PRIMER CONCURSO DE RELATOS EROTICOS PAPIKIWI 07/01/2018

SOLO UN BESO

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Fuente

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Observación del Autor:
Usé el guión para encerrar diálogos,
se que no es común pero es mi estilo de escritura.
Disculpen si les parece extraño.

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―¿Segura de esto?―.
―Claro ¿y tú, eres capaz de hacerlo?―.
―Te demostraré que sí―.
―Bien, aquí voy, y recuerda no te involucres si no te hago la señal―.
―Ok―.
Atravieso el área de la piscina, la cálida brisa del mar se cuela debajo de mi vestido azul, me acerco a la barra y golpeo con suavidad su hombro. Él gira suavemente, es tan atractivo como me lo imaginaba.
―Disculpa que te moleste, pero mi amiga me reto a besar a un desconocido― señalo a mi asistente ―¿Serias voluntario?―.
Él abre la boca con incredulidad y deja caer el vaso sobre la barra, no intenta ocultar su anillo de casado, al contrario presume de el cuando posa su mano en mi rostro.
―Claro preciosa lo que sea para satisfacer a un ángel, pero antes debo preguntar ¿Cuál beso te haría más feliz, de labios o con lengua?―.
―Si voy a hacer algo, mejor hacerlo bien… con lengua―.
―Excelente forma de pensar― dice y me acerca.
Empieza suave, luego es más intenso, cuando necesito tomar un poco de aliento introduce su lengua en mi boca, es gruesa y fuerte, tiene la capacidad de activar mis papilas gustativas y la forma como recorre el interior de mi boca y como acaricia mi lengua es abrumadora. No quiero separarme, así que me pliego a él para mantener el equilibrio. El sabor y el olor a whisky que desprende de él es adictivo. Sus nudillos recorren mi espalda y al llegar a mi cadera posa sus manos abiertas, siento como las sube y baja con la sugestiva sensación de que en algún momento bajaran aún más. Recuerdo que estoy en un lugar público así que me retiro de pronto.
―Bien, muchas gracias por tu ayuda― intento retirarme pero el sujeta mi mano sin dejarme ir.
―No te vayas, acéptame una copa―.
No debería, pero mi curiosidad de saber que tan lejos es capaz de llegar, o que tan lejos llegaré yo, le gana a mi ética.
―Ok, solo una―.

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Caminamos cerca de la playa está sola y poco iluminada, llegamos a una palmera tan inclinada como para sentarse en ella. Yo lo hago pero él se queda frente a mí. La lujuria en su mirada es clara pero no peligrosa, en cualquier caso sé que mi asistente se encuentra observándonos en la distancia.
―Hace un rato te di dos opciones, escogiste una, pero quiero darte la oportunidad de probar la segunda―.
―No entien…―.
Me besa suavemente, baja por mi cuello usando solo sus labios, recorriendo todo el camino hasta mis senos, siento su lengua encendida deslizarse por el límite entre mi vestido y mi piel, no tengo intención de evitar que lo cruce, él lo sabe y no espera más, muerde la tela de mis vestido y lo corre hacia abajo dejando mi seno al aire, la brisa y la excitación me pone duro el pezón pero él lo absorbe y su calidez me hace gemir de placer.
Sus ambiciosas manos se cuelan bajo mi vestido y sujetan mis pantis, me arqueo para permitir que tire de ellas hasta dejarlas caer en la arena, decido tomar la postura de la palmera reposando sobre ella. Él sabe que estoy dispuesta, esperando sentir de lo que tanto presume, toma mis manos y las coloca en su rostro, dándome el control de decidir su dirección, su lengua rasposamente deliciosa me estimula en el lugar correcto y es imposible no invocar a Dios con cada succión.
Aprieto su rostro con mis manos y lo siento internándose más allá de mis muslos, más allá de mis labios, más allá de cualquier frontera. Él se sujeta con más fuerza de mi cuerpo, yo grito de placer sin ningún pudor, lo alejo y lo acerco a mi ritmo, subo una pierna sobre su hombro permitiéndole más acceso a mí, con su lengua me penetra y con sus labios me succiona ayudándome a llegar al orgasmo más alucinante que he tenido en mucho tiempo.
Mis manos se relajan y el procede a limpiarme con su lengua de una forma que hasta diría es cariñosa.
―Ese es mi beso labial― dice seductoramente antes de agregar ―tu amiga nos observa ¿dile que se nos una?―.
Y es el comentario perfecto para hacerme la ofendida.
―Por supuesto que no― exclamo y lo empujó hacia atrás ―eres un enfermo― y aprovecho de salir corriendo.
―¡Espera!...¿Y qué pasa conmigo?―.
―Ya encontraras a alguien más―.

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―¿Hiciste un video?― pregunto a mi asistente.
―Sí pensé que por el video nos pagarían más―.
―Ya nos pagaron, con las fotos tenemos las pruebas de la infidelidad, lo perderá todo―.
―Y ¿para qué quieres el video?―.
―Para mí― digo y rio de su ingenuidad.
―No te hace sentir mal―.
―¿Por qué? solo fue un beso―.

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Saludos cordiales... Mariana!!!

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