Congelamiento (personajes) Por G. J. Villegas

Picoteaba sobre el permafrost intentando liberar unos brotes congelados para la cena. En aquel ambiente estéril, conseguir comida era muy difícil, sin embargo no era una prioridad.

Protegerse del frio extremo era lo más importante. Nadie sobrevivía sin la adecuada indumentaria, sin un refugio apropiado. Desde que la Tierra se congeló, toda la vida y las costumbres cambiaron drásticamente. Fue ese cambio, sin embargo, lo que hizo que aquellos extraños brotes de pasto surgieran en el suelo congelado. Nadie podía imaginar que solo un puñados de ellos fuera suficiente para sustentar a alguien una semana.

Era hora de adaptarse a esa nueva era. Pensaba en sus anteriores amigos mientras picoteaba el suelo. Tuvo que abandonar su grupo, ellos deseaban encontrar “Tierra del Fuego”, un lugar donde supuestamente no había llegado el gran congelamiento. Historias de niños, fantasías para tontos según él.

Debía apresurarse, las horas fuera del refugio solían ser mortales. La exposición al aire frio y enrarecido del exterior causaba alucinaciones. Algunos se habían perdido por esa causa.

Ya casi terminaba de recolectar brotes cuando levantó la mirada y, a la distancia, contempló la silueta de un vehículo. Parecía ser un camión de carga pero más pequeño.

¿Cómo era posible? Habían pasado años desde la última vez que supo de algún vehículo recorriendo la superficie.

El ruido del motor era inconfundible, a medida que se acercaba podía distinguir más detalles de aquella figura. Pronto una corneta comenzó a sonar, a llamarlo. Alguien desde el interior de la cabina le hacía señas con los brazos. No daba crédito a lo que veía.