Nietzsche/Citario del cardumen, N. 4/@acostacazorla

“Mujer no es gente”

Saludos, compañeros de Steemit. @Equipocardumen sigue con sus proyectos editoriales con el ánimo recargado. En este número del Citario, coordinado por @josemalavem, he tomado una cita de Friedrich Nietzche, de su libro Más allá del bien y del mal para fijar mi posición respecto a esta.

Fuente

Es un signo inconfundible de estrechez de espíritu equivocarse respecto al problema fundamental del hombre y de la mujer, es decir, negar el abismo que los separa y la necesidad de un antagonismo, soñar que puedan tener igualdad de derechos, una educación idéntica, las mismas pretensiones y los mismos deberes. A un pensador que sufra esta estrechez se le podría considerar como sospechoso de todas las demás cuestiones. Es posible que ante todos los problemas esenciales de la vida, incluso de la vida futura, confiese su incapacidad para llegar al fondo de las cosas. Por el contrario, un hombre que posee profundidad en el espíritu, en la mente y los deseos, y al mismo tiempo una profunda benevolencia y que simultáneamente sea capaz de una severidad, de una dureza con las que se le pueda confundir no puede pensar a propósito de las mujeres más que a la manera oriental. Debe considerar a la mujer como una propiedad, como un bien que hay que guardar con llave, como un ser hecho para la domesticidad, que se encuentra identificada con esta situación subalterna

Ya en algunos cuentos he hablado de mi madre, una mujer del campo venezolano, nacida en el año 1933 (aún vive), en un caserío del Municipio Andrés Eloy Blanco (estado Sucre), que hasta hace muy poco se mantenía prácticamente en el feudalismo (en Chorochoro). Mi abuelo fue un hombre poderoso de esa zona, pero quedó ciego a los cincuenta años; entonces fue perdiendo todas sus tierras y pertenencias para poder mantener a su familia hasta llegar a perderlo casi todo.

Esto hizo que las cosas se pusieran muy duras; me cuenta mi madre que mi abuela se levantaba en la madrugada para moler el maíz y cocinar para más de cincuenta peones.

Mamá creció en un ambiente donde la mujer era casi una esclava, en todo caso, el peón peor pagado.

“Mujer no es gente” es el refrán popular que mejor define la idea que se tenía de la mujer de ese entonces.

Desde pequeña la formaron para atender al marido (obediente y servicial) y parir la mayor cantidad de muchachos que le fuera posible.

Podríamos entonces decir que era una sociedad nietzscheana en lo que respecta a la mujer, al menos.

Todo el mundo tenía claro que el papel de la mujer era ser la servidumbre particular del marido; para eso había nacido, la religión católica y las leyes fortalecían esa idea.

Yo nací en el año 1955 (aún vivo). Cuando tenía seis años, mi madre tenía veintinueve años. Para ese momento en la casa (bajo su ley) los hombres y mujeres tenían los mismos derechos; mi hermanita y yo compartíamos las tareas del hogar. El respeto y el amor hacia la mujer se me fue inculcando delicada y sabiamente. El machismo jamás se sentó en nuestra mesa.

El Dios, al que mi madre le rezaba, abría sus brazos para hombres y mujeres por igual.

Mi madre aprendió a leer y a escribir a los cuarenta años, no tiene más formación que la de la vida.

¿Dónde aprendería a parársele de frente al texto de Nietzsche, que ahora les cito?

¿Dónde aprendería a ser diferente a todas sus amigas, sus hermanas, sus comadres, sus vecinas, sus ancestros? Siendo un adolescente se lo pregunté. Por primera vez hizo un largo silencio para responder, luego me miró a los ojos y me dijo:

-Siempre lo supe, creo que nació conmigo. Nunca dije nada en la casa, pero estaba convencida de que formaría a mi familia con otros principios.

Leo y releo Más allá del bien y del mal, y cada día me repito más y más: NO, la mujer no es inferior al hombre. Definitivamente no.

Agradecido por la lectura.

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@acostacazorla (Carlos Acosta)*. Entrenador de Gimnasia Artística. Actor. Tallador de madera. Escritor. Autor de los libros _Me estoy tranquilo_ (1991) y _Chacho: El cuento de una novela prometida_ (2015).

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Muy interesante tu reflexión con base en la cita de Nietzsche. Es un hermoso homenaje a tu madre, una mujer que niega, con su visión, actitud y ejercicio de la vida, cualquier prejuicio minusvalorador de la condición femenina y sus capacidades.
Algunos biógrafos de Nietzsche han advertido opiniones casi misóginas en él; sin embargo, estuvo relacionado con mujeres deslumbrantemente inteligentes como Lou Andreas Salomé. Dicen que tuvo una relación de dependencia con su hermana, quien lo sobreprotegía y celaba. Quizás todo esto influyó en posiciones tan retrógadas como la que se expresa en la cita.
Saludos.

Gracias por tu comentario Josè,
siempre tan bueno.
Estarè pendiente para otro citario

Saludos, mi estimado @acostacazorla.
No pudiste haber escogido mejor texto para ilustrar una postura que, aunque de data milenaria, sigue dando que hacer y que hablar.
Creo que la postura de tu madre, como la de la mía, reivindica la idea de tantos pensadores que han defendido la naturaleza elevada del ser humano.
Desde el Menón de Platón, y aunque subordinadas políticamente a los hombres por Aristoteles, es mucho lo que se ha escrito sobre la felicidad de las mujeres como prerrequisito para la felicidad de las sociedades. Esa condición es posible establecerla solo si se conciben a las mujeres como iguales intelectualmente, aún reconociendo las obvias diferencias físicas y emocionales.
Nuestras viejas tenían una manera muy pragmática de filosofar. Dejaban que sus acciones fueran sus teorías.

Mi vieja perdió a su padre a los 9 años y desde entonces trabajó “como una burra,” según lo cuenta ella misma. Me contó que en una oportunidad la vio un medico cuando ya contaba unos 15 años y le dijo que estaba bien pero que su cuerpo de 10 u 11 era el resultado de tanto trabajo físico a temprana edad. Estaba pasmada. Eso cambió al poco tiempo y se espigó al punto que podía hacer el trabajo físico de cualquier hombre en la cosecha de café.

Cuando se hizo madre inculco a sus 6 varones la doctrina de igualdad que nos acompañaría toda la vida. No había empache o vergüenza en realizar las labores domesticas. Por el contrario, eso nos daría muchas ventajas en la vida. Así fue. La idea lógica era que si a ella no la había matado la realización de trabajos de hombres a nosotros no nos mataría realizar trabajos de mujer, como lavar, planchar, limpiar, o remendar ropa.

Por desgracias son muchos hombres y mujeres que practican las ideas de Nietzsche, aún sin haberlo leído, negándose así cualidades que, como diría tu vieja, nacieron con ellos.

Si ser gente es cargar con todos los vicios e imperfecciones del hombre/humanidad, sería muy bueno que la mujer no lo fuera. Por desgracias son más las mujeres que han internalizado la máxima despectiva, y perpetuan la otra agravada por una religión que fijó en el génesis de la humanidad a la mujer como la raiz de todos los males.

Tu comentario es muy bueno,gracias hermano.
Tenemos la suerte de haber tenido mujeres em nuestra vida asì"poca gente".

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