Disfruta La Vida / Profesión Fotógrafo -2-

“Puede ser una gran ocasión, o un momento fugaz del diario vivir; ese sentimiento único de una foto perdurará en el corazón humano” Con esas palabras del tío Adam se consolidó la esperanza de Ananías, de llevar a las personas esos momentos de orgullo, que en las visitas y en salas se repasan una y otra vez. Termina la secundaria- dijo el tío Adam, pero sácale tiempo al estudio de la fotografía-

El padre de Ananías en navidades ha tomado algunas fotos y le han quedado corridas, de 36 sólo atinó 8; las mujeres de la hacienda cayeron en burla del fotógrafo no entrenado, era la primera vez que el hombre tenía contacto con esa máquina. En consenso general de la mamá y las hermanas, asignaron al muchacho la tarea de tomar las fotos familiares, el padre avergonzado, guardó silencio y le entregó la cámara a Ananías.

La oportunidad le llegó como anillo al dedo; el tío Adam le había dicho que a nadar se aprende tirándose al agua, lo mismo ocurre en la fotografía; aprendizaje significativo se consolida con la práctica. Le dijeron en el laboratorio, que el daño de las fotos, fue porque extrajeron mal el carrete, acordaron que la próxima vez que fueran a tomar fotos, llegarán ahí y le enseñaban el proceso, tanto para ajustar el carrete, como para extraerlo.

Trabaron amistad con los dueños del laboratorio de revelado y una vez al mes llegaba el joven, a revelar fotos de cumpleaños, del día de mamá, de papá; y toda fiesta que se presentará. Era costoso el revelado, la mamá del joven le colaboraba con la mitad del pago; pues el padre se desentendió del tema. Pasaron un par de años, mientras asistía a la academia técnica administrativa, que fue lo que pudo estudiar en su pueblo.

El tío Adam le envió con otro familiar una cámara más moderna y digital, en ella podían revisar y borrar fotos de mala calidad. Pues otra tarea de la madre del joven fue promocionarlo con sus familiares y amigas del club, clientas de las cosechas y de la leche de la granja. Hablaba maravillas, de su hijo fotógrafo y empezaron a contratarlo para la toma de fotos de sus eventos familiares y sociales.

Sin embargo, perdían todo el tiempo, pues no sabían cobrar y solo les pagaban las fotos de buena calidad. La amistad con el laboratorio se deterioró, pues no les gusto la competencia que amenazaba este nuevo fotógrafo. El joven viajó a la capital, patrocinado por el centro de estudios, para un intercambio de conocimientos y prácticas. Él aprovechó para ir a laboratorios de revelado, e hizo el gran descubrimiento.

A precios realmente bajísimos le revelaban tanto fotos de carrete, como digitales y con unos primos acordaron colaboración con el recibo y entrega de las fotos y él envió del revelado al pueblo. Una de las amigas de su madre, lo recomendó con los dueños de un colegio de pago y allí fue el gran salto cuántico. Le dijeron: -Si se hace cargo de las fotos y los carnets de todos los grados, le damos el contrato-

Tenía 25 días; con la mamá se tomaron de las manos y aceptaron; suspendió un semestre en la academia. Y viajó a la capital, para asesorarse. Encontró a un coach; Misael un agradable señor de unos 80 años, quién iba a revelar al mismo laboratorio; el joven le pidió ayuda, dijo que le pagaría las horas; -no te cobraré hijo, le dijo el anciano-

Por una semana te dedicaré 2 horas en las tardes, te enseñaré todo lo que sé, llevo 50 años en la profesión. Vamos a mi casa, para que conozcas, luego llegarás sólo-

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