The Sandman. Un fragmento de la Eternidad
“Los Eternos son sólo patrones. Los Eternos son ideas. Los Eternos son funciones de onda. Los Eternos son motivos recursivos. Los Eternos son ecos de la oscuridad, y nada más…“
Una editorial llamada DC junto a Neil Gaiman y Sam Keith concibieron a mi parecer una de la mejores obras maestras del cómic: Sandman. Este cómic empezó su publicación un enero de 1989, a manos de nuestros queridos Neil y Sam Keith. En el 1993 DC buscaba englobar sus historias mas oscuras y adultas como: The Hellblazer, La cosa del pantano, Animal man… Y así nació el sello Vértigo. Al que hoy en día le agradezco todo el catalogo de cómics del que dispone. Te alabamos Vértigo.
¿Qué es Sandman?
Sandman para mí es como diría yo un cometa Halley, algo que vemos de años en años. Esta obra se creó para un público adulto, inteligente y que buscaba algo diferente a lo que había en ese momento. Decir que este cómic es profundo es poco, tiene mucho sentimiento, cuenta las cosas como solo el amigo Neil sabe, cada capítulo es una reflexión y lo disfrutas mas cuando te introduces en su mente y su mundo.
The Sandman es, reduciendo las más de dos mil páginas de la serie a un suspiro, la crónica de las relaciones de una familia disfuncional muy particular: la de los Eternos (The Endless), representaciones de los principios básicos y fundamentales del Universo que nacieron en el alba de los tiempos y que perecerán cuando el fin de la existencia se precipite. Están por encima de criaturas, de planetas, de galaxias e incluso de dioses, y son siete hermanos: Destino (Destiny), Muerte (Death), Sueño (Dream), Destrucción (Destruction), Deseo (Desire), Desesperación (Despair) y Delirio (Delirium). El relato que cuenta Gaiman –una de las epopeyas más sugerentes, poéticas, estimulantes y líricas de finales del siglo XX– es la historia de uno de ellos: Sueño, también conocido como Morfeo, Oneiros, Cai’Ckul o The Sandman (literalmente el arenero, por el mito anglosajón acerca del ente que crea las imágenes oníricas derramando puñados de arena en los ojos de las personas dormidas).
Primer contacto
Empezamos el primer capítulo con una especie de secta mágica que buscan controlar y llamar a la Muerte. Pero no les sale como esta planeado, pues a quién invocan es algo completamente distinto Sandman, estando allí lo ven inútil y lo encierran en una especie de botella inmensa. Queda cautivo durante incontables años y para adornar el pastel le roban sus posesiones que le hacen ser una parte de lo que es y son; un colgante con un rubí, un casco y una bolsa de arena. Por culpa de ello la gente deja de soñar y tener pesadillas. Nos muestran varios casos sobre lo que está pasando en el mundo, la verdad muy tristes. Al pasar los años Sandman se libera de su prisión y se cobra su venganza, con lo cuál comienza su travesía en busca de sus posesiones. Cruzándose en su camino veremos a Constantine y Detective Marciano entre otros. Al finalizar su búsqueda y volver a ser lo que era le surge un problema: que hacer para seguir adelante. Y aquí paro ya con este resumen lleno de pequeños spoilers para al menos cuando empecéis os sorprendáis un poquito.
Los Eternos.
“Los Eternos son sólo patrones. Los Eternos son ideas. Los Eternos son funciones de onda. Los Eternos son motivos recursivos. Los Eternos son ecos de la oscuridad, y nada más… Incluso nuestras existencias son breves y están encadenadas. Ninguno de nosotros durará más que esta versión del Universo”. Esta descripción de los Eternos, puesta en boca de Destrucción en The Sandman #48 por Neil Gaiman, ejemplifica a la perfección lo que son los Eternos: seres que corporeizan –y son al mismo tiempo– los distintos aspectos de nuestra realidad; seres que el propio Gaiman ideó, ante su incapacidad consciente para escribir material superheroico, de forma que le resultaran familiares a los lectores habituales de cómics sin ser, en realidad, superhéroes propiamente dichos. Una especie de tour de force creativo en el que el guionista quería, además, retarse a escribir historias sobre entidades que iban más allá de lo superheroico… entidades sin debilidades; entidades todopoderosas; entidades eternas.
