Voy a contarles una historia de hermandad que sucedió en una navidad pasada. Mi nombre es Haniel y mi hermano se llama Ariel. Ambos somos dos angelitos cuya función es adornar el árbol de navidad del hogar donde vivimos. La noche del 22 de diciembre de ese año del cual no quiero acordarme, la señora de la casa sacó las cajas donde guarda todos los adornos decembrinos y se aprestó a decorar el arbolito. Lo armó y colocó en el lugar de siempre y fue ubicando uno a uno los lindos objetos en cada ramita.

Todos estábamos dormidos pues es larga la hibernación obligada a la que nos somete la temporada, para salir de nuevo de las envolturas que nos dan cobijo todo el año. Ariel estaba muy pero que muy adormilado y le di un codazo para que espantara la modorra y se despertara, pues era nuestro turno de ser colocados en la rama seleccionada para este diciembre.

El lugar me dio vértigo pero me mantuve con garbo en mi sitio aunque no puedo decir lo mismo de Ariel que se balanceaba peligrosamente y trataba de aquietar su vaivén para lograr el equilibrio y no caerse hacia el vacío. Los ositos y san nicolasitos trataron de ayudarlo; las figuritas de madera también hicieron lo suyo. Los muñequitos patas largas se estiraron para calmar el bailoteo pero no pudieron evitar la tragedia. Y ¡Paf! Ariel fue a caer de bruces al duro suelo.

La señora lo tomó con cautela y lo levantó muy contrariada porque éramos su único par de angelitos. Ariel, en la caída perdió una manita, su naricita, el asidero por donde se introducía el hilo dorado para colgarlo del arbolito y las puntas de sus alitas. Yo estaba que me moría y ahora ¿Qué pasaría con nosotros? Él es mi gemelo no veo como mi vida podría continuar separado de mi hermanito. La tristeza, el miedo y el dolor me invadieron. Y no pude hacer otra cosa que llorar en silencio.

Pero de repente me vi tomado de la rama y colocado sobre una tabla de madera. La señora me sacó el hilo dorado y me acercó a mi hermano maltrecho que se lamentaba de sus heridas; pero nosotros estamos hechos de un material muy bueno y a pesar del destrozo, él estaba vivo y todavía sonreía de la aventura que había experimentado. La caída desventurada del árbol de navidad.

Mi hermanito es un ser maravilloso y ama la navidad. Tal vez por eso la señora de la casa pensó con amabilidad, que en vez de desecharlo en la basura, seriamos felices juntos sobre un adorno hecho para la mesa del comedor. Ariel está contento y yo mucho más. Desde el sitio donde nos encontramos vemos pasar las navidades y fiestas decembrinas con paz y tranquilidad. La gente de la casa nos quiere y nosotros seremos, mientras ellos lo deseen, sus angelitos protectores.

A todos ustedes ¡Feliz Navidad y un próspero año nuevo 2019!

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@javert68justice