El escorial

Muchos años atrás junto a un entrañable amigo y mi hijo que por entonces era solo un adolescente se nos ocurrió ir a pescar al lago Epulafquen y al Escorial, jamás habíamos estado por allí pero nos animó el dueño de las cabañas donde estábamos pasando unos días en la hermosa población de San Martín de los Andes.

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Debíamos recorrer muchos kilómetros, la mayoría por caminos de tierra y además hacía rato que el mediodía había pasado, pero el espíritu aventurero y emprendedor que aquellos años donde el corazón dominaba a la razón nos llevó a decidir hacer el viaje de todas maneras, a nuestro favor jugaba el hecho de que anochece tarde en verano en esas latitudes, es común que en pleno enero a las 10 de la noche aun haya luz diurna.

Como dije al principio salimos de San Martín de los Andes, pasamos por Junín de los Andes y nos adentramos en el camino que lleva al paso fronterizo con Chile llamado Carririñe, no es demasiado transitado pero siempre algo de tráfico lleva.

Transitamos cerca del lago Curruhué Chico y más adelante el Curruhué Grande para desembocar en la laguna Verde, allí, maravillados por las vistas del pequeño espejo de agua bajamos y comenzamos a pescar, nos olvidamos por un rato del Epulafquen y el Escorial, por si esto fuera poco la pesca era bastante buena así que no nos planteamos seriamente continuar y decidimos quedarnos ahí.

Luego de un lapso de tiempo que no puedo ahora precisar de cuanto fue, decidí caminar explorando un poco tres lagunas encadenadas y averiguar como llegar al famoso Escorial, estábamos mucho más cerca de lo que yo suponía pero de todas maneras tomé el vehículo y continué solo porque los demás no quisieron dejar la tan rendidora laguna.

Lo primero que me sorprendió fue la playa de arenas negras que la siguiente laguna posee en ese sector, no es común ese color y no hay demasiadas costas en el mundo (no al menos conocidas) que tengan esa coloración tan particular, creo que una famosa es la de Positano en la costa Amalfitana de Italia aunque no estoy totalmente seguro.

Por lo que pude averiguar esta arena se produce por la erosión de rocas volcánicas de basalto que son aquellas que aportan la coloración oscura, luego el agua en su accionar de miles de años las convierten en arena.

Una vez dejadas atrás las lagunas el camino llega hasta donde termina el bosque de lengas, ñires y raulíes y dobla hacia la izquierda en el lago Epulafquen y más allá el paso fronterizo, pero desde ese lugar ya se puede observar una formación rocosa de color negro y muy despareja, ese es el Escorial. Luego averigüé que en realidad es una formación que alguna vez fue un río de lava que provino de un volcán cercano llamado Achen Niyeu y al llegar al agua del lago se enfrió, solidificó y se detuvo. Causa una extraña sensación poder ver tan de cerca la acción de las fuerzas de la naturaleza, me sentí empequeñecido.

En esa época tenía una cámara fotográfica analógica, con rollo de 36 negativos que luego había que revelar.

Lamentablemente no sé qué pasó con esas fotografías porque no las pude encontrar, lamento no poder mostrarles esa obra maravillosa de la naturaleza con una instantánea tomada por mi.

El viaje alocado no terminó muy bien, se hizo de noche y tardamos demasiado tiempo en volver, nuestras esposas se asustaron creyendo que nos había pasado algo y llamaron a la policía. El enojo les duró un par de días y para agravar más la situación era aniversario de bodas de mi amigo y tenían reservaciones en un coqueto restaurante de San Martín, llegamos tan tarde y el enojo de su esposa era tan grande que no fueron a cenar.

Héctor Gugliermo

@hosgug