Como resultado de estos pensamientos, e inspirándose en la novela El Señor de la Luz de Roger Zelazny, el británico partió de la base de tres hermanos –Death, Sleep y Destiny, éste último creado previamente por Marv Wolfman– que pronto se convertirían en Death (Muerte), Dream (Sueño) y Destiny (Destino) para pasar, con el tiempo, a constituir un panteón de siete entidades cuyos nombres comenzaban todos –en inglés– por la letra “D”. ¿Pero, quiénes son estos seres? Eso es lo que vamos a averiguar en esta sección…
Sueño
Sueño. Protagonista indiscutible de toda la colección, tercero de los siete hermanos y Señor del Sueño, Lord Morfeo –sólo uno de sus muchos nombres– suele tomar la apariencia de un hombre pálido, alto, delgado y moreno, de ojos oscuros sin pupilas en los que a veces refulge la luz, y que viste con ropajes negros como la noche. A nivel emocional es taciturno, insensible, estricto y a veces hasta cruel, aunque tiene un gran sentido del deber, del honor y de la justicia. Se le conocen pocos amigos, tiene poderosos enemigos y su yelmo de batalla (y símbolo) está hecho de la calavera y la espina dorsal de un antiguo dios (semejante a una máscara de gas, lo que supone todo un guiño al Sandman de Gardner Fox). En su gestación influyeron de Oliver Sacks a Peter Murphy, pasando por El Fantasma Errante de DC o la novela The Dream Master. Una curiosidad: siempre que habla en el cómic, lo hace con una característica tipografía blanca sobre bocadillo de fondo negro.
Muerte
Muerte. La segunda de los siete Eternos en edad y Señora de la Muerte es una encantadora muchacha pálida, delgada y morena que suele vestir de manera informal, y cuyas particularidades más reseñables son portar un Ankh de plata en todo momento y tener perfilado el ojo derecho como si del Ojo de Horus se tratase. Dulce, sensible, simpatiquísima y muy franca, es el segundo personaje con más importancia dentro de la colección y la favorita de un Gaiman que le dedicó dos espléndidas miniseries. Curiosidades: originalmente iba a ser de sexo masculino, y su aspecto visual es íntegramente mérito de Mike Dringenberg. En realidad, en el guión original de Gaiman debía parecerse a la estrella de rock Nico tal y como aparecía en la portada del disco Chelsea Girl, pero Dringenberg hizo de ella la viva imagen de una conocida suya de la que sólo conocemos el nombre: Cinnamon (sí, Canela). Otra: Cada vez que piensa en usarla, Gaiman se asegura de la necesidad de su aparición recordando al Marlon Brando del Superman de Richard Donner (1978) y preguntándose si pagaría cuatro millones de dólares sólo por la presencia del personaje en un puñado de viñetas. No es para menos.
Deseo
Deseo. Delgada, bellísima, cruel, maquiavélica y andrógina, Deseo fue concebida por Gaiman para que los hombres nos refiriésemos a ella como mujer y las mujeres creyeran que estaban ante un hombre. Así, la quinta de los siete Eternos, gemela de Desesperación, funciona por regla general como la antagonista principal –aunque sutil– de la colección en base a la rivalidad que mantiene de forma unilateral con su hermano Sueño, al que no deja de hostigar emocionalmente cuando la ocasión se le presenta. Su símbolo es un corazón rosa de cristal y, precisamente por su condición de villana, Gaiman señaló que en una hipótetica revisión de la historia con ella de protagonista sería su hermano el que nos caería mal. ¿Influencias reconocidas? Pues nada más y nada menos que dos: el trabajo de corte Art Deco de Patrick Nagel (tremendamente evidente) y la cantante Annie Lennox.
