La Montaña

^{La Montaña:}

Recién se había bañado, aún con la toalla en la cabeza suena el teléfono que está en la cocina, corre por las escaleras, con su pasito alegre como siempre.

– ¡Alo!

– Hola Janet, ¿estás lista? voy para allá – dice Noel.

– Si, te estoy esperando.

– Ok – se despide Noel.

Sonó el timbre, abrió sin demora, le dio un beso en la mejilla y le apunto hacia la sala como de costumbre.

–¿Qué te pasó en el cabello? – dice Noel.

Y se echa a reír.

– No te burles de mis inventos, vente vamos a estudiar.

Ellos dos generalmente estudian juntos desde que estaban en el colegio, Noel es un experto en programación y matemática, mientras que Janet es muy buena en artes plásticas, se la pasaba pintando.

Pasaron algunas horas, Noel intentando que Janet captara algo para el examen. Ella vivía prácticamente sola, sus padres se la pasaban viajando exhibiendo sus cuadros en diversas galerías, así que su mejor compañía era su amigo Noel.

Al día siguiente, Nancy, Inés y Esmeralda pasaron buscando a Janet para ir al Instituto, conocía de sobra el sonido del auto de su amiga Esmeralda.

– Voy, - dijo Janet.

Mientras terminaba de comer lo que tenía en la boca.

–¿Qué? ¿Te acostaste tarde amigui? – dice Inés.

Inés tiene fama de chica fácil.

– Estudiando, mi niña mal pensada, - dijo Janet.

Llegaron al Instituto, con ese carro rojo que siempre se hacía notar y del que Esmeralda se sentía orgullosa, ella es de gustos refinados, adora lo costoso y las comodidades. Janet se sentía muy nerviosa por el examen, era la oportunidad que tenía para pasar la materia, de no aprobar, tendría que ir a recuperativo y se perdería sus soñadas vacaciones. Las amigas la animaron.

– Vaya ¿cómo vas a salir mal? Si te enseño el “coquito” de Noel – dice Nancy.

Al rato, mientras salía se le veía una hermosa sonrisa, y él la estaba esperando, ansioso por saber cómo había salido. Ella corrió, lo abrazó y comenzaron a saltar de emoción, los dos se sentían bien al estar juntos; era una especie de amistad inquebrantable y muy bonita.

–¿Entonces nos vamos?, dime ¿nos vamos? – dice Noel.

Mientras la agarra por los hombros y la mira a los ojos.

– Claro que sí, espéranos MONTAÑA – grita Janet.

De regreso a su casa con sus amigas y con Noel, van cantando, todos alegres porque Janet pasó el examen y podrán ir de excursión a la montaña, algo que han planificado desde hace tiempo.

Noel tiene un tío que vive cerca de las montañas, cuando pequeño fue varias veces, siempre la pasó tan bien, que recuerda las vacaciones en casa de su tío de manera especial, pero se quedó con las ganas de subir la montaña, porque era muy pequeño en aquel entonces.

– Nos vemos mañana temprano – dice Janet.

– Hasta mañana chicas – dijo Noel.

La casa de Noel está frente a la de Janet, la madre de él limpiaba el jardín y cuando vio el carro de Esmeralda saludó de forma cariñosa como acostumbra.

Era apenas las cinco de la mañana cuando Janet tocaba el timbre de la casa de Doña Josefa.

–¿Qué? ¿Te caíste de la cama? – dice Noel.

– No, – mientras sus ojos color caramelo se agrandaban más de la cuenta – casi no pude dormir.

La señora Josefa la saluda y le ofrece chocolate caliente. La señora Josefa es muy cristiana, y educó a Noel de esa manera, en su casa es habitual leer la biblia, hacer ayunos y estar por horas en oración.

– Mija tengan mucho cuidado por allá, no sé cómo este muchacho te pudo convencer de esa locura, eso de estar subiendo una montaña, le digo siempre que lo plano es más seguro – dice Josefa.

