Pulso del Escritor: Preferencias musicales y referencias cerebrales - @bonzopoe.

Por ejemplo, para quienes somos de México, independientemente de que nos guste o no la música de Mariachi, escuchar a un Mariachi significa para nosotros mucho más que la música misma, es un referente de nuestra identidad como mexicanos. Y puede decirse lo mismo de otros géneros propios de la música latinoamericana y del mundo.

El tango, el flamenco, y la trova, por mencionar solo algunos ejemplos más, son parte de la identidad de otros países que ni siquiera tengo que mencionar porque todo mundo los identifica.

Hay también música que vinculamos con eventos deportivos, religiosos, sociales y culturales, y que al escuchar nos remiten inmediatamente a esos eventos y lo que significan para nosotros. La música tiene una capacidad enorme de generar referencias cerebrales a nuestros recuerdos, y es por ello que podemos considerarla el soundtrack de nuestra vidas.

Toda generación tiene referentes musicales que forman parte importante de este soundtrack, y que la distinguen de otras generaciones, pero ¿si escuchamos música toda nuestra vida, porque nos identificamos más con la música de ciertos años y no con otra? La respuesta es sencilla, y un tanto triste. Y es que la manera en que nos relacionamos con la música varía con nuestra edad. Y no es que la música nos interese menos al ir creciendo, sino que la manera en que nos relacionamos con ella, y el tiempo que le dedicamos cambia en la medida en que nuestras prioridades al ir creciendo también cambian.

Por lo general la música con la que nos identificamos es la música de nuestra juventud, que es cuando más nos relacionamos con ella. A esta edad la música es un tópico muy común de conversación y detonante de actividades de convivencia. Asistimos a nuestra primeras fiestas solos, sin la compañía de nuestros padres, a conciertos con los amigos, y es la época en que nos interesamos por el sexo opuesto, y la música suele estar presente en muchas actividades en general.

Nos acompaña durante las horas de estudio, ameniza reuniones y fiestas con amigos, entre otras muchas situaciones que nos marcan.Ya en nuestra adultez temprana el tiempo por lo general escasea. Entre el trabajo, en el que apenas empezamos, y la familia propia, el tiempo lo ocupamos en otras cosas, y la música deja de tener el rol previo. La música que escuchábamos y disfrutamos tanto es sustituida por la música infantil de nuestros hijos, y nos desconectamos sin querer de esos artistas y propuestas que nos marcaron tanto años antes.

Generamos nuevas referencias cerebrales con la música, pero ya no tan abundantes, y es así como se van perfilando y van marcando nuestros gustos musicales a partir de lo conocíamos antes, y ya no tanto a partir de la nueva música, ya que aparte de la radio, nuestra relación con la música se restringe por las responsabilidades propias de la edad adulta. Esto es particularmente relevante en el caso de quienes viven de la música, y es marcada como una de las causas de la decadencia de la propuesta musical de muchos grupos y músicos.

Al tener una vida más estable, y verse obligados a buscar un equilibrio entre estar de gira y estar con la familia, y al volverse la música un trabajo de 8 a 5 y no uno 24 hrs. como antes, muchos músicos suelen tener un declive, a veces muy marcado en sus nuevas producciones. Esto ha sido citado por muchos músicos, entre ellos la banda Metallica, como una de las causas de procesos de creación musical verdaderamente complejos y a veces tortuosos.

Esta des-conección parcial o total que tenemos con la realidad musical hace que se genere una brecha generacional que nos impide disfrutar muchas veces de las nuevas propuestas, porque estas nos son ajenas, en parte porque no reflejan nuestra realidad, y en parte porque a veces ni siquiera las entendemos o tenemos los elementos suficientes para poder apreciarlas.

Es aquí donde entra la nostalgia, y nos volvemos fans acérrimos de esas bandas y artistas que acompañaron nuestra juventud, y esas propuestas que nos recuerdan esa época en que no había que pensar en pañales, hipotecas, colegiaturas del colegio y facturas por pagar, esa época en que eramos libres y rebeldes, esa época en que podíamos desvelarnos sin preocuparnos por llegar temprano al trabajo al día siguiente, y podíamos darnos el lujo de faltar a la escuela si hacía falta.

Nuestros gustos musicales se determinar en buena parte por la variante accesibilidad que tenemos a la música en diferentes etapas de nuestra vida, pero también por nuestro propio desarrollo personal y nuestras experiencias de vida. No son los mismos gustos los de un joven de 20 años argentino que los de un alemán de 40, más allá de que tengan acceso a la misma cantidad de opciones musicales, la cultura regional de cada persona también influye en sus gustos, así como su edad y con que música logra identificarse.

Nuestros gustos también cambian con los años, así como nosotros mismos lo hacemos. Ya en la edad adulta podemos de repente ya no encontrarle sentido a propuestas que en nuestra juventud eran importantes para nosotros, y la estridencia puede cederle al paso a música con otras características, incluso música que antes desdeñabamos puede volverse importante para nosotros y viceversa. Nuestra experiencias de vida, nuestras nuevas ocupaciones y amistades y nuestro propio desarrollo personal marcan la pauta en nuestros gustos musicales, y si los primeros cambian, los segundos pueden hacerlo también.

No hay gustos musicales malos, y no somos más o menos "cultos" por escuchar ciertos géneros, lo importante es ser flexibles y darnos la oportunidad de escuchar de todo y así generar más referencias cerebrales entre la música y nuestra vida.

Puede que de repente descubramos una canción o género nuevo que se vuelva uno de nuestros compañeros de este viaje que llamamos vida, y que al paso de los años al escuchar de nuevo recordemos con una sonrisa, e incluso una lágrima, por remitirnos a algo o a alguien que dejo huella en nosotros, tanto o más que esa música de nuestra juventud con la crecimos y empezamos a construimos nuestra identidad, una que como la música misma, cambia todo el tiempo y no para de crecer.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.