Todavía recuerdo la primera vez que los vi, de tez blanca, alto, delgado, cabello rojo y ojos marrones, no era muy atractivo pero tenía una mirada tan intensa que podía hacer que tus rodillas temblaran.
Como estudiábamos en la misma universidad no me costaba para nada encontrármelo una y otra y otra vez.
Frecuentábamos la biblioteca tres veces a la semana, sin ruidos, concentrados cada quien en el libro de ese momento y sin nunca hacer contacto visual. Aun sin vernos podía sentir su fuerte presencia ahí, tan fuerte como si estuviera justo a mi lado. Podía oler su colonia, ese aroma varonil que me hacia inhalar tan profundamente que podía dejar el oxigeno para siempre.
Un aroma que podía hacer que cualquier mujer agachara la cabeza con una sonrisa tímida en su cara y leve sonrojo en sus mejillas, justo lo que me estaba pasando en ese momento. No podía moverme bajo su presencia, no podía controlar mi respiración y sentía una sensación de cosquilleo entre mis piernas, tenía que salir de ese lugar. Hice todo lo que pude para tranquilizarme y caminar normalmente hacia la salida.
En el momento que me levante, el me miro y me sonrió, jamás había visto una sonrisa tan exquisita en mi vida. Sin devolverle la sonrisa, me gire y salí corriendo. El único lugar que encontré para esconderme fue el baño no muy lejos de la biblioteca.
Verificando que nadie estuviera ahí fui directo a unos de los cubículos y pase el seguro, me senté y trate de calmar lo que estaba sintiendo en ese momento. Intente pensar en otra cosa o respirar más lento pero ninguna de las dos funcionaron.
Necesitaba liberar esa sensación que se apoderaba de mí, de mi cuerpo y nublaba mi mente.
Había escuchado que la masturbación podía ser mejor que el sexo en si ya que es tu cuerpo y nadie lo conoce como tú. Cerrando mis ojos comencé a pasar mi mano por mi cuello imaginado como se sentiría si él lo hiciera, con mi otra mano me tape la boca para que si alguien entraba no me escuchara gemir.
Seguía tocándome delicadamente, por mi cuello, mis clavículas, al llegar a mis pechos los apreté, puse mi mano en la rodilla y comencé a ir arriba. Llevaba vestido así que no fue difícil llegar hacia donde más necesitaba. Podía sentir la humedad corriendo por mis piernas, moviendo a un lado mis pantis roce con un dedo tentativamente mi centro y solo pensé “dios…” estaba tan mojada que con solo una mirada de esos ojos marrones hubiera llegado al clímax si mayor esfuerzo.
Con un ritmo lento masajeaba mi clítoris, un ritmo que no duro mucho e volverse rápido, seguía con la otra mano en mi boca pero necesitaba mas no podía soportarlo era como una tortura. Me mordí los labios para no emitir sonidos mientras mi otra mano se estaba uniendo a mi placer.
Introduje dos dedos dentro de mi imaginado sus manos en el lugar de las mías, imaginándolo su blanca piel acariciando la mía, imaginándolo a él dentro de mí.
Llevaba un ritmo muy rápido casi descontrolado, estaba sudando, hiperventilando y no podía sacármelo a el de la cabeza sabiendo que ya me faltaba poco, que no aguantaría mucho tiempo.
En ese momento entraron personas al baño pero yo no podía detenerme, con mi mente llena de humo y mordiéndome el labio, para evitar gritar en éxtasis, logre terminar, logre liberarme de esa sensación que me hacia sufrir.
Al calmarme un poco note un sabor metálico en mi boca, era sangre. Caí en cuenta que, por tratar de guardar silencio y pasar desapercibida, me había roto el labio.
Muy pero muy bueno excelente trabajo... la lectura nos dejo a todos contentos... jeje
excelente, saludos
muy buen relato me gusto.
Participando. Muy original, éxito en el concurso
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omg fantastıco..madame touch to ququ :D