Concurso de cuentos #fotocuento: El Manuscrito.

Mi abuela paterna, Anaid, nació en un Remolcador en el año 1920. Murió 61 años después en la misma embarcación. Nunca pisó tierra firme, nunca se bajó del barco. Allí nació, heredó el cargo de cocinera, y aprendió a leer y a escribir con la tutoría esporádica de uno de los Prácticos del Puerto de Las Palmas.

A los 16 años tuvo relaciones sexuales con un hombre que, por extrañas circunstancias, tuvo que ser transportado clandestinamente al aeropuerto de Gando. Sin establecer apegos de ningún tipo Anaid se despidió de él para siempre al día siguiente. Después de 9 meses nació mi padre, que con el tiempo se convirtió en el precoz ayudante del jefe de máquinas de la embarcación.

El día en que mi padre cumplió 14 años, mi abuela lo obligó a bajar del barco y a buscar otra vida en la tierra de Gran Canaria. Entonces mi padre se fue desolado, siguió creciendo como pudo, se casó y se olvidó de mi abuela hasta que, después de muerta, alguien le hizo llegar un documento de 118 páginas que ella había escrito durante los últimos años de su vida. Yo conservo ese manuscrito bajo llave, como uno de mis mayores tesoros.

Solo leyendo cada página del testimonio de mi abuela se puede llegar a entender que alguien pueda permanecer toda su existencia en un navío de 25,5 metros de eslora. Solo leyendo el manuscrito se puede comprender que no haya cuidado mejor a su hijo y, sobre todo, se entiende que la muerte de mi abuela haya sido tan singular.

Anaid poseía, desde muy pequeña, una férrea independencia y un carácter poco afectuoso. A los 5 años escuchó por primera vez una voz en su cabeza y después de muchas confusiones, a los 13 años, comprendió que la voz provenía propiamente del remolcador. Fue creciendo entonces una intensa relación entre Anaid y el artefacto flotante en el que ella vivía. La relación era tan íntima que Anaid pareció adquirir poderes sobrenaturales: podía predecir el ritmo de trabajo que tendrían durante cada mes; podía describir el fondo del mar y el comportamiento de algunas especies submarinas; podía determinar con antelación cuando sería un día lluvioso o cuándo tendrían que desafiar una horrible tempestad. Todo eso se lo decía, secretamente, la embarcación.

Antes de que ocurriera el suceso que dio origen al encuentro sexual con “mi abuelo”, ya Anaid sabía que ocurriría. La embarcación le había dicho (textualmente señalado en el manuscrito) “Hoy habrá una emergencia me usarán para algo diferente el General Franco ha de ser el padre de nuestro hijo”.

El remolcador también predijo el día en que mi abuela habría de morir. “Te quedarás dormida sin dolor yo también moriré”. El 16 de febrero de 1981 murió mi abuela mientras dormía en su camarote. Ese mismo día el barco se hundió debido a un temporal, en las inmediaciones de lo que hoy es el Astillero Repnaval.

FIN

Foto de: http://apuntesjdrz.blogspot.com/2016/06/la-construccion-naval-en-metal-en-el.html (Ver Historia del Remolcador “España II”)