El último suspiro.

in #cervantes7 years ago

Ahora que estoy sentado acá, con las manos apoyadas en los respaldos de esta incómoda silla, en una escena que es tan burlesca como la vida misma, repaso mentalmente el trayecto de los acontecimientos que me han traído hasta acá, no podría describirlos de otra manera y, para ser sincero, no me queda tiempo para ahondar más en ellos.

El terror me abruma, el miedo es sofocante, pero en el fondo el sentimiento de tranquilidad está presente, no tengo que ver más estas caras acusativas, no tengo que aguantar más sus reproches constantes, pues ellos no entienden ni entenderán nunca mis razones.

Si hubiesen estado en mi lugar, si hubiesen vivido la experiencia, si hubiesen sentido la adrenalina, la emoción, la alegría del acto, harían lo mismo que yo con el mismo placer, con el mismo ímpetu de un trabajador conquistador, es facil culparme cuando no conocen nada de mí mas allá de lo que ellos creen saber.

La primera vez fue difícil, inesperada, no fue planeada bajo ningún concepto y, sin embargo, fue la más placentera, todas las veces que le siguieron fueron solo un intento de repetir esa sensación indescriptible que solo puedo comprarla con poder, con dominio, apesar de que era solo era un instante.

Ver la sangre correr creo que es lo que me da placer, ver la agonía, ver la muerte aproximarse y sentir como su presencia llena todo el lugar, esa primera vez, pasando la hoja de afeitar por el cuello de aquel drogadicto, la cuchilla, que, de no haber aparecido el habría sido usada para exponer mis venas al mundo y dejar así que mis frustraciones y problemas se fueran junto a mi sangre, junto a mi vida, estaba en mis manos justo en el momento que me atacó, para asaltarme, para asesinarme, la verdad no importa, lo importante es lo que mi cuerpo pudo hacer en con el miedo, en caso de terror, en presencia de una situación extraña a el; actuó como siguió actuando después de ese momento, con eficiencia.

Volvía de mi universidad después de un día de clases igual de horrible que los anteriores, pensaba en todo lo que mi vida mejoraría si ya no volviera, si ya no viviera, para estar en el 2do año de medicina, tener uno de los mejores promedios y, aún así, siendo víctima del bullying que me acosaba desde la preparatoria, creo que lo había manejado bien, ese día había tomado la decisión de acabar todo de forma rápida, tenía el conocimiento básico para hacerlo causando el menor dolor posible, compré la hoja de afeitar en una tienda cualquiera camino a casa, pensando en que aguante mucho, soporte más de lo que debía y era hora de actuar y partir, cruzar por un callejón qué nunca había transitado por miedo a ser asaltado ya no era aterrador pues ya nada me asustaba.

Fue entonces, a eso de las 4 de la tarde de un día cualquiera en mi vida que había decidido que era el último que escuche los pasos salir en mi dirección y, al voltear el terror fue inmediato, venía un hombre vestido de andrajos corriendo hacia mí con un largo cuchillo en la mano, al ver esto no pude más que paralizarme y apretar fuertemente el paquete de hojillas que hace un momento acababa de comprar, todo paso más rápido de lo que puedo recordar, solo escuche un "dame todo lo que tengas" responder "llévese lo que quiera pero no me haga daño" y, mientras era revisado, con el cuchillo en la garganta, mi cuerpo actuó de la manera que definiría mi situación actual, sin que el maleante se diera cuenta saque una de las hojillas del empaque, la sostuve por el centro mostrando su filo hacia delante y cuando esté subió la cara para decirme que que escondía en mis manos alzadas hasta ese momento, de un solo movimiento, en un solo acto mi mano descendió con una velocidad no conocía por mi pasando el filo por el cuello de mi atacante, lo que viene después, es el momento que cambió mi vida, sus ojos abiertos sin otra expresión que horror y asombro, la mano con la que sostenía el cuchillo que estaba en mi cuello bajo, y fue a intentar inútilmente de tapar el torrente de sangre que salía de su cuello, duró unos instantes de pie que me parecieron eternos, callo de rodillas dando extraños gemidos de perro herido sin dejar de mirarme a los ojos, sin dejar de apretar su cuello y yo, parado frente a él, con la mano izquierda llena de sangre, llena de su sangre, con la hojilla aún mostrando su filo, solo que ahora manchada de rojo, viendo cómo a cada segundo, a cada latido de su corazón un poco más de vida se escapaba de si, cómo salía cada chorro de sangre de entre sus manos, me quedé allí hasta ver que caía de costado, con los ojos abiertos, con sus manos sobre su cuello, viendome hasta que su último suspiro, ese último y para mí, placentero suspiro escapó de su boca, dejando sus ojos vidriosos sin vida, su cuerpo manchado un charco de sangre, de su sangre.

Allí empecé a correr, no supe cuanto tiempo habia estado allí, de pie, junto al cadáver, pero no podía arriesgarme a ser descubierto, no me detuve hasta llegar a mi casa, entrar a mi cuarto y, luego de encerrarme bajo llave, sentarme un rincón a llorar por todo lo ocurrido, sintiendo verdadero terror de qué me atraparán y encerraran, pensando en entregarme, pero, poco a poco una idea fue formándose en mi mente alrededor de ese recuerdo, alrededor de su última exhalación, fue placer, pero también fue el recordar la adrenalina sentida lo que me hizo, no sin un sentimiento culposo, sentirme bien por lo realizado, es increíble la velocidad a la que el cuerpo se desangra cuando la arteria carótida es cortada y supongo que mi cerebro en su instinto de supervivencia, aplicando lo que he aprendido para salvar vidas uso eso para quitar una.

Dormí toda la noche, no recuerdo el momento exacto de quedarme dormido, se que fue mientras miraba mis manos aún llenas de sangre, me desperté con la seguridad ciega de ser atrapado, de haber sido visto y de ser un perseguido por la ley pero al buscar en las noticias, solo encontré un pequeño artículo que ilustraba que habían encontrado un cadáver de un drogadicto y que posiblemente había sido asesinado en una disputa de drogas, no pude menos que reírme y pensar que la única droga que había actuado en ese momento era la adrenalina y que su usuario era un joven de familia adinerada que en ese momento creía que nunca lo atraparían.

Ese fue la primera pero no fue la última muerte, todo fue en un remolino de acontecimientos que nos llevaron hasta hoy, 5 años después de ese acto, 25 asesinatos después, a estar acá sentado, en esta maldita silla metálica en un salón con dos guardias a cada lado con una pared de cristal que me separa de la familia de muchos de esos muertos.

Viendo sus caras juzgandome, no puedo menos que reírme y al momento que se me pregunta si tengo algúnas últimas palabras solo puedo decir "si pudiera volverlo a hacer, lo haría a mayor cantidad de personas" y en ese momento escucho el clic de la conexión del circuito, siento la electricidad recorrer mi cuerpo y, al final, yo también exhaló mi último suspiro.

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