Un pacto divino del Creador
siempre se tiende un cuerpo,
un arco iris.
Yo cantaré por sus repechos,
yo dormiré bajo sus arcos”
-Octavio Paz-
Estando en Santander, de visita en la casa de los ancianos desamparados, salimos al patio y nos reencontramos con unos instantes mágicos; dicen los poetas que, si el arco iris llegase a durar más de 15 minutos, perdería la magia y el esplendor que ven los corazones al contemplarlo; porque los que conocemos la promesa del altísimo, sabemos el milagro de la existencia humana.
La historia de la humanidad cuenta en los relatos bíblicos, que debido al mal uso del libre albedrío de la raza humana, hubo un tiempo de malos comportamientos inmorales, que colmaron la paciencia del Creador y decidió inundar la tierra de agua, lo que se llamó el diluvio universal; sobrevivieron un hombre recto llamado Noé y su familia; (Génesis 9:11) A él, Dios altísimo lo mandó a hacer un arca, un barco grandísimo, para alojar a su familia.
También se le encomendó que ingresaran al arca a una pareja de cada animal; para que sobrevivieran al diluvio, y se pudiera volver a poblar la tierra. Luego de esta triste experiencia, el Señor Eterno hizo un pacto con Noé, diciéndole que no volvería a inundar la tierra de agua; y esa decisión quedo sellada con un arco iris; por eso cada vez que se iza en el horizonte estos bellos colores, luego de la lluvia, recordamos el milagro de una nueva vida, o una nueva oportunidad.
-Carlos Santana, nos recuerda que cada uno de nosotros, somos un espléndido arco iris, y no un solo color-
*Nota: Está publicación pertenece al mismo autor del blog:
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