De camino a Lindhorst
Esta mañana salí de casa pensando en muchas cosas.
Las cosas que debo hacer, otras que debo completar y sobre todo, el poco tiempo que tenía para cumplir con todo en el mismo día.
Sabía que me esperaba una larga caminata hasta la estación del tren, tomando en cuenta que está en otro pueblo.
Empecé a caminar viendo a mi alrededor las casas y los paisajes hermosos que pinta la naturaleza en estas zonas.
En mi caminata vi muchas cosas bellas, flores, ríos, bosques y hasta logré ver a un pequeño zorro corriendo entre los árboles, pero de todas estas cosas, hay una sola por la cual detuve mi caminata.
Una hermosa flor que se encontraba en la frontera entre el bosque y la carretera.
Aquella flor se aferraba en lo más alto de un pequeño arbusto con mucha fuerza haciéndose notar entre el resto de las flores de aquel bosque.
Al verla me detuve a admirar su belleza y su esfuerzo por sobrevivir en aquellas condiciones, no pude evitar pensar en ti, pues la similitud era bastante.
Pasé varios minutos viendo aquella increíble flor y sentí muchas cosas por ella, tanto que me costaba mucho pensar en dejarla allí.
Sentí que mi deber era alejarla de aquel peligro que le acechaba día y noche a orillas de aquella carretera.
Así que arranqué aquel pequeño arbusto con el mayor cuidado posible y lo llevé dentro de la selva, caminé unos pocos minutos hacia la orilla de un pequeño arroyo que había visto durante mi caminata, al llegar busqué el mejor lugar para ella.
Un pequeño claro cerca del agua con una tierra muy fértil y una vista hermosa.
Empecé a cavar un poco con las manos asegurándome de que esté en un lugar cómodo sin tantas piedras y que tenga la vista que se merece.
Al terminar me levanté y empecé a caminar de nuevo para retomar mi ruta, pero antes de irme le di un ultimo vistazo, se veía perfecta en aquel lugar.
Claro, se preguntarán si valió la pena el tiempo y el esfuerzo que invertí en aquella flor, ¿no?
Si lo hacen, mi respuesta siempre será la misma.
Valió cada instante y cada esfuerzo, aunque me costó un poco lograrlo no me arrepiento, ya que ella merece mucho más que eso.
Desde hoy cuidaré de esa flor como si fuera parte de mi y me aseguraré que tenga todo lo que se merece, sobretodo, amor.
Este es el corto relato de una flor en la carretera hacia Lindhorst, pero la verdadera flor no es la que protagonizó esta historia, sino una que se encuentra a 8021 Km de distancia en una pequeña ciudad de Venezuela, pero siempre en mi corazón.
Escrito por Osama El Achkar.
Este escrito es de mi novio Osama, me lo pasó está mañana como un regalo para mí.
Si se preguntan, sí hizo lo que dice en el relato, me sorprendió mucho pero me encantó.
Espero que también les guste mucho.
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