Between technophiles and technophobes.

in #faculty10 days ago

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ENGLISH:

Between technophiles and technophobes.

I am a natural lover of mathematics and the entire scientific field, which is why studying science and developing technologies have always been part of my DNA in a very natural sense, even before my formal schooling. However, thanks to the vision of my parents, who are natural educators, and my family, who are almost entirely educators as well, I was instilled with the greatest treasure alongside my faith: the love and habit of reading. This was supported by my parents, my father being a literature teacher and lawyer. Likewise, my education and training began in my mother's home, as she was a teacher and advisor of historical and social sciences, philosophy, and religion. This was complemented by the living example and support of my godmother and aunt: a university professor at both the undergraduate and postgraduate levels in medicine, at what would later become my alma mater.

This is why both areas of technologization represent a form of constant acceleration, a ferocious vortex where everything we desire is already eroded by time, which relentlessly dehumanizes us. Without deep and serious reflection, we live in a daze, striving to show more than what social media imposes as the only model to follow, without truly processing what is happening. It is becoming a habit to live for everyone else, rather than for ourselves, much less for our closest neighbors—those who are real and physically close to us. We feed the ego to megalomaniacal levels, demanding inhuman perfection from those who demand it when we are, in reality, human beings.

We must overcome these declines in true humanity and its promotion. However, in the face of these manifestations, it is necessary to take control of the situation, to stop and think and reflect, even if it is dangerous for others, but not for those of us who are convinced that reflection is a way of rethinking our daily lives.

We make mistakes and get up many times every day, for that restart that makes small struggles and sincere battles iconic, not to avoid falling, but to not stay in it. But this demand often clouds our judgment towards ourselves and evidently towards others. Hence, it is important to stop and think about our human fragility, from our instantaneous and fleeting dimension, but also about our conditions to cope with this merciless bombardment of fierce and terrible immediacy, which is not only entrenched in the lower spheres of the everyday and of the self, but involves countries and has even invaded education at all levels.

To put it simply, we are living in an era where human reason, in its plurality and with its own rhythms, is being displaced by AI. AI, as a product and instrumentalization of rationality, operates not only as something artificial, but also as a practice completely detached from humanism and culture.

Hence, the importance of reflection in all areas of daily life has been eliminated and is being threatened. This applies not only to those who study or work in philosophy, but to all agents involved in these endeavors and tasks. However, thinking about the age of AI is revolutionary, not in its most positive and complacent sense, because you're swimming against the current, like a salmon swimming its whole life towards a single goal: to reach the production of its achievements in life. That's why you seem to ignore the emotional insinuations of social media, not paying them due attention so as not to fall into the emotional blackmail that prevails in our society today, where long-term commitment is increasingly seen as a fatality.

These same trained models of artificial language intensify as we leave a virtual footprint on the networks, footprints that can hardly be erased from the servers since they are trained to capture our data and use it as they see fit, even against us, often displaying our preferences as if we had no other option but to choose what is presented to us in the large virtual window, where we are displayed as objects for sale before an audience that feeds only on its diminished and savage ego; because it has abandoned itself to the most promoted and normalized thoughtless and visceral acts; and therefore we are just guinea pigs that serve their purpose, which is nothing other than the systematic theft of our freedom.

From the faculty that, for centuries of human history, channeled the deepest impulse to seek and improve political, social, economic, and religious systems. But which, paradoxically, in the information age, we have now succumbed to almost gratuitously and without any apparent struggle.

Julian D. Maguiña C.

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ESPANISH:

Entre tecnófilos y tecnófobos.