Ella se sonríe y sigue tomando su bebida. En ese momento se escucha la bocina de un carro y son las chicas llamando. Noel y Janet se despiden rápidamente de Josefa.

– Dejen la bulla niñas escandalosas – dijo Janet.

Suben sus maletas y arrancaron destino a la aventura.

^Fuente

Llegaron al pueblo, un lugar lleno de verde esplendor, un ambiente fresco como ningún otro y con el sol radiante desde muy temprano en la mañana.

El Señor Josué cuando vio detenerse el carro, se aproximó con rapidez para ayudar con el equipaje.

– Tío le presento a mis amigas.

– Un placer conocerlas señoritas.

Las chicas saludan y sonríen.

– Que hermosa finca tiene usted Señor Josué, - Dice Nancy.

Nancy es una joven tímida, amable y sentimental.

– Fue hecha al gusto de mi esposa, que en paz descanse.

Mientras sus ojos se aguaron, intentaba sonreír.

Ubicó en dos habitaciones a las jóvenes huéspedes estas descansaron un rato, luego comieron demasiado, porque en esa casa comer mucho es símbolo de felicidad.

Cuando estaban en ese amplio salón, donde seguro hacían grandes fiestas, se presentó una discusión entre ellos.

– Noelito, te he dicho que no es bueno ir a esa montaña, allí acostumbran hacer el mal a otros, y que salen fantasmas – dice tío Josué.

– La gente habla mucho tío, mantenga la paz que estoy protegido.

– Señor Josué eso deben ser cuentos de camino – dice Inés.

– Un fantasma, fantasma,…, fantasma – dice Noel, con voz extraña.

– Ya, que me está dando miedo – dice Nancy.

Mientras tanto Esmeralda y Janet se reían.

–¡Bueno chicas vamos a divertirnos! Vamos al centro – dice Esmeralda.

Llegaron al centro, que quedaba aproximadamente a una hora de la casa del señor Josué; aprovecharon a recorrer algunas calles, algunos lugares, entraron a un pequeño y modesto restaurante, conversaban, comían y tomaban.

– Chicas miren a ese sujeto tiene rato mirando para acá – dice Janet.

Voltean a ver “disimuladamente” al sujeto.

–¡Eso Janet!, todo eso para ti solita – dice Inés.

– Chicas, hay viene, viene para acá – dice Janet.

– Que lindo, déjalo que venga – dice Esmeralda.

– Buenas noches, - dice el desconocido.

Y se queda viendo a Noel. Noel hace un gesto con los hombros como diciendo ¿qué pasa?

–¿Amigo tanto he cambiado?, ¡Soy yo Pedrito!

–¿Pedrito?, claro que si mi amigo, sí que has cambiado mi pana.

Noel recuerda rápidamente a un niño gordito, con frenillo y lentes. Se dan un abrazo, y lo invita a sentarse con ellos.

– Pedro, te presento a unas amigas – dice Noel.

– Un gusto señoritas. Que suerte estar rodeado de tan hermosas flores. Tanto tiempo, a Noel, ¿qué te trae por estos lados? – dice Pedro.

– Estoy de vacaciones con mis amigas en casa de mi tío, viendo como nos divertimos.

– Recuerda Noel quedamos en ir a la montaña mañana – dice Inés.

–¿Qué? de que están hablando pana, esa montaña está embrujada, los que van para allá o mueren o no vuelven a ser los mismos. – dice Pedro.

– No sé, yo siempre he dicho que es mala idea ir – dice Nancy.

–¿Pero qué pasó?, no recuerdo nada de eso – dice Noel.

– Las cosas han cambiado por estos lados, la gente hace mucha brujería en esa montaña, invocan los malos espíritus y lo peor es ir para allá, busca otra cosa que hacer en tus vacaciones pana. – dice Pedro.

Pasaron unas cuantas horas, se creó una bonita amistad con Pedro ese día. Al día siguiente se despertaron muy tarde, el señor Josué les mandó a preparar algo para comer. Mientras almorzaban le contaban al tío todo lo que vivieron el día anterior en el pueblo.

