La mansión

in #entropia5 years ago (edited)




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Deambulando en una cálida noche de febrero, de pronto me encontré sin saber cómo frente al alto paredón que separaba la gran casa de la familia Malnatti del resto de los mortales. 15 años han pasado desde la última vez que traspasé el enorme y muy decorado portón de la entrada para llegar hasta la mansión y ver por última vez a Nicoletta.

Recuerdo ese encuentro como si hubiera sido ayer mismo y me maldigo por no haber escondido mis sentimientos, por supuesto que era joven e impulsivo y querer robarle un beso fue imperdonable para ella, su espíritu retraído y su severa educación moral no le permitieron liberar sus sentimientos, desde ese momento el mundo se vino abajo para mí. Ya nada fue igual.

Desde entonces solo me enfrasqué en los estudios y una vez recibido en dar rienda suelta a mi talento como escritor y literato, Nicoletta pasó a ser un recuerdo, grato por momentos pero ingrato casi todo el tiempo, no por ella sino por lo que pudo ser y no fue.

Hace unos meses me enteré del trágico final de toda la familia, Ruperto, mi compañero de escuela muerto por un cáncer fulminante y Nicoletta y sus padres asesinados una banda de delincuentes que ingresó a robar en la casa de campo allá en San Luis.

Una buena familia de la cual tengo grandes recuerdos, Don Ruperto que abrió su casa y su enorme biblioteca para darme la oportunidad de estudiar y progresar, Doña Rosario con su obsesión con los microbios y virus que tenía a los dos jóvenes hijos prácticamente aislados del resto de la gente y por supuesto mi amor imposible, Nicoletta y su hermano Ruperto, mi compañero de curso que detrás de esa apariencia de galán intrépido ocultaba una relación ambigua con otro muchacho del grupo.

En ocasiones mi mente me remonta a la época en que pude haber logrado algo con Nicoletta, éramos adolescentes que recién abandonábamos la niñez y casi llegué a declararme. Si no hubiera sido por mi vergüenza quizás, solo quizás habría tenido una oportunidad.

Pero luego recuerdo que ya no está y un ramalazo de angustia me pega con toda intensidad y ahora esto, sin proponérmelo, sin pensar en las consecuencias me encuentro frente a la antigua mansión, donde todos los acontecimientos se desarrollaron, donde fui feliz entre los libros y en compañía de Nicoletta pero también donde fui rechazado y mi vida sentimental acabó para siempre.

Ahora solo me quedan mis libros, mis investigaciones y ensayos, soy feliz a mi modo. Me había propuesto olvidar el pasado y mirar solo hacia adelante pero ahora se que no puedo. Las personas somos lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos, no se puede escapar de esas reglas y quizás mañana me acerque al viejo cementerio y deposite unas flores en la tumba de la familia. Luego continuaré deambulando y quizás en otra oportunidad llegue hasta este paredón e imagine que tengo 14 años y que me declaro a Nicoletta, ella acepta mi amor y vivimos felices para siempre.

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Héctor Gugliermo

@hosgug

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