Desesperación
La Señora de la Desesperación es representada en The Sandman como si se tratara de la antigua diosa Tierra (versión Venus de Willendorf); es decir, como una mujer obesa, desnuda y por lo general sentada. En su primera encarnación era algo más alta y lucía intrincados tatuajes, pero en su segunda forma –la que vemos durante la mayor parte de la obra– esos atributos desaparecen. Psicológicamente es fría, callada e inteligente, y posee la manía malsana de herir su piel gris con un pequeño garfio incorporado al anillo que le sirve de símbolo. De horrible dentadura y con una tipografía a base de letras onduladas e irregulares (casi siempre), la sexta de los siete Eternos se basó gráficamente en un raro libro de fotografías en posesión de Gaiman, y su aspecto fue muy bien recibido por una Jill Thompson cansada de las formas apolíneas de los superhéroes convencionales.
Destrucción
Alto, robusto, pelirrojo y a veces con una pequeña barba, el cuarto de los Eternos era la encarnación de la mismísima Destrucción hasta que decidió rebelarse y abdicar de sus funciones. Desde entonces se dedica a vagar por la creación emprendiendo proyectos constructivos con mucha pasión y poco talento, para desgracia de unos hermanos que se refieren siempre a él como “El Pródigo” o “El Hermano” en señal de su ausencia. Como detalles significativos tenemos su símbolo –la espada–, los bocadillos con borde grueso a través de los que se expresa y su semejanza buscada con el actor Brian Blessed, conocido por hacer de Ricardo IV en la mítica serie La Víbora Negra, de Augusto en Yo, Claudio y de Príncipe Vultan en Flash Gordon.
Destino
El mayor de todos los Eternos es un hombre ciego que viste una túnica con capucha de un color que oscila entre el gris, el marrón y el púrpura. Encadenado por siempre a un Libro que nunca para de leer en sus hermosos jardines, y que contiene todas las cosas que pasaron, pasan y pasarán hasta el fin de los días –y que es, a su vez, su símbolo– suele ser parco en palabras; palabras que, cuando son pronunciadas, suelen ser metafóricas y de difícil interpretación (además de ir siempre en cursiva). Su primera aparición en el mundo del cómic data nada más y nada menos que de 1972, y sucedió en el primer número de la cabecera Weird Mystery Tales. Su propiedad intelectual, por tanto, recae en Marv Wolfman y Bernie Wrightson, y no en un Gaiman que simplemente se limitó a reutilizarlo sin apenas cambios sobre la caracterización original. Una curiosidad: posee su propia miniserie.
Delirio
La más joven de los Eternos se llamaba originalmente Placer (Delight, en inglés) hasta que un suceso traumático la convirtió en Delirio, una chica joven, de múltiple color de pelo, con mirada ausente y de comportamiento excéntrico y bipolar. Va vestida siempre con una ropa descuidada y colorista, sus apariciones suelen ir acompañadas de poperos destellos de color (que operan también a modo de símbolo), sus palabras rara vez tienen sentido (algo expresado a nivel tipográfico con fuentes variables) y su única característica permanente es el color de sus ojos: uno verde esmeralda y el otro azul grisáceo (en alternancia entre derecho e izquierdo). Para crearla, Gaiman se basó tanto en una foto inespecífica que le llamó la atención como en Kathy Acker o Tanaqui C. Weaver (una estudiante de Oxford), si bien el parecido con Tori Amos (a quien Gaiman no conoció hasta años más tarde) es más que evidente. No obstante, Gaiman admite que también hay mucho de Jill Thompson –la profesional que más la ha dibujado– e incluso de sí mismo en el personaje.
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