Estaba yo loca?

Anoche soñé contigo. Y vaya diferencia a la realidad. O bueno, diferente a la última vez que me miraste, y que de tu boca solo salieron disparates sobre mí. Qué diferencia a unos meses atrás, o incluso esos 4 años que nos conocíamos. Todo era risas y felicidad. No había algo malo en esa extraña relación, que a pesar de la distancia y el poco contacto, la intimidad era algo puro, algo transparente.
No sabría ni por dónde empezar, pero buscando un orden, la primera vez que hablamos, donde solo éramos desconocidos buscando una amistad, o simplemente entretener nuestros cerebros hablando sobre el otro. Y desde ahí me encantó, todo de ti, nada se salvaba de mi cerebro devorador, que solo buscaba profundidad en cualquier aspecto, buscaba felicidad, y no le costó mucho, pues la relación entre nuestros pensamientos y comentarios era perfecta.
¿Estaba yo loca? O, ¿tú sentías lo mismo?
Podría pasar tiempo, semanas, hasta meses, incluso un año, y nuestros componentes seguían haciendo reacción, una química inevitable. De allí concluyo que evitar sentimientos es tarea perdida, simplemente no se contienen, no se pueden amarrar, son como pequeños prisioneros de mucho tiempo, que por más que se encarcelen, buscan cualquier hueco para salir, y en sus casos, lo logran. La diferencia con los sentimientos es que esos casos siempre pasan, o al menos en el mío.
La diferencia en el ahora es que, al primer problema, todo se fue a la mierda para ti, es como si nunca me hubieras conocido, como si todas mis palabras y sentimientos no fueran suficiente para ti, y mucho menos las acciones, que a diferencia de ti, dejan mucho que desear, como quien llega a casa luego de un largo día de trabajo con hambre y no hay nada en el refri. Como quién tiene sed en época de sequía y se acabó el agua de la cantara.
¿Por qué desconfías de mí? Porque tú mentiste primero. Y no quiere decir que desconfíe de tus sentimientos, porque en el momento eran auténticos, y brotaban como agua de un manantial, tal cual en su dulzura y transparencia. Aunque tal vez no fueron tan puros, pues se esfumaron de tu alma, con la misma rapidez con la que ideaste historias absurdas sobre mí, y de las cosas que te imaginaste que hice, las cuales mi conciencia no temen, pues nunca mentí, ni jugué con lo que teníamos. Era súper importante para mí, como lo es la gasolina para un auto andar, o como las branquias de los pescados para poder vivir bajo el mar.
La dulzura y pureza desapareció de esos ojos, y de esa sonrisa, que carcajeaban mientras estábamos juntos, mientras me abría a ti en alma entera, y te daba la totalidad de mi amor, sin importar que estuviera mal, incorrecto y metafóricamente ilegal. Ese día, sus ojos brillaban de oscuridad, la indiferencia y el odio radiaban, dejaste de ser ese hombre que me hacía vibrar de emoción, pues ahora me inquietaba de tristeza, dolor y de rabia.
Desechaste mis sentimientos tal cual factura que te dan luego de una compra. Y ni hablar de los tuyos, esos se fueron y ni me di cuenta.