De la huida a la Espera (nza): Anotaciones sobre la diáspora Venezolana.

Es la palabra la que crea el clima del pensamiento y las condiciones de la acción.

Uslar Pietri, 1955:175.

A través del lenguaje concebimos al mundo y le damos forma a la realidad. Mediante el lenguaje nos comunicamos y relacionamos. La realidad está construida e impregnada por el lenguaje, en palabras de Wittgestein: "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo". Construimos el mundo a partir de lo que pensamos sobre él, lo que nuestro lenguaje expresa y construye alrededor de la realidad que vivimos.

Si construimos un discurso desde el "huir", nuestros objetivos se enfocaran en una última meta: salir del territorio venezolano. Dicho discurso es más acentuado entre los jóvenes que esperan abrirse camino en el exterior y que ven cada vez con mayor dificultad las posibilidades de cumplir sus metas acá en Venezuela, por ello se ha viralizado el discurso de la huida, principalmente entre quienes son el relevo y el futuro de la nación: la juventud.

Y no lo critico, con una hiperinflación asfixiante -¿Qué hiperinflación no lo ha sido?-; servicios básicos deficientes o casi inexistentes; niveles delictivos y de violencia comparables a los de una guerra y políticas de Estado que lo que hacen es empeorar tales condiciones. La única salida posible que uno imagina es: HUIR, por tierra, agua o aire, pero el fin es irse.

Por otro lado, están quienes esperan y en ese esperar se encuentra implícita la Esperanza. El caso de la espera es aleccionador, pues es el lugar común de todos, es el territorio que compartimos en cualquier confín del mundo todos los venezolanos, tanto aquellos que la diáspora ha arrojado fuera del país, como los que aún nos encontramos dentro de su territorio, sobreviviendo igual que los que se van.

Y así esperamos todos, un cambio, una posibilidad de normalizar nuestras existencias, esperamos poder suspirar y decir con júbilo: -Somos libres. Porque quienes emigran así como quienes se quedan se fragmentan y comienzan a tener un pedacito de su ser en cada parte del planeta. Algo así como: -Mis abuelos están en Venezuela, mis padres en Miami, mis primos en España, Chile o Argentina, y yo en México. Esa sensación de fragmentación se agrava cuando llega el día de los cumpleaños o la Navidad, por ejemplo.

Y ya no podemos reunirnos para celebrar las fiestas, ni tomarnos la tacita de café por las tardes. La parrilla con las cervezas quedó relegada sólo a los recuerdos, porque el único espacio compartido es el virtual. Y eso es estar fragmentado, estar entre huir y esperar, eso es emigrar. Desprenderse de los suyos en busca de un mejor porvenir, en busca de promesas y sueños, pero sin la certeza de volver a darle un abrazo a tú madre.

Sumado a todo ello, cómo es masiva esa Huida, quienes se quedan se sienten igual de inmigrantes, en un país que dejó de serlo, un ex-país en palabras de blanco Muñoz (2016). Entonces, queda cambiar ese huir por Esperar y no morir en el intento de quedar atrapados entre dos aguas turbulentas. Transformando el lenguaje con que construimos nuestra realidad, comenzará ese cambio que tanto soñamos para nuestro país.

Andrés García López,, soy un investigador, académico y emprendedor.
Puedes saber más de mi en twitter: @angarz

Referencias.

Blanco Muñoz, A. (2016). Agustín Blanco Muñoz: Un ex país de descubiertos, Caracas, Venezuela, Noticias al día y a la hora. Disponible en https://www.noticiasaldiayalahora.co/opinion/agustin-blanco-munoz-un-ex-pais-de-descubiertos/

Uslar Pietri, A. (1955). La lengua Sucia. Caracas, Venezuela: Edime.