Concurso de cuentos #fotocuento: "Un paseo en el Atlantis"
El cielo estaba despejado y la mañana brillaba bajo la intensidad de un sol arropado por un amplio e inmenso horizonte que se perdía en la infinidad de su encuentro con el mar.
Ese día el puerto se encontraba abarrotado, rebosante de vida con sus pasajeros, risas, niños juguetones y coros de voces por doquier. Todo esto discurría alrededor de pequeños locales que ofrecían los suvenires de última hora que los distraídos viajeros compraban en esos corre corre antes de subir al barco, con maletas hasta las orejas y tickets en mano.
La euforia por el viaje en barco es como el recuerdo del primer amor, siempre presente, añorado, lleno de esa profunda necesidad de libertad que solo el mar en su inmensidad nos puede dar. Eso es algo que Pablo sabía, un asiduo viajero que a sus 17 años ya le había dado la vuelta al mundo en barco por lo menos una vez. Malabarista de profesión, soñador por convicción, su hogar era el Atlantis, el barco viajero, como le decía él, y no es para menos, en lo que Pablo se subía a sus hombros, le permitía hacer viajar a sus espectadores hasta las profundidades del atardecer, aquel donde solo navegan los que conversan con las estrellas.
Cada tarde el Atlantis se llenaba de vida y esplendor. Damas bellamente vestidas conversaban junto a sus parejas en sus paseos por la cubierta, los niños corrían y reían ante sus ocurrencias, mientras los jóvenes vivían bajo las fantasías del primer fugaz amor.
Con la suave brisa de la tarde aparecía Pablo surcando los cielos del mar con sus juguetes, en una mágica combinación aleatoria de bolas, aros, bastones y un eventual sombrero de copa, que permitía jugar con la imaginación del espectador en sorpresivos y fugaces actos de magia. Un juego de percepción que conversaba con la luz del atardecer.
Cuando Pablo aparecía el Atlantis se detenía, los pasajeros caían en ese estado de alegre hipnosis en los que se perdía la percepción entre la realidad y la fantasía, la percepción de que un nuevo viaje había comenzado, uno lleno de la alegría por la vida, de esa imaginación inquieta que nos conecta con la inocencia de ese ser perdido en algún lugar de nuestra frágil existencia.
Este era el momento en el que Pablo el soñador hacia atracar el tiempo en medio del mar, jugaba con las estrellas y conversaba con las esferas más allá de los límites de la percepción. Era el momento en el que Pablo nacía de nuevo cada noche acompañado por la brisa del mar y el arrullo de la luna, todos ellos seguidos por la sinfonía de las olas.
A lo lejos Pablo escuchó una voz conocida:
Pablo, hijo, es hora de regresar a casa. ¡Vámonos!
Era el instante en el que se despertaba de su dulce ensoñación, para despedirse del barco que se había dormido en el puerto de Fenicia en una vieja tarde de invierno.
Este cuento fue escrito por mí para participar en el concurso fotográfico literario llamado #fotocuento, patrocinado y organizado por @rahesi. Los detalles de este fantástico y creativo reto los puedes conocer aquí.
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Agradecemos tu participación en #fotocuento y te deseamos mucho éxito en el concurso. Te animamos a seguir creando excelentes historias en Steemit.
Equipo #fotocuento
¡Hola, @rahesi! Gracias a ti y tu equipo por la iniciativa y apoyo. Encantado de participar. Lo disfruté. Un abrazo y todo lo bueno.
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Una excelente vuelta del relato; inesperado final pero muy bueno. Los sueños nos acerca, de alguna manera, a ese mundo de fantasía que sugestivamente deseamos vivir; o que simplemente es capaz de mostrarnos algo que aún no se ha vivido. Pero así es nuestro cerebro: un cúmulo de fragmentos de nuestra vida fantástica. Un abrazo, mi amigo @dimitarcv.
¡Hola, @barestabares! Justo vengo de leer tu cuento para el concurso y te dejerte un comentario. Te comento que Pablo el soñador forma parte de un proyecto literario que estoy escribiendo, en principio para concursos, pero que espero materializar en los próximos años en un buen grupo de cuentos que giren alrededor de este personaje y su particular forma de ver y vivir el mundo. ¡Gracias por leer el cuento y tus palabras! Las aprecio. Otro abrazo de vuelta y todo lo bueno.