Uno es amante natural de las matemáticas y todo el ámbito científico, por ello es por lo que estudiar la ciencia y desarrollar las tecnologías siempre han sido parte de mi ADN en un sentido más natural y desde mis años previos a la misma etapa escolar, sin embargo, gracias a las visiones de mis padres que son educadores natos y la familia que también lo es casi en su totalidad. Se me inculcó el mayor de los tesoros juntos a mi fe, que fue el de al amor y el hábito de la lectura, siendo apoyados por mis padres, siendo que mi padre era docente de literatura y abogado. Así como el desarrollo de la educación y formación desde la cuna de nuestra madre como profesora y asesora de ciencias históricos sociales, filosofía y religión. Completada por la viva imagen y apoyo de mi madrina y tía: catedrática universitaria de pre y posgrado en medicina de la que sería el alma Mater posterior.
Es por ello por lo que ambos ámbitos de la tecnologización es una forma de la que vivimos en una constante aceleración como una feroz vorágine, en donde todo lo que queremos ya está deteriorado por el tiempo que no perdona su praxis deshumanizante y sin espacios profundos y serios, vivimos con todo atolondrados por mostrar más allá de lo que las redes sociales nos imponen como único modelo a seguir, sin digerir nada de lo que acaece realmente. Se está convirtiendo en un hábito el hecho de vivir para todos los otros y no de vivir para nosotros mismos, ni menos para los prójimos cercanos, o sea el próximo real y físico, donde alimentamos el ego a niveles de megalomanía de quienes nos exigen perfección inhumana cuando realmente somos seres humanos, que nos equivocamos y todos los días nos levantarnos muchas veces, para ese recomenzar que hace icónicas las pequeñas luchas y batallas sinceras, de cara a no el evitar la caída, sino el no quedarse en ella, pero esa exigencia muchas veces nubla nuestro juicio hacia nosotros mismos y evidentemente hacia los demás, de ahí que es importante detenernos a pensar sobre nuestra fragilidad humana, desde nuestra dimensión instantánea y fugaz, pero a la vez de nuestras condiciones para sobrellevar este bombardeo despiadado de la inmediatez feroz y terrible, que no solo está enquistado en las bajas esferas de lo cotidiano y de la mismidad, sino que involucra países en incluso ha invadido a la educación a todo nivel.

Para aplicarlo en pocas palabras, estamos viviendo en una época donde la razón humana en su pluralidad y con sus tiempos está siendo desplazada por la IA. Como producto e instrumentalización de la racionalidad, desde un estatus ya no solo de artificialidad, sino de praxis totalmente desnaturalizada de humanismos y cultura propias.
De ahí, la importancia de la reflexión en todos los ámbitos de la vida común haya sido eliminada y esté siendo amenazada. Por lo que no solo de quienes estudian o ejercen dentro de la filosofía, sino en todos los agentes que están de alguna manera involucrados en esos menesteres y labores. No obstante, pensar en tiempos de la IA resulta revolucionario no en su sentido más positivo y complaciente, porque caminas contra la corriente, cual salmón que cruza toda su vida en un solo fin, llegar a la producción de sus logros en la vida: por eso parece que haces caso omiso a las insinuaciones emocionales de las redes, no le prestas la debida atención para no caer en el chantajismo emocional que hoy impera en nuestra sociedad, donde cada vez el compromiso a largo plazo se ve como una fatalidad.

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Hay que superar esos ocasos de la real humanidad y de sus fomentos. Ahora bien, frente a esas manifestaciones es necesario tener el control de la situación, detenernos a pensar y reflexionar, aunque resulte peligroso, para los demás, pero no para quienes estamos convencidos de que la reflexión es una forma de repensar nuestra cotidianeidad.

Por lo que el pensar con la debida reflexión implica un acto de valentía, de decirle al sistema que no queremos que nos manipulen con sus mensajes subliminales, que lo único que hacen es generar adicción a las pantallas huecas y entorpecedores. Los actores educativos están llamados a contrarrestar este efecto en los niños y jóvenes quienes día a día están sometidos irremediablemente a este tipo de sistema de manipulación subliminal, que acorta la posibilidad de pensar con criterios claros, en otras palabras, no despierta el pensamiento crítico, porque pensar de esa manera iría en contra de lo que el sistema imperante predica, donde las personas tengan una obediencia ciega, irrestricta, sin crítica alguna ni mucho menos sin conciencia reflexiva alguna. Cabe resaltar que, al estar constantemente bombardeados por la IA en todos sus elementos que la conforman, cada vez aparecemos más desarmados y manipulados por quienes están detrás de la construcción de esos elementos del lenguaje.

Precisamente esos mismos modelos entrenados del lenguaje artificial se intensifica a medida que vamos dejando huella virtual en las redes, huellas que difícilmente se podrían borrar de los servidores dado que están entrenados para captar nuestros datos y usarlos a conveniencia inclusive en contra nuestra, mostrando muchas veces nuestras preferencias como si no tuviéramos más salida que escoger lo que se nos presenta en la gran ventana virtual, donde somos mostrados como objetos de venta ante un público que únicamente se alimenta de su ego mermado y salvaje; porque se ha abandonado a los actos irreflexivos y viscerales más fomentados y normalizados que nunca; y por ende nosotros solo somos conejillos de indias que sirven a su propósito que no es otra cosa que el robo sistemático de nuestra libertad.

De la facultad que encauzó por siglos de historia de la humanidad el hálito más profundo de búsqueda y mejora de sistemas políticos, sociales, económicos y religiosos. Pero que paradójicamente actualmente en la época de la información, hemos sucumbido casi gratuitamente y sin lucha manifiesta alguna.
Julián D. Maguiña Concha.

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