EL NACIMIENTO DEL CINE EN MÉXICO

in #cine4 years ago

Un día 28 de diciembre de 1895 fue creado el cinematógrafo por parte de los Hermanos Lumiére. Rápidamente el invento tomó relevancia dentro de la sociedad francesa de aquella época y consecuentemente la ambición por dar a conocer el cinematógrafo fue tanta que prontamente se buscaría llegar a distintos países, dentro de los cuales se encontraba México. Los encargados de hacer el viaje fueron Gabriel Veyre y Ferdinand Von Bernard.

Gabriel Veyre nació el 1 de febrero de 1871 en Septéme, cerca de Lyon, en Francia. Veyre se hubo graduado en farmacología en 1895 y asumió la responsabilidad de mantener a su madre y cinco hermanos tras la muerte de su padre dos años antes. Los hermanos Lumiére buscaban operadores para la incipiente iniciativa, quienes requerìan tener conocimientos sobre química para el revelado de películas, nociones básicas de fotografía para filmar y la capacidad de enfrentar lo imprevisto. Veyre se postuló en seguida supo el llamado. Por su parte, sobre Ferdinand Von Bernard se especula que descendía de alemanes. Sin embargo, se desconocen tanto la razón por la que se encontraba en Francia, como las condiciones de su asociación con Veyre.

El 24 de julio de 1896 llegaron a la Ciudad de México tras un viaje de cinco días desde Nueva York. El general Felipe Berriozabal, ministro de Guerra, los conectó con Porfirio Díaz a quien le ofrecieron la primera función el 6 de agosto de 1896 en el castillo de Chapultepec para después realizar dos funciones más: la primera el 14 de agosto a periodistas y grupos científicos, y la segunda el 15 de agosto al público en general. Al haber gustado el espectáculo se dieron funciones todos los días subsecuentes. El precio de un boleto era de 50 centavos, precio similar al de los mejores asientos dentro del teatro. Siendo un elevado costo considerando que el salario mínimo variaba entre 17 centavos y $2.50, según el INEGI. Gabriel Veyre tomó alrededor de 35 “vistas” en México.

El 19 de octubre de 1896, Von Bernard comenzó a dar sesiones en Guadalajara, mientras que Veyre permaneció en la Ciudad de México. Para el 27 de noviembre de 1896 había funciones en ambas ciudades. El 10 de enero de 1897, la asociación entre Veyre y Bernard se habría disuelto. Tras viajar por Cuba, Francia, Canadá, Japón e Indochina, sin tener un éxito igual al que tuvo en México, Gabriel Veyre fallecería en 1936, en Marruecos. Mientras que, Von Bernard partiría rumbo a Santa Fe, Nuevo México; para desempeñarse en las ferrocarrileras.

De 1896 a 1906, se presentaron los exhibidores ambulantes, personas que viajaban por todo México para ofrecer proyecciones y solventar sus gastos. Estas mismas no contaban con la autorización de los creadores de dichas vistas. Asimismo, la luz eléctrica y los ferrocarriles condicionaron sus rutas, ya que por las ferroviarias se movilizaban hacia las ciudades, pero si estas no contaban con luz eléctrica, por consecuente, no podían ofrecer su “servicio”.

El centro de la producción masiva de filmes se encontraba en Nueva York y Europa, lo cual propiciaba una escasa llegada de películas “nuevas”, a lo mucho una o dos cada 15 días: cantidad insuficiente para atraer al público. Por lo cual optaron por aumentar la cantidad de películas exhibidas por el mismo precio, se presentó un caso de un empresario que proyectó cien vistas por el precio de diez ante la demanda de la audiencia. Sin embargo, si llegaban más películas nuevas, caso contrario: se reducía el número de proyecciones, y en los programas de mano o carteles se resaltaba el título del filme sobre todo lo demás. De aquí surgen las primeras películas de atracción en México.

Hacia 1905, los productores europeos ante la creciente piratería, tomaron un pasaje de avión y comenzaron a abrir distribuidoras en las ciudades más importantes del mundo, en México se abrieron en la capital; dando pie a la sistematización del mercado cinematográfico de aquella época y las bases de la que actualmente rige de manera global. Algunos de estos empresarios fueron Charles Pathé, Georges Melies, Thomas A. Edison y Léon Gaumont. Esta expansión generó la inauguración de salas permanentes, disminuyendo la ambulancia en un 90%, sin embargo este apartado de exhibidores sentarían las bases para el gusto (u obsesión) por consumir películas en la sociedad mexicana.

