El farol siempre estuvo allí, la calle de mi niñez está pegada a él, su luz triste hacía alegres mis noches de cuentos, de aparecidos y duendes que luego no me dejaban dormir.

Yo nací allí, muy cerca de él, pero vivía con mi hermana, que jugó en serio a ser mi mamá; entonces cuando ella se vestía de blanco y salía a vigilar el sueño de angelitos para que pudieran vivir, yo me quedaba en el mundo del farol.

Ella me decía:

—Mira, yo te veo desde ese farol, si te portas mal, yo lo sabré.

—Del farol a la bodega de Justo Moya, vamos pues, a ver quién llega primero —decían las muchachas.

Y yo corría como el viento y le ganaba a todas, y me rompía las rodillas y sudaba, y era feliz.

En las noches, el farolito alumbraba las horas inventadas para estudiar: Seno y coseno, manos y besos robados, sujeto y predicador, geografía y promesas.

El tiempo que nos desgasta y alivia me alumbra desde el corazón de su recuerdo, y palpito con el guardián que siempre me espera, vigilante cómplice de mi Hada madrina y hermana.

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Esta es mi participación en el concurso organizado por @rahesi. Si desean participar en este. He aquí la información.