Al final de cuenta decidieron alistar todo lo necesario para subir a las montañas al día siguiente, prefirieron hacer caso omiso a los comentarios de la gente acerca de las misteriosas cosas que suceden allí. Un rato después Noel estaba ayudando al tío a limpiar la camioneta, cuando llegó de visita Pedro.

– Buenas, ¿cómo está mi Don?

– Bien gracias a Dios, ¿y tú? – dice tío Josué

– Bien bien.

– Ese mi pana ¿cómo estás? –dice Pedro

Mientras se dan un apretón de mano.

– Muy bien mi amigo, vamos con las chicas, ya vengo tío – dice Noel.

– No te preocupes mijo, vaya tranquilo.

– Tienen una visita chicas – dijo Noel

–¿Cómo están hermosas flores? – dice Pedro.

Las muchachas le responden y le cuentan que al día siguiente irán a la montaña; por lo que Pedro se pone un poco nervioso.

–¿No sientes miedo Janet? – dice Pedro.

Pedro es un joven alto, esbelto, fuerte, extrovertido y un tanto misterioso.

– En realidad un poco, de todas maneras no me voy a regresar sin visitar esa montaña.

Por la forma en que Pedro observa a Janet parece atraído por ella.

–¿A qué hora nos vamos? – dice Pedro.

Todos quedaron estupefactos al escuchar eso, comenzaron a reírse y así estuvieron compartiendo un largo rato en la sala del señor Josué. Quedaron en salir a la seis de la mañana.

Al día siguiente y muy temprano se escuchaba a Pedro llamando a la puerta, vino el señor Josué y lo hizo pasar, ya los otros chicos estaban listos también, se llevan unos machetes, comida, agua potable, y el arma que más le gustaba a Noel, una resortera, en la que estuvo trabajando días atrás, para cazar iguanas, se llevan la camioneta del tío y Esmeralda lleva su auto.

–¡Por fin aquí! – se le escuchaba decir a Noel.

Mientras daba vueltas como símbolo de libertad, las chicas se unieron al baile espontaneo de su amigo, y Pedro observaba con una sonrisa de agrado mientras buscaba un cigarrillo para fumar.

– Ok, se terminó la fiesta amiguitos, cada quien a cargar lo que va llevar – dice Pedro.

Señalando las cosas que estaban en la camioneta, dejaron los carros debajo de un árbol grande y frondoso. Sin temor a nada, se sentían como adolescentes en busca de aventura, después de todo el plan era escalar un poco la montaña, cazar algunas iguanas y regresar de inmediato, ¿Qué podía pasar en ese tiempo?

Pedro observó que alrededor del árbol por donde tenían que pasar había montoncitos de tierra con figuras clavadas y nombres escritos, y prefirió saltar sobre esto y seguir, las chicas al ver el comportamiento de él hicieron exactamente lo mismo, Noel al contrario pateó todo eso y comenzó a hablar en voz alta:

– Estoy cansado de estas cosas, dañando a los demás con sus brujerías.

En eso Pedro se sobresalta

–¿Tú eres loco pana?, no te metas con los espíritus malignos, eso no es juego de niños.

–¿Qué te pasa? Tranquilízate, no hice nada malo – dice Noel.

– Eso es lo que tú crees – dice Pedro.

– Ya chicos cálmense, cálmense, vamos a seguir – dice Janet.

Los ánimos se apaciguaron y fueron disfrutando del verdor claro y del olor más natural e intenso que habían respirado, se detuvieron un rato para comer algo de lo que habían llevado.

– Al rato, Noel comenta – chicas vean allá arriba, una Iguana.

¡Vamos Pedro!, vamos a subir un poco, vamos a matar a esa iguana.

^Fuente

La iguana estaba en lo alto entre unas piedras, era gorda y grande; ellos llegaron a una parte donde tenían más posibilidades de matar el animal, desde allí comenzó Noel con la resortera a lanzarle piedra, pero de forma inexplicable las piedras llegaban cerca muy cerca y se desviaban, lo intentó una y otra vez, las muchachas observaron todo esto desde la parte de abajo donde se encontraban y se reían de Noel, porque según, él era todo un experto.

