La Visita.

Zarpé casi a la 10 de la mañanas. Aquel día el sol atrapaba mis ojos por su resplandor, busque en el horizonte a mis compañeros, no los recuerdos a todos pero sé que Luis y Katty estaban allí en uno de los cuatros veleros que se avisaban en la lejanía. El oleaje pasivo junto a la brisa casi indiferente, evadían mi llegada, el encuentro se alejaba de la hora prevista, no podía hacer nada, la naturaleza en ese momento buscaba impedir conseguir el objetivo. Mi velero era a grosso modo diferente, bueno, más o menos, era muy diferente al resto de las embarcaciones, utilizando colores exagerados, mástil rojo, baluma amarilla y azul con un casco anaranjado degradado en un fino color rojo al llegar al timón, por no mencionar la caña y la botavara que de noche se ven como luciérnagas que a veces logran confundirse con las estrellas, en fin, es el más llamativo de todos. Salimos junto a lo que íbamos. La visita a un puerto recién inaugurado. Era cerca del mediodía cuando hicimos presencia. Nos acomodamos uno a uno en forma paralela en el improvisado embarcadero, ese día repleto de botes de todo los tamaños, fue allí donde nos cruzamos por primera vez después de dos años, me refiero a Katty la novia de mi mejor amigo, su olor no ha cambiado a lo largo del tiempo, siempre la misma, con hoyuelos más profundos que sus ojos junto a los labios, con mirada de gato esquivo, al aproximarnos intuitivamente mi brazo fue en busca de su piel lampiña, sentí vergüenza por el rechazo cuando se apartó bruscamente hasta alcanzar el hombro de su compañero, después de un saludo, caminamos por el puente de palos salpicado por las olas que llegan silenciosamente al chocar con la arena que esculpe la orilla, nos fuimos disipando al llegar al tinglado donde se escucha la música con el gorgoreo de muchas voces y risas a todo volumen. Estaba atenuado en el recuerdo de Katty, perderla destruyo mi vida, pero había ocurrido. Hoy cuando vuelvo a ver esos botes que me esperan para ir a otro puerto, pienso que es mejor buscar otras rutas, logrando apartar de mi memoria aquel accidente donde mi obsesión al trago, en segundos segó la vida de Miguel, del cual salí exculpado, pero no perdonado por su madre Katty.