Concurso de cuentos #fotocuento - Semana 14: La propiedad.

Desde lo lejos, se veía el grupo de cabañas con techos rojos y negros, con barandas sostenidas con mecatillos enmohecidos y bordeadas por una vegetación espesa. Llegamos al escarpado terreno de los famosos riscos de Couston, poblado donde reside la propiedad de mi abuela Corina D´brintter.

A escasos metros de la entrada nos esperaba Dorotti, la celadora del grupo de casas. Era esbelta con grade ojeras y una nariz que casi ocultaba su rostro.

Mis hijas parecidas a esa familia, son gemelas, nada semejante a su madre y menos a mí, ya que este color de piel se oculta fácilmente con la llegada de la noche mientras que a ellas las obligamos a tomar sol para teñir su piel. Ambas de cabellera larga y ojos azulados, son los primeros rasgos descendientes de Ma’Corina, como la llamaban, tal vez por ello, cedió su propiedad a las niñas antes de fallecer.

Percibí una sonrisa forzosa en Dorotti. – Bienvenidos a Couston – dijo. Con gestos ambiguos y nada sinceros

- aquí tienen, pueden disfrutar su nuevo hogar – sus dedos largos, inundados de intriga entregaban el manojo de llaves.

Los días siguientes fueron de adaptación, sobre todo para las niñas que añoraban su antigua casa, poco a poco se fueron acoplando al lugar.

Una noche, escuchamos un grito, que nos dejó perplejo, corrimos a la habitación de las niñas, de dónde provenía, lo raro es, que todo estaba a oscuras, solo el silencio era acompañando por el zumbido de la brisa entrando por una ventana mal cerrada. Aquel grito comenzó a escucharse noche tras noche, pareciendo que solo mi esposa y yo, lo percibíamos.

Cierta mañana, una de las niñas me comentó que la molestaban cuando dormía, por ello deseaba mudarse, era preocupante aquella revelación.

Decidí entonces, pernotar con ellas, y a eso de las 2 de la madrugada vi una sombra detenerse frente a la ventana que da al risco, mi corazón se escuchaba a metros de distancias, aquel ser rasgaba el vidrio de la ventana de un extremo a otro, de pronto, presencié un choque de sombras dejando la habitación en una oscuridad mayor, un grito caía al vacío, corrí, observé bajo la luz de la luna un cuerpo arrastrado por las olas, era Dorotti.

-papi que fue eso? - pregunto una de las niñas – nada hija, Ma’Corina defendiendo la propiedad.

Susurró la niña al oído – tranquilo papi, fui yo –