Es insólito cómo en Venezuela resulta tan normal que niños y jóvenes se dediquen a sustraer pertenencias de otros con un alto entrenamiento. En tu historia, perdió el maleante, pero eso es raro; casi siempre el transeúnte termina robado. Gracias a Dios, queda mucha fuerza en tus manos, apreciado amigo.
Un saludo afectuoso y un abrazo.