En este cielo cada stella era diferente de la otra, era especial a su modo, algunas con más brillo que otras luchaban hora tras hora por ganar el favor del hada mágica ya que así con su poder serían más resplandecientes y podrían iluminar aun más en medio de la oscuridad. Unas eran veloces, no paraban de moverse, tenían la teoría de que mientras más movimientos hicieran podrían multiplicar su silueta en el cielo dejando una larga estela así el hada fijaría su atención sobre ellas. Otras más dormilonas como les costaba desplazarse y hacer su mejor esfuerzo no podían ir muy rápido y no se les ocurría qué estrategia usar para llamar la curiosidad del hada; se la pasaban soñando a diario e imaginaban ese precioso momento cuando el hada llegaba y posaba la varita mágica sobre su pequeño núcleo y comenzaba a verter el preciado poder flupvote, brillante líquido que hacía resplandecer a cualquier Stella. Era alucinante.

Sin embargo también se encontraba en aquel cielo esas stellas que querían su recompensa más rápido de lo normal y pagaban a los satéliBOTs para recibir ese centelleante poder flupvote, ellas lograban brillar pero no, la satisfacción no era la misma a la que se experimentaba cuando se recibía el flupvote directamente desde la varita mágica del hada.

Así vivían las stellas con desenfreno y sin pausa olvidando lo más importante que era observar ese resplandeciente cielo de tonalidades diversas donde podían convivir, amar y aprender de ellas mismas, sin darse cuenta olvidaban lo esencial, que el verdadero brillo es el que sale del alma y no el que da un hada a través de su "mágica" varita, que el brillo centelleante a nuestro alrededor es el que decidimos exteriorizar en cada una de las acciones que hacemos. Que la recompensa está en cada una de ellas. La recompensa está en ti.