeto les suplicó que se quedaran con la niña. Les explicó que le habían encomendado matarla, pero al verla tan bella e indefensa, se había condolido y no lo pudo hacer; dándole algunas monedas, les exigió que se marcharan de ese lugar... Enternecidos y enamorados de la criatura, accedieron a la petición y la tomaron como suya; partieron notando que el bebé les señalaba el camino a seguir y lloraba cuando se desviaban, llevándolos a esta aldea. La niña les habia traido buena suerte, desde que la tenían todo les salía muy bien, y ellos lo agradecían… Pero a medida que crecía notaron que no era una niña común: comenzó a hablar temprano con un lenguaje que les sorprendía, utilizando palabras que ellos desconocían; el color de sus ojos y su mirada cambiaba llegada la noche y durante la luna llena, le agradaba observar por la ventana y se dormía solo cuando el sol ya comenzaba a salir. Para ellos a pesar de lo extraño de todo, era su hija, la querían y no les importaba, en realidad cual era su pasado… La noche que se la entregaron, aquel hombre les hizo una advertencia: - No le cambien el nombre, llámenla siempre por el suyo o les irá realmente mal; al jurarle que así lo harían, le preguntaron: ¿Y cuál es su nombre? El hombre les gritó antes de partir presuroso en su caballo: ¡ATHENEA¡ y susurrando dijo: - la princesa Athenea -. @oscarina