Salvador Toscano fue uno de los más importantes precursores en la cinematografía nacional. Originario de Guadalajara, Jalisco; Salvador se tituló como ingeniero hidrógrafo y topógrafo, enterado del invento de los Lumiére, encargó a Francia uno para su uso personal y comercial. Fue reconocido como uno de los más dinámicos empresarios ambulantes, pues al no haber grandes capitales que invirtieran en estudios cinematográficos como lo habìa en diversos países, optò por crear sus propios filmes con lo que sucediera en México. “Porfirio Díaz en Yucatán” fue uno de los trabajos más innovadores en su rubro. Toscano mostraba el viaje completo del presidente de México, desde su partida de la Ciudad de México hasta la concluyente despedida de los ciudadanos de Yucatán.

Por su parte, los hermanos Alva, originarios de Michoacán, y habiendo sustituido la fabricación de bicicletas por el cine; fueron contratados por la compañía francesa Pathé para enviar notas al Pathé Journal, importante productora de noticieros y documentales. Se convirtieron en los camarógrafos más importantes de fines del porfirismo (1910) y primeros años de la Revolución. El carácter documentalista riguroso de dichos hermanos, abriría paso a la utilización de los planos secuencia, mostrando una acción o evento en su totalidad sin cortar entre un plano y otro.

La Revolución mexicana tiene un vínculo particular con el cine ya que a través de la historia por medio de la invención y popularización del cinematógrafo a finales del siglo XIX y su relación simbiótica con el proceso sociopolítico y fenómeno mediático, artístico, y cultural; centrándose principalmente en producción de cine documental.

Esta tendencia empezó pocos años después de que Thomas A. Edison y los hermanos Lumiére empezaran a comercializar, respectivamente, el kinetoscopio y cinematógrafo; con el objetivo de informar. persuadir y entretener a la población acerca de las guerras de la época, donde este medio de comunicación se fue expandiendo dando un doble valor a la Primera Guerra Mundial. La importancia de estas producciones era la representación auténtica de la guerra en el lugar de los hechos, sin embargo, las falsificaciones o modificaciones inspiraron propuestas por parte de los espectadores decepcionados y/o disgustados con las mismas. Tal es el caso de la estructura que presentaban algunas vistas, similares a las de Georges Melies, quien lo dividía en escenas. Sin embargo, Melies contaba anécdotas argumentales, mientras que las vistas mexicanas narraban el conflicto armado.

A través de estos fragmentos cinematográficos, el pueblo vio en movimiento a los héroes de la Revolución de que hablaba la prensa: Francisco I. Madero, Pascual Orozco y Pancho Villa, por ejemplo. El conflicto político sustituyó a las películas de atracción, no era necesario contar una historia diferente a la que se estaba viviendo en el país, ésta por sí misma fungía como atracción.

En 1910, el cine en México ya era un negocio consolidado, habiendo bastantes “vistas”, logrando que el mercado se expandiera y se desarrollaron temas más largos, complejos y nuevas formas de narrar. El cine experimentó nuevas maneras de apreciar los procesos políticos a través de la imagen del conocimiento, beneficiado también por las innovaciones tecnológicas fotográficas; mostrando oportunismo y competencia económica.

Para 1915, situación similar a la que vivió muy posteriormente el género Western en Estados Unidos, el público ya se había cansado de las películas de la Revolución, dando pie a que el gobierno retirara del ojo público todo lo relacionado al evento, pues creían que recordarles a los mexicanos un enfrentamiento entre paisanos era simplemente inconcebible. De esta manera, contaban con una coartada para la censura en el país. En 1920, directamente no se permitía filmar películas basadas en la Revolución y las que se rodaran, al poco tiempo serían prohibidas.

A partir de la administración de Venustiano Carranza como presidente de la República Mexicana, el cine contaba con dos propósitos: promover una buena imagen de México hacia el exterior y la educación. No existía un organismo gubernamental estricta y específicamente dedicado a la cinematografía nacional, la producción de películas educativas quedaba en manos de las distintas secretarías (Agricultura, Educación o Relaciones Exteriores). A lo largo de los años, uno de los personajes que más influyó en esta oscura etapa de la producción de cintas nacionales fue José Vasconcelos, secretario de Educación Pública durante el mandato de Álvaro Obregón, promoviendo, aunque de manera vaga, el cine. Vasconcelos importó películas educativas de Estados Unidos y le ordenó a los camarógrafos que guardaran testimonios visuales de las actividades que se realizaban. Por su parte, la Secretaría de Agricultura y Fomento filmó películas científicas, como complemento de las conferencias dadas por especialistas. “Chalma” serìa la primera pelìcula etnogràfica mexicana, hablando acerca de un estudio en la zona arqueològica de Teotihuacàn. Asimismo, la Secretarìa de Industria, Comercio y Trabajo se embarcarìa en una gira promocional por Europa con pelìculas propagandìsticas.

De acuerdo con la prensa, estos fueron los documentales mejor construidos de su época. Lamentablemente, muchas de estas películas se perdieron con el paso del tiempo.

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