Sabias palabras de una voz tan joven. Lo triste es que su gente daba la vida por el atrevimiento de pisar una escuela. Acá nosotros dejamos perder las que teníamos.

Desde las escuelas se pudo haber hecho le guerra sin balas. Se pudo haber armado el corazón de cada niño con la coraza del conocimiento y la razón.
Ahora solo se pelea por mejoras salariales como si eso solucionara el problema de fondo.

La educación puede ser liberadora, pero es necesario que haya educadores conscientes de su poder emancipador y dispuestos a ejercerlo a plenitud.

Por suerte para nosotros, estos demonios fueron tan malos y tan brutos que el común de los niños pueden expresar su desprecio por todo lo que apeste a revolución por el solo hecho de experimentar a diario las limitaciones que esta les ha impuesto.

Ya vendrá el tiempo de la reconstrucción y ahí si es verdad que, así sea solo con lapiz y cuaderno, habrá que sentar las bases de la verdadera educación liberadora: la que enseña que ningún ser humano está por encima de otros, que nadie debe renunciar a sus derechos inalienables y que el poder absoluto corrompe absolutamente.