Experiencias de vuelo

in #entropia5 years ago (edited)

Mi historia con los viajes en avión cumple 40 años, comenzó el día siguiente al de mi casamiento y no fue una experiencia fácil de digerir, el vuelo, aclaro porque mi esposa seguramente va a leer esto y no quiero tener un mal entendido.


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Boeing 737 - la chancha

Fuente

El día de la boda fue un 3 de febrero y ese fue el día más caluroso del año en la ciudad de Buenos Aires, 38 grados centígrados. El día siguiente por la mañana partíamos hacia la ciudad balnearia de Mar del Plata, era un viaje corto de no más de 40 minutos ya que son solo 400 kilómetros. La tormenta que debimos soportar en ese escaso tiempo fue increíble, el avión, un confiable Boeing 737 al que familiarmente se le llamaba "chanchita" por ser corto y gordito, se movió fuertemente zarandeándonos hacia los costados y hacia abajo (la peor parte) cuando pasaba por un pozo de aire.

Debo reconocer que fue una experiencia traumática y peor aun por ser la primera vez. Luego de eso vino un período tranquilo, fundamentalmente porque no viajé más en ese medio de transporte que tiene tan mala prensa, no hay accidentes frecuentes pero cada vez que hay uno tiene consecuencias terribles.

El problema comenzó nuevamente cuando por mi trabajo en el banco y en un período de expansión en tecnología debí viajar a varias provincias para instalar sistemas para la administración de plazos fijos, cajas de ahorro y cuentas corrientes. En general fueron viajes placenteros que me hicieron reconciliar un poco (tampoco exageremos) con la aviación.

Algunos años después durante los cuales viaje poco en este medio de transporte tuvo que reincidir en varias oportunidades, los destinos Estados Unidos, Brasil y Chile porque mi trabajo así lo requería, el dueño de la empresa para la cual desarrollaba mis tareas en esa época no quiso saber nada de mi plan de hacer una recorrida en automóvil, no tenía espíritu aventurero y no me quedó otra opción que volar hasta Cincinnatti en un largo periplo de tres combinaciones, comenzó aquí con un MD911, un avión muy grande, cambio en Miami por un Airbus 300 (creo porque hace tanto tiempo que ya no estoy del todo seguro) que era un tanto más pequeño y finalizando con el cambio de aeroplano en Chicago por un boeing 737, más pequeño aun y con cada disminución de tamaño disminuía proporcionalmente mi confianza. Y no estaba tan errado, el pequeño avión esperó pacientemente en la cola para despegar, conté 7 aeronaves antes que la nuestra llegara a la cabecera de la pista, comenzó a rodar, aceleró y la pista no pasaba tan rápido como yo sabía que tenía que pasar, luego de unos pocos segundos el capitán desaceleró totalmente y anunció que teníamos un pequeño inconveniente técnico y volvíamos para revisarlo. Lo peor fue que no nos dejaron bajar, yo miraba por la ventanilla y veía técnicos trabajando, hasta me pareció intuir que sus caras reflejaban que no sabían que pasaba. Lo concreto es que después de un tiempo que no puedo ahora calcular volvimos al punto de partida y esta vez si despegó; el viaje hasta Cincinnati desde Chicago es corto, no más de una hora, bien a mi me pareció que habían sido días.

Una buena que tengo para contar es un viaje a Chile, por un accidente de automóviles en la autopista que me llevaba al aeropuerto de Ezeiza llegué casi sobre la hora de partida, cuando presenté mi ticket las encargadas del checkin (en esa época no se anticipaba) se miraron y correctamente me dijeron que aguardara unos momentos, yo no sabía que pasaba, no había hecho nada fuera de la ley pero la película me la hice. Luego de unos minutos me llaman y me dicen que por un error mi pasaje había sido asignado a otro pasajero y que me lo cambiarían por otro en clase business, por supuesto que no lo rechacé pero simulé indignación pese a que por dentro estaba bailando de alegría, viajar en esa clase en un vuelo internacional no era cosa de todos los días. La atención que recibí me dio la razón.

Algunos años más adelante otra vez mi trabajo me llevó a a viajar frecuentemente, esta vez a las provincias de Neuquén y Río Negro porque había sido contratado para desarrollar un sistema para la administración de la perforación y mantenimiento de pozos petroleros y los vuelos fueron frecuentes durante dos años completos. Para ese entonces ya estaba acostumbrado a viajar, también lo había hecho con frecuencia a la provincia de San Juan y esto sería rutina. Pero estaba equivocado, la empresa petrolera que me contrató tenía tres yacimientos importantes, uno al sur de Mendoza, otro en el norte de Neuquén y el último en Río Negro y a algunos de esos lugares solo se llegaba en pequeños aviones biturbohélice y se aterrizaba y despegaba en pistas de tierra. Mi Dios!, como se movían esos pequeños aviones! La Patagonia se caracteriza por tener vientos fuertes con mucha frecuencia y eso aunado al hecho de que estas aeronaves no navegan a mucha altura se combinaban en un cóctel de zarandeo increíble, más que un cóctel era una coctelera amalgamando diferentes bebidas en las manos expertas de un barman.

Pasó el tiempo y perdí la cuenta de la cantidad de viajes que he hecho y que probablemente siga haciendo, ya le perdido totalmente el miedo, ahora hasta duermo durante el viaje, me rendí completamente al destino y disfruto enormemente de volar, para mi es una sensación única, totalmente satisfactoria.

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Héctor Gugliermo

@hosgug

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Cuando dijiste que ahora hasta dormías en vuelos, pensé que ibas a decir "ya he perdido totalmente el miedo, ahora hasta bailo en el ala del avión" jaja.

¿Nunca se te dió por saltar en paracaídas o volar en parapente?

Me hubiera encantado volar en parapente, el paracaídas no me llama tanto la atención. Nunca es tarde dicen.

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