Pensando en cómo acabar con el animalito, inspecciona con Pedro la zona alrededor: frente a ellos había una montaña de piedras donde se encontraba la iguana, entre esto y ellos se encontraba un precipicio no muy amplio y se podía observar una gran cantidad de filosas piedras al fondo, al lado de ellos había un árbol alto con escasas hojas.

– Pedro, voy a subir el árbol y desde allá arriba quedaré al mismo nivel de la iguana y esta vez no fallaré. – dice Noel.

– Pana no lo hagas acabo de escuchar una voz que me dijo que va a ver un muerto – dice Pedro.

– Tú estás loco, déjate de broma – dice Noel.

Mientras tanto las chicas estaban muy aburridas esperando que a Noel se le pasara el orgullo tonto y reconociera que no pudo matar la pobre iguana. En eso Noel se está quitando la franela para subir, cuando Pedro decide que es él quien trepará el árbol y se lleva la resortera, este sube hasta cierta altura y se “detiene” por alguna razón, Noel observa un comportamiento muy extraño, los brazos y piernas de Pedro se separaban del árbol simultáneamente, en varias ocasiones.

–¿Qué pasa amigo? ¿Qué te ocurre? – grita Noel.

Luego baja Pedro, regresa con los brazos raspados y con sangre, los pantalones en la parte interna desde el muslo hasta la pantorrilla rasgados y con sangre; cansado y asustado.

–¿Amigo qué te Pasó? – dice Noel.

–¡No viste mi Pana!, un espíritu me zafaba del árbol, y yo volvía a sostenerme y así estuvo varias veces, casi que me mata.- dijo Pedro.

Los ojos de Noel lo miraban de forma incrédula, Pedro se sintió mal con esa actitud.

– Pana te digo que fue tu culpa, por molestar a los espíritus, esa broma era para ti. – dijo Pedro.

Las muchachas comenzaron a preguntarse qué pasaba, porque se les oía discutiendo a los chicos. Como no escuchaban bien, fueron hasta donde estaban ellos.

–¿Qué está pasando aquí? – dice Esmeralda.

–¿Qué te pasó Pedro? ¿Por qué estás así? – dice Nancy.

– Nos vamos ya de este lugar, aquí huele a muerto – dice Pedro.

– Disculpa Pedro pero tú no me mandas – dijo Noel.

– Bueno, el que me quiera seguir que me siga – dice Pedro.

– Ya chicos, ya – dice Inés.

Las muchachas se ven unas a otras, cómo pensando que hacer mientras Pedro se marchaba; de repente Esmeralda sale corriendo detrás de él y las otras también.

– Chicas lo siento, me quedaré y convenceré a Noel de irnos también, no se preocupen váyanse tranquilas, lo conozco bien – dice Janet.

Janet va y conversa con Noel, él le pide un “tiempito” más y ella queda en esperarlo abajo, pero que no demore.

Noel está pensando que hacer para no llegar con las manos vacías, su necedad y su eterno orgullo no le deja ver bien los acontecimientos; cuando de repente escucha una voz susurrarle: “te voy a matar”

–¿Qué? ¿Quién habla?

Y voltea de un lugar a otro, intenta mantener la calma y buscar una explicación; cuando de repente escucha otra vez la voz susurrarle: “te voy a matar”.

–¿Quién está contigo Janet?

Grita Noel, mirando hacia donde estaba ella con los ojos llenos de temor.

– Estoy sola, baja, vámonos – dice Janet.

– Espera voy para allá – dijo Noel.

No le dice nada de lo sucedido a Janet para no ponerla nerviosa, se queda mirando a la iguana, como el que se despide del ganador del día, cuando de repente algo lo golpea por la espalda tumbándolo al piso; lo deja sin aliento, causándole un dolor intenso, sin embargo el susto tal vez lo hace levantarse con rapidez, mirando por todas partes como buscando al culpable, y escucha otra vez la voz susurrarle: “te voy a matar”; no ve a nadie, en ese instante vuelve a sentir el golpe en su espalda con tal fuerza que lo empuja hasta la orilla, siente su cuerpo tambalear de un lado a otro a punto de caer al precipicio donde se hallaban las filosas piedras.

