El castillo

Desde que nos mudamos al barrio venimos escuchando la historia del castillo embrujado.

La vecina de la casa contigua a la nuestra, ya fallecida, era una simpática ancianita por aquellos días y una fría mañana de invierno encontró a mi esposa camino hacia el colegio de los niños y le contó, sin que ella le preguntara, sobre los extraños sucesos que en el castillo del barrio habían acontecido cuando ella era aún una jovencita.

Parece ser que al poco tiempo de finalizada la construcción del suburbio, allá por los primeros años de la década de 1930, una acaudalada familia compró uno de los dos castillos construidos justamente para gente de un mayor poder adquisitivo. Los nuevos dueños no del todo convencidos de la distribución de las habitaciones y las comodidades interiores contrataron un arquitecto y obreros y para hacerle reformas a la fastuosa propiedad, previas a la mudanza.

Un día dos obreros que estaban trabajando en el piso superior escucharon gritos desgarradores provenientes del interior de alguna habitación contigua, sin poder precisar el lugar exacto; cuando se repusieron del susto fueron a inspeccionar y no encontraron nada, no había puertas que comunicaran con otras habitaciones en ese nivel, solo una escalera que conducía a la terraza y otra que bajaba a los pisos inferiores. Uno de los trabajadores fue a inspeccionar el piso inferior y el otro volvió a sus tareas. Cuando el primero regresó de su exploración encontró a su compañero tirado en el piso, aparentemente asfixiado pero sin signos de violencia, el auxilio médico que llegó prontamente no pudo salvarlo.

Pese a que el segundo obrero fue declarado libre de toda culpa, las sospechas que recayeron sobre su participación en el asesino continuaron hasta nuestros días.

Desde entonces dicen que el fantasma del obrero habita en la torre del castillo esperando a que su asesino vuelva para vengarse. El poco tiempo que la familia propietaria de la vivienda lo habitó parece rubricarlo. El castillo se vendió en varias oportunidades pero por razones a todas luces extrañas, jamás fue habitado más que por cortos períodos de tiempo. Parece efectivamente existir una maldición alrededor de la propiedad.

Cada tanto aparece pintado a nuevo, con el jardín prolijo y bien conservado al igual que la fuente central que adorna el acceso; en ocasiones un letrero anuncia la venta. Todos los vecinos conocen la leyenda y he visto a varios cruzar de vereda cuando deben pasar por el lugar. La anciana que vivía al lado de nuestra casa nos juró en un par de oportunidades que ella misma y también su esposo, han visto al fantasma en alguna noche de verano cuando desde adentro abren las ventanas para refrescar la estancia.

Del mismo modo que las leyendas de fantasmas de los castillos medievales europeos, el nuestro debería contar con mayor publicidad para hacer nuevamente famosa la zona y de ese modo atraer al turismo ya que al parecer la novedad de la casa del Papa Francisco ha pasado de moda.

La fotografía es de mi propiedad.
Héctor Gugliermo

@hosgug