¡Aquí no se ríe nadie! Periplos, Revista de Arte y Literatura. N° 4

in #equipocardumen6 years ago (edited)


¡Aquí no se ríe nadie! / @salvao*


 

¡Aquí no se ríe nadie!


Algo estaba pasando en el pueblo de Zacarías. Era un día gris, como tantos otros. De hecho, últimamente todos los días eran así; y ni digamos las noches. Si los días eran grises, las noches eran oscuras. Y vosotros diréis… «Claro, genio. Las noches son normalmente oscuras, así son las noches». Pero en el pueblo de Zacarías lo eran aún más. Imaginaos una noche muy, muy oscura; noche cerrada no, cerradísima, y en una cavernosa gruta repleta de silencios tibios y localizada en Alaska, sí, por lo menos en Alaska.

En Marinadas, el pueblo de Zacarías, la gente solía ser muy dicharachera. Todos eran muy alegres y simpáticos; y las fiestas locales eran conocidas en toda la región. Cada siete de agosto el pueblo se iluminaba con luces multicolores que anunciaban el comienzo de dichas fiestas. Atracciones, casetas de juego, música y hasta un grandioso circo. Año tras año hacían las delicias de habitantes y visitantes, de niños, niñas y adultos. Pero aquel año, el verano del 91 estaba siendo diferente. Hacía semanas que, poco a poco, los habitantes de Marinadas comenzaron a lucir como los días, grises. El jolgorio y la amabilidad estaban siendo sustituidos, desaparecían. Uno tras otro, familia tras familia, barrio tras barrio… fueron todos perdiendo esa alegría. La risa estaba desapareciendo y, lo peor de todo, a nadie parecía importarle. Y Zacarías parecía ser el único que se estaba dando cuenta.


Pixabay

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Aunque era muy pequeño, Zacarías era más inteligente de lo normal para su edad. En la noche de la inauguración de las fiestas, las calles estaban vacías y a nadie parecía importarle. Todos estaban en casa y no había ni rastro de la habitual algarabía que acompañaba cada vez a esta señalada ocasión. Fue muy fácil para él escapar a hurtadillas de casa, nadie prestaba atención; y por fin se encontraba en los alrededores de la vieja mansión de la colina. Había estado investigando. Todo lo que tenía que hacer era entrar ahí y recuperar la risa y la alegría robadas… Casi nada.

Sí, habéis leído bien, robadas. Alguien estaba robando la dicha de aquel pueblito. Zacarías lo descubrió, intentó pedir ayuda a sus padres, a sus primos, amigos. Y nada. Pues nadie le hacía caso alguno.

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Boludus, un siniestro transeúnte de nariz aguileña se había mudado aquel año a la mansión de la colina de Marinadas. Nadie había reparado en él, como siempre pasaba. Odiaba la risa, siempre la había odiado. Cuando era pequeño todos se reían de él. En el colegio, en la piscina, en el campo de juegos... Siempre había recibido la risa como algo odioso, pues los demás siempre la usaron de manera cruel. A nadie le gusta que se rían de él. Algo en principio tan positivo, mal usado, podía ser sin duda una peligrosa herramienta para el desplazamiento y la marginación.

Toda una infancia de burlas y bromas pesadas habían convertido a Boludus en un ser lleno de resentimiento. Cuando creció y se fue a estudiar artes mágicas en alguna escuela de magos, juró que algún día lograría acabar con toda la risa del mundo. Nadie volvería a reírse jamás de él, ni de cualquier otro alguien.

Boludus, maestro del encantamiento, comenzó su plan en aquel pueblo. Un plan que marchaba a la perfección: casi todos eran ya tan grises como la ausencia de alegría podía provocar. Nadie allí se reía, nadie podía ya burlarse de Boludus.

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Fuente

El niño se paró por fin en la puerta de aquella mansión. Normalmente los magos eran gente buena, con buenos fines. Pero aquel mago, en el que nadie -aparte de Zacarías- había podido reparar, debía tener un problema. Quizá se sentía solo, quizá necesitaba cambiar su perspectiva y quizá, solo quizá, lo único que necesitaba era un poco de compañía, de amistad. Si lograba hablar con él, hacerle entender… quizá ese triste mago devolviera la risa a todo el pueblo.

Pues la risa no era algo malo, como pensaba Boludus. La risa, bien llevada y entre muchas más cosas, era la base de una forma de vida muy diferente a lo que aquel marginado elemento estaba acostumbrado y era (eso aún no lo sabían estos personajes) lo que estaba a punto de hacer cambiar por completo el mundo de este villano tarado, así como el del pequeño Zacarías.

FIN



La risa acompaña nuestras vidas y nos procura alegría. Regala nuestros momentos más felices y es precursora de las arrugas mejor justificadas que podremos agradecer con los años. Una vida sin risa es una vida gris, no seas como los que ayudaron a que Boludus se convirtiera en un “odiador”. No uses la risa para el odio.



En esta ocasión he usado la risa como pretexto para manifestarme artísticamente por medio de la creación literaria. Como ya he dicho alguna vez, la literatura está en todas partes. Está en el arte y está también, sin duda, en la risa.


