Palabras: 245 (poema)

Poema original aparecido en la antología del VIII Festival Mundial de Poesía, capítulo Yaracuy (2011) y el diario Yaracuy al Día (27 de septiembre de 2011)

Uno debería ahorrarse las palabras,
Abrir para ellas una fibrosa cuenta
Con un quince o veinte por cien anual;
Decir, clamar, vociferar, propalar veinte de las
Cien palabras que se hablan.
Estipular un plazo fijo de silencios,
Dormir con el grito en la boca,
Discutir y no tener la razón.
Enloquecer, en una palabra,
Trasnochar cuadrando la factura,
Sumando las deudas de lo dicho
Y lo no dicho,
Quebrar de vez en cuando,
Quedarse en bancarrota, enmudecer,
Quedarse sin palabras,
Combatir la inflación con un
Paquete de austeridad,
No envanecerse más con soliloquios,
Dejar salir las palabras a receso,
Evitar que se estanque la economía,
Que las palabras se pierdan
O emigren o se fuguen;
Que la oportunidad pueda decir
Ya nada importante.

Hay que ahorrarse los “perdóname”,
Los “te amo”, los “lo siento”
Volverse un procaz tacaño,
No derrochar el crédito,
No descotizarlas,
Ponerlas, tal vez, en la bolsa,
Al seis por ciento,
Apostar por las buenas acciones
Engrosándolas, si se puede
Transar una mentira por una imprudencia.
No tener ya nada más que decir,
Cerrar la balanza de pagos,
Mandarlas a la porra,
Beberse un tequila,
Darlas como hipoteca:
La verdad es a pesar de todo
Todo lo que puede decirse callando.
Medir las palabras,
Aprehenderlas con el tacto,
Codiciar cuantas sean convenientes,
Hacerse cómplice
Del quiebre de los mercados
De la muda hambre
Hambrienta de voces
Que sólo quieren callarlo todo
Callar por siempre:
Trocar por la áspera verdad
La jovial mentira.