The Cheque-Book of the Bank of Faith -Charles Spurgeon (ES)

in #christian-trail6 years ago (edited)

PREFACIO

Una promesa de Dios puede ser comparada muy instructivamente a un cheque
pagadero al portador. Es dada al creyente con miras a concederle algo bueno.
No tiene el propósito de que la lea confortablemente para que luego se olvide de
ella. No, el creyente debe usar la promesa como una realidad, como un hombre
usa un cheque.
El creyente debe tomar la promesa y endosarla con su propio nombre,
recibiéndola personalmente como algo verdadero. Debe aceptarla por fe como
suya. Cree firmemente que Dios es veraz, y veraz en cuanto a esta palabra
específica de promesa. Pero va más allá, y cree que ya cuenta con la bendición,
puesto que tiene la firme promesa de ella, y, por tanto, pone su nombre en la
promesa para certificar el acuse de recibo de la bendición. Hecho esto, debe presentar la promesa al Señor con fe, igual que un hombre presenta un cheque en la ventanilla del Banco. Debe argumentarla por medio de
la oración, esperando verla cumplida. Si ha venido al banco del cielo en la fecha
establecida, recibirá de inmediato el monto de la promesa. Si el cheque tiene
una fecha posterior, debe esperar pacientemente hasta que llegue ese día; pero,
mientras tanto, puede considerar la promesa como dinero en efectivo, pues el
Banco le pagará con seguridad cuando llegue la fecha indicada.

Algunos individuos no estampan el endoso de la fe en el cheque, y por ello no
obtienen nada; y otros son negligentes en presentarlo, y estos tampoco reciben
algo. Esto no es culpa de la promesa, sino de aquellos que no actúan con sentido
común en relación a la promesa, a la manera requerida en los negocios.
Dios no ha dado ninguna prenda que no quiera redimir, y no ha alentado
ninguna esperanza que no quiera cumplir. Para ayudar a mis hermanos a creer
esto, he preparado este pequeño volumen. La visión de las propias promesas es
buena para los ojos de la fe: entre más estudiemos las palabras de gracia, más
gracia obtendremos de las palabras. A las Escrituras alentadoras he agregado
mis propios testimonios, que son el fruto de la tribulación y de la experiencia.

Yo creo en todas las promesas de Dios, y he probado y comprobado muchas de
ellas personalmente. He visto que son verdaderas, pues han sido cumplidas para
mí. Confío que esto sea alentador para los jóvenes y que no deje de ofrecer solaz
al grupo de mayor edad. La experiencia de un hombre puede ser de suma utilidad para otros, y, por esta razón, el hombre de Dios de tiempos antiguos
escribió: “Busqué a Jehová, y él me oyó”, y también: “Este pobre clamó, y le oyó
Jehová.”

Yo comencé estas porciones diarias cuando estaba siendo embestido con
violencia por la marejada de la controversia. Desde entonces he sido arrojado en
“aguas que habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado”,
las cuales, si no hubiera sido por la mano sustentadora de Dios, habrían
ahogado a cualquiera. He soportado tribulaciones provenientes de muchos
flagelos. El agudo dolor corporal siguió a la depresión mental, y esta fue
acompañada tanto de duelo como de aflicción, en la persona de alguien tan
querida como la vida. Las aguas se agitaron continuamente, y las olas se
sucedieron una tras otra. No menciono esto para implorar simpatía, sino
simplemente para que lector vea que no soy un marinero de tierra firme. He
cruzado, la mayor parte del tiempo, esos océanos que no son Pacíficos: conozco
el oleaje y la furia de los vientos. Nunca fueron las promesas de Jehová tan
preciosas para mí como en esta hora. Algunas de ellas no pude entender hasta
ahora; no había llegado para mí la fecha del cumplimiento de su plazo, pues yo
mismo no estaba lo suficientemente maduro para percibir su significado.
¡Cuánto más maravillosa es la Biblia para mí ahora, de lo que fue hace unos
meses! Al obedecer al Señor, y al llevar Su vituperio fuera del campamento, no
he recibido nuevas promesas; pero el resultado es igual a que las hubiera
recibido, pues las antiguas promesas se han abierto para mí con más ricas
provisiones. En especial la Palabra del Señor a Su siervo Jeremías ha resonado
de manera sumamente dulce a mis oídos. Su porción fue hablarles a aquellos
que no querían oír, o que oyendo, no querían creer. La suya fue la aflicción
proveniente del amor decepcionado, y de la resuelta lealtad; Jeremías hubiera
querido sacar a su pueblo de sus errores, sin abandonar él mismo el camino del
Señor. Para él fueron palabras de un profundo poder sustentador, que
impidieron que su mente fallara allí donde la naturaleza que no contara con
ayuda se habría hundido. Yo he amado estas y otras frases semejantes de gracia
y de oro, más que a mi alimento necesario, y con ellas he enriquecido estas
páginas.

¡Oh, que pudiera consolar a algunos de los siervos de mi Señor! He escrito desde
mi propio corazón con miras a consolar sus corazones. Quiero decirles en sus
tribulaciones: “hermano mío, Dios es bueno. Él no te abandonará: Él te
sustentará. Hay una promesa preparada para tus presentes emergencias; y si
crees en ella y la argumentas en el propiciatorio por medio de Jesucristo, verás
que la mano del Señor se extiende para ayudarte. Todo lo demás puede fallar,
pero Su palabra nunca fallará. Él ha sido tan fiel para mí en incontables
ocasiones, que debo alentarte a que confíes en Él. Yo sería ingrato para con Dios
y poco amable para contigo si no hiciera eso.”
¡Que el Espíritu Santo, el Consolador, inspire al pueblo del Señor con renovada
fe! Yo sé que, sin Su poder divino, todo lo que pudiera decir sería inútil; pero
bajo Su influencia vivificadora, aun el más humilde testimonio afirmará las
rodillas débiles, y fortalecerá las débiles manos. Dios es glorificado cuando Sus
siervos confían en Él sin reservas.

No podemos ser demasiado niños con nuestro Padre celestial. Nuestros
pequeñitos no hacen preguntas acerca de nuestra voluntad o de nuestro poder,
sino que, más bien, habiendo recibido una vez una promesa de su padre, se
regocijan ante la perspectiva de su cumplimiento, sin dudar nunca que no sea
tan segura como el sol.

Que mis lectores, a quienes tal vez nunca vea, descubran el deber y el deleite de
tal confianza infantil en Dios, mientras lean la porción que he preparado para
cada día del año.

Durante largos años, varios miles del pueblo de Dios, han leído mi Cada
Mañana y Cada Tarde y muchos de ellos han sido muy buenos y me han escrito
y han reconocido el beneficio de tal lectura. Yo espero que este librito no
interfiera con esos volúmenes. Estas porciones diarias han sido reunidas
procedentes de un rango más diverso de tópicos, y son muy beneficiosas porque
tratan con doctrina, experiencia, práctica y todo lo demás. Esta es únicamente
una exquisitez de dulzura, y no debe interferir con comidas más completas: no,
más bien, yo espero que provoque un mayor anhelo de esas comidas.

Que el Señor Jesús acepte este servicio mío para Sus ovejas y corderos, de
Su indigno siervo,

Charles Haddon Spurgeon

Hola mis amigos y hermanos en Steemit, estaré compartiendo esta joya preciosa como lo fue Charles Spurgeon, ademas de mis post cristianos de reflexión espero que sean de bendición a sus vidas como lo es para mi. Estará disponible cada post en Ingles y español. Un abrazo.

Fuente: Book: The Cheque-Book of the Bank of Faith. Author: Charles Spurgeon

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