Lucernario

Fue mi culpa, me asusté al ver la tarde
Luego de pedir a gritos tu sombra
Terminé aislándome en la oscuridad
Aturdida, fría, sola
Me arrastré hasta el último rincón
Me desplomé en medio de la nada
Había grillos, susurros
Pero mi alma era la única en la sala
Y de la nada apareció...
Justo cuando me sentía más ahogada en la penumbra
Su luz era tan clarita que acariciaba mis ojos
No iba a quedarse para siempre
No estaba tampoco tan cerca
Pero lo que empezó siendo eterna noche
Se volvió un rayito de calma por las mañanas.

El cielo no es el límite, es el impulso, es la mejor opción. Foto del autor.