El niño sin nacer

Luisa y Felipe llegaron al consultorio de obstetricia, en pocos días sería el alumbramiento de su primer hijo, la ecografía les decía que sería un varoncito, en recepción les dijeron que esperarán algunos minutos para ser atendidos. Luisa ojeo una revista donde decía que cada 25 de marzo se celebra el día del niño por nacer; de inmediato se fijó en la cita bíblica del profeta Isaías 9:6 y Mateo 1:23 donde dice: “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros”

Comentó con su esposo que antes no había prestado atención, ante el nacimiento de un ser humano que sería comisionado para una gran misión y trascendencia. Sí, le dijo Felipe, todo niño al nacer trae la esperanza de ayudar a la humanidad con su aporte, como si su obra a desarrollar fuera una pieza de un gran rompecabezas. Para nosotros por ejemplo, ha sido de unión y responsabilidad, una vez que quedamos embarazados, nuestras vidas dieron un rumbo de 180 grados, que a la vez nos permitió iniciar a andar juntos en una sola dirección.

Nuestro hogar y corazones están preparados para su llegada, él será nuestro complemento, nuestro nuevo amor, tenemos que aprender a ser amigos y buenos compañeros; ¡oh, que tarea nos espera! El relato de la revista termina diciendo que la fiesta del niño por nacer es celebrada en memoria de la anunciación del mesías por nacer, por allí en un pueblo llamado Belén, en la antigua región Hebrea.