¿Conoces @autovoters?


 


*@salvao (Salvador Flores). Nacido en Málaga, España, en 1984. Licenciado en Arte dramático y titulado en Educación Infantil. Actor de teatro y renovado escritor re-descubierto. Me gusta la naturaleza, la libertad y "las cosas descentralizadas". No me gustan las lecturas aburridas como, por ejemplo, los contratos con los bancos. A veces salgo a disparar cohetes con mi Rocío, cohetes que lo inundan todo de risas de colores.



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Hola @salvao.
La risa es patrimonio de la humanidad, es la vida misma.
Gracias por este artículo que nos hace pensar en todo lo que hay alrededor de esta cualidad.
Hace falta más gente que ria en el mundo.
Te saludo y gracias por tu participación en nuestra Revista Periplos

De nada, para mí ha sido un gusto :) Un saludo!

Un hermoso ejercicio, @salvao, en pro de la risa. Quien no puede reír está poco más que muerto. Excelente lección aprendemos desde el villano (pobre) Boludus y el sabio Zacarías.
Hay que aprender a sonreír con el alma.
Gracias por hacer posible otro número de Periplos.

Hola @adncabrera, gracias a vosotros por invitarme. La verdad que me ha gustado mucho hacerlo y la prueba de publicación programada funcionó! Así que feliz y sonriente me hallo, no como Boludus...

Y nosotros muy felices. No te lo comenté antes, pero conecté tu cuento con El nombre de la rosa.

Que gusto tenerte por acá, @salvao. Muy buena historia. Da la impresión que tiene segunda parte :)
Un mensaje aleccionador y esperanzador para esta generación de gente cada vez más gris (algunos por vivir en Venezuela otros por vivir en sitios con menos sol cada día, otros por vivir en países tan diferentes a Venezuela que no se ríen ni de las desgracias nuestras--que dan risa hasta para los que las sufrimos de lo bizarras que son--no sea que les caiga la pava).

Jaja, sí que hay mucha bizarría a vuestro alrededor. El poder se enriquece a costa nuestra y nos estruja... y la gente se apaña como puede. Y el buen humor ayuda de una manera indispensable :)

Que determinación la de Zacarías, el sólito va a hacerle comprender a ese desgraciado mago que no debe acabar con la risa.Bien por el que no deja que le engrisen su pueblo con malas artes.

Zacarías = crack ; Boludus = desgraciado ... jejejej.

Muchísimas gracias, @salvao, por presentarnos esta historia. Yo no sabría vivir en un sitio sin risas. ¡Tan sabroso que es reírse! ¡Gracias por tu contribución con Periplos!

@salvao, en nombre de @equipocardumen agradecemos tu participación en este cuarto número de la Revista Periplos.
Excelente historia sobre la risa y el arte de reír.
Saludos.

Muchas gracias @equipocardumen, encantado de colaborar con vosotros :)

Ja, este Boludus debió ser un argentino (por el nombre) bastante tonto. Nunca aprendió que la mejor manera de evitar que se rían de ti es reírte con los demás. La risa es algo muy bello, una gota de rocio en el verano mas ardiente.
En los niños, la risa es inocente y tierna, en los adultos muchas veces es seria e inteligente; quizá por eso los buenos humoristas son de la gente más seria que existe y usan el humor para hacer mas tolerable la existencia.
¡Muy buen relato!, ¡es un placer leerte en Periplos!

A mí me hacía mucha gracia un humorista español que ya murió, Eugenio. El tipo no sonreía nunca.
Por otra parte, los niños... a veces son inocentes y a veces son malos malos, recuerdo cuando era niño y no siempre era inocente y tierno :D Pero sí, alguien tiene que ayudar a este Boludus a entender que el resentimiento seguro que no es ningún buen aliado.
Me encanta tu valoración, un saludo!

Un relato muy fresco, agradable, aunque lo que se cuente sea terrible: la pérdida de esa cualidad y ejercicio humano capaz de regenerar el mundo y la vida. Quizás necesitemos más Zacarías para enfrentar a los Boludus que nos amenazan. Gracias por tu relato y contribución con Periplos, @salvao. Un abrazo.

Gracias a vosotros por proponerme. Estoy seguro de que a este Zacarías le irá bien ;)

Me gusta reírme a carcajadas, de esas que se escuchan lejos, de las que contagian hasta al más serio. Me encantó este trabajo reflexivo sobre la risa. Un abrazo.

Muchas gracias! A reírse siempre :)

Saludos, @salvao

Qué vuelta más interesante le has dado a este asunto de la risa. En verdad, como todas las cosas de este mundo, la risa puede tener efectos buenos o malos dependiendo de cómo se use y de las sensibilidades de cada quien.

No podemos controlar quién se sienta lastimado por nuestras risas, pero sí podemos vigilar de cerca nuestras propias intenciones para no pervertir un don tan hermoso como lo es el poder reírse y reír con otros.

Me encantó. Gracias por alegrar con sabiduría y arte este número de #Periplos. ¡Un abrazo!☻♥

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