FOTOCUENTO NAVIDEÑO | Un Cuento de Navidad: Milagro navideño.

Caminaba despacio, las calles con su colorido. Desde el principio le habían llamado la atención los colores fuertes de las fachadas. Y ahora con los decorados navideños se hacían más vivos, más intensos. Hasta un poco mareada se sentía.

Tenía poco tiempo en la pequeña ciudad, recién había llegado en octubre, ya el tiempo era fresco, pero al menos no llegaba a los bajo cero que le habían reportado sus compañeros en otras partes del mundo. Se dejó caer en una silla  de las que acompañaban las mesitas en el pequeño café. Allí, no atosigaban para que hubiese consumo y quedaba cerca de la habitación donde se quedaba.

Una lágrima le rodó por la mejilla. Su compañera de cuarto se había mudado por la mañana. Sin previo aviso. Se había cansado de pasar tanto trabajo. le dijo,  y se iba a vivir con un chico que había conocido unas noches atrás en el café donde ahora estaba sentada. No sabía nada de él. Ni siquiera el idioma, pero tenía dinero, aparentemente. La acompañó a buscar sus cosas temprano, en la mañana.

 

Imagen tomada de la Convocatoria al Concurso.

Otra lágrima resbaló. El chico que atendía las mesas. También como ella, haciendo lo que podía para sobrevivir, dentro del marco de la decencia y la ley, le dejó un café y le hizo una seña con la mano para que no se preocupara, al ver su gesto de protesta. Ella le sonrió. Tampoco conocía su idioma, pero era amable y habían logrado comunicarse. Tenía pareja y un bebé, debía trabajar duro para sobrevivir. No era venezolano, ni siquiera latino. Es que las necesidades se reparten en todo el mundo- pensó.- Si estuviese solo, lo invitaría a compartir el apartamento y el día de Navidad. Muchas parejas, sin serlo comparten vivienda y gastos.

Se quedó allí, quieta, saboreando el café. Único alimento que había probado desde la mañana. La partida de Chrystel, le había quitado el apetito. Y debía guardar todo lo que tenía para afrontar el gasto de la renta. Ella sola no podría continuar en la pieza. 

No se percató de la oscuridad debilitada por la iluminación del café y las luces navideñas. Pareció regresar a la realidad, cuando Mark dijo algo, rodó una silla y se sentó a su lado. En su mal español. Era de la misma lengua que Chrystel, la invitó a pasar la Navidad en su casa. Su pareja era latina.

Así, al día siguiente, Mónica fue a la casa de  Mark, y ¡sorpresa!, Glenda, su pareja era ¡maracucha! ¡Casi no podía creerlo! Hablaron hasta por los codos, mientras Mark hacía muchas señas.

 Los milagros existen, especialmente en Navidad. En Nochebuena, Mónica encontró amigos, vivienda y trabajo, cuidando al chiquitín, pues Glenda tenía que asistir a su empleo.

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Gracias @rahesi por traer nuevamente el Fotocuento.

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GRACIAS POR LEER

CREAN EN LOS MILAGROS, EXISTEN