Vadeo
La palabra vadeo tiene varias acepciones, la primera de ellas dice: “Pasar de un lado al opuesto de una corriente de agua por un tramo poco profundo”.
El anfiteatro del río Limay
En la pesca y fundamentalmente aquella que se practica desde una costa (en la pesca con mosca por ejemplo) es bastante común cruzar (vadear) un río en busca de un mejor lugar o para sortear un escollo que nos impide continuar por la senda elegida.
En infinidad de oportunidades he vadeado ríos, a veces es sencillo y en ocasiones hay que tomar recaudos adicionales como por ejemplo ayudarse con un bastón de vadeo o enlazar un brazo con el del compañero de pesca. Esto se debe a que en general los ríos de la Patagonia cuyas aguas son producto del deshielo de las altas montañas, suelen ser caudalosos y en ocasiones profundos, entonces se corre el riesgo de ser arrastrados por las corrientes.
El grupo de amigos de esta aventura a un costado de la ruta sobre el anfiteatro del río Limay
No voy a negar que en alguna oportunidad me he pegado un baño en aguas frías sin quererlo, pese a todos los recaudos que además de lo mencionado incluye botas con suela de fieltro o clavos especiales para evitar patinar en las piedras del fondo del cauce. Estas piedras pueden ser de tamaños y formas variadas aunque predominan los bordes redondeados debido a la erosión y el desgaste producidos por el agua y el rodamiento y fricción que la propia corriente genera en las rocas. El término “Rolling Stone” justamente ha sido tomado de esas piedras redondeadas que tapizan el fondo de los ríos de montaña.
Les aseguro que caminar sobre esas piedras no es tarea sencilla y menos aun cuando la corriente del río empuja fuerte.
En una oportunidad en que estábamos con un grupo de amigos pescando en el gran río Limay, en inmediaciones del sector llamado “Anfiteatro”, decidimos bajar por la ladera empinada que se encuentra al costado de la ruta y que llega hasta el cauce del río para poder pescar todo un pequeño delta que allí se forma. Visto desde arriba el río luce hermoso, intrincado y sereno pero cuando uno llega hasta la costa se da cuenta que tan sereno no es, la corriente suele ser fuerte y la profundidad importante.
Cuando todos terminamos de descender nos reunimos en una pequeña playa de fina arena que se forma sobre el final del delta para estudiar el mejor lugar para cruzarlo y luego desde el mismo centro dirigirnos a varios puntos que sugerían una buena posibilidad de capturar esas hermosas truchas que pueblan esas aguas.
Phillipe, nuestro amigo francés que retrató el momento preciso del vadeo
Una vez analizado y elegido el lugar decidimos cruzarlo todos tomados de los brazos, es una técnica de anclaje que permite aunar esfuerzos y equilibrio para vadear un río profundo y corrrentoso.
Todo iba perfectamente, todo salvo la profundidad, cada paso que dábamos el agua tapaba más y más nuestros cuerpos hasta llegar al límite del wader, esa prenda que nos mantiene secos y protegidos del agua fría, claro que los más petisos (entre los cuales me cuento con mi metro setenta) veíamos que estábamos más cerca del colapso que los altos, en un determinado momento cuando uno más bajo que yo entro en desesperación, abandonó la fuerte formación para lanzarse a terminar de cruzar lo más rápido posible, en ese momento todos perdimos la formación y el caos se adueñó de la situación.
El momento exacto de la hecatombe
Uno solo no quiso cruzar, era justamente un amigo francés que no está acostumbrado a los ríos caudalosos y profundos, decidió que no era el momento de ahondar en prácticas que probablemente no volvería a utilizar en su vida y se quedó. Justamente él nos tomó la fotografía que acompaña esta nota.
A la distancia podemos decir que fue un momento gracioso, al menos para el francés lo fue, se divirtió mucho mientras a nosotros nos ingresaba el agua helada por el borde del wader. Basta decir que al llegar a la otra orilla me tuve que sacar la prenda para que el resto de mi ropa se pudiera secar con el sol y el viento. Tenía que aprovechar ese rato aun temprano porque más tarde cuando cayera el sol y el tiempo se pusiera más fresco sería mucho más difícil secarla.
Una más de todas esas hermosas anécdotas que este bello pasatiempo me ha dejado.
Toda una aventura ese vadeo.
La desesperación en esas situaciones suele ser el peor enemigo.
Mas de una mojdura y un resfrio no pasaba. Pero fue lindo.