Es imposible detener lo inevitable, mientras cae sólo le pide a Dios que no lo abandone, recuerda a su madre y el pavor crece. De repente ve abrirse un portal en el fondo, y de este sale una mano grande llena de luz, que sujeta su cuerpo con suavidad y lo coloca en las piedras y esto desaparece como por arte de magia.

– Gracias mi Dios me has salvado.

Sonreía y lloraba al mismo tiempo, se sentía tan afortunado, miraba al cielo sin cesar, cuando de repente siente una fuerza invisible que lo golpea por el estómago, lo manda lejos y se entierra la punta de una filosa piedra en toda la columna vertebral, usa toda su fuerza y se desprende de ella, cae al piso y siente un dolor tan grande, tan profundo, que llora de forma desconsolada; no podía mover las piernas y perdía mucha sangre.

– Dios todopoderoso ten piedad de mí, me has salvado de la muerte, no me dejes así, y protégeme de este mal que me acecha, padre celestial.

En eso él siente un calor extraño proveniente de arriba, sus ojos no pueden creer lo que se aproxima, intenta desplazarse y no lo logra, cierra sus ojos con temor, una bola de fuego viene hacia él; internamente un calor agradable le recorre, una sensación de sanación es vivida, real, todo esto ocurre en cuestión de minutos, abre sus ojos y la bola de fuego ya no está, puede moverse, comienza a gritar mientras corre.

– Janet, Janet, Janet,…, Janet.

Ella estaba sentada dormida, los gritos la despertaron, lo ve venir sobresaltado, se pone de pie nerviosa, inesperadamente él la besa y la abraza fuerte muy fuerte, ella corresponde dulcemente sintiendo que algo malo muy malo le había ocurrido.

–¿Qué te pasó? ¿Por qué estás así? – dije Janet.

Con sus ojos tristes al verlo en ese estado.

–¿Viste todo eso? – dice Noel.

–¿De qué me estás hablando?, no vi nada, todo ha estado en calma, ¿Qué tienes? – dice Janet.

– Vamos, nos vamos, camina rápido Janet, te cuento en el camino.

Camino a la camioneta Noel le cuenta todo lo que le sucedió, ella queda estupefacta, nada extraño se escuchó donde ella estaba, se sintió muy mal por las situaciones que él vivió allí. Lloró por un rato, y se dio cuenta que Noel era alguien muy importante en su vida, que lo quería vivo y siempre con ella; le tomó su mano con fuerza, él al verla tan triste y frágil la cargó “a caballito” por un rato y dejó de hablar de eso.

Llegaron a casa del tío Josué, las chicas corrieron al ver el carro, se abrazaban, todos estaban muy preocupados por ellos dos, pasaron a la sala, él aún temeroso contaba todo lo que había vivido, era algo increíble de creer, cuando pasó su mano por la columna para sorpresa de todos tenía una cicatriz, cicatriz que le recordará por siempre que existe el bien y el mal en el mundo.

Al día siguiente, Nancy le pidió a Noel regresar, todos coincidieron en eso, recogieron su equipaje, se despidieron del tío Josué.

– Tío gracias por todo.- dice Noel.

– Sobrino esta es su casa también, venga cuando quiera.

Cuando ya estaban por irse el tío les dijo:

– Lo que aquí sucedió, aquí se queda.

Arrancaron el auto, y observaban la montaña a lo lejos, mientras regresaban a sus casas.

La montaña, es una historia donde la imaginación, la fe y la creencia de la brujería juegan un papel transcendental; entorno a esto giran las vacaciones de Noel y sus amigos.

<sub>Fuente de imagen "Mano de Luz" – Adaptación hecha a partir de :

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<sub>Fuente de imagen "Bola de Fuego" – Adaptación hecha a partir de :

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