Los perros que deambulan entre los puestos de comida rápida

A veces me puedo incomodar por conocer la presencia acostumbrada de los perros, que deambulan entre los puestos de comida rápida, pues ellos son producto de la decadencia social de la ciudad.

Los perros que deambulan entre los puestos de comida rápida, suelen ser descendencia de otros perros de la misma vida. Pueden tener un ancestro común entre ellos, que tal vez no es mayor de cuatro generaciones, previas a estos perros, que deambulan entre los puestos de comida rápida, de nuestros días. Este eslabón de la evolución canina, tendría una familia que cuidó de él. Probablemente sea el último en tener nombre de su linaje. Habría sido abandonado y confinado a la vida urbana, luego de que fuese hallada en él alguna enfermedad en la piel; mordiera a ese familiar que hastiaba al pobre animal; llegara a su vejez, y su apariencia le produjera alergia estética a sus amos o simplemente después de perder interés alguno por el animal.

Los perros deambulantes de las calles que están saturadas de puestos de comida rápida, han de preguntarse, al igual que nosotros, por qué habrán llegado a este punto de sus vidas. Si. Seguramente se cuestionarán en su soledad, cuál es la razón de que vivan en ésta situación. Ellos hacen sus días entre los puestos de comida rápida, porque mientras no tengan idea del por qué, ellos comen de eso. Sin dar importancia que no hagan esfuerzo alguno para lograrlo.

Están cómodos con eso. Tan cómodos que ya no hablan al respecto con nadie. No hay remordimiento en ellos, para ellos es algo común, que no amerita que se hable de eso.

De ahí surge mi inquietud hacia estas pobres criaturas. Estos perros, me recuerdan a tantas personas, que solamente comen porque viven y viven, a su vez, porque comen. Pero no hacen más que llenarse el estómago después de levantarse; esperan la digestión; comen de nuevo; reposan una vez más y vuelven a comer, lo que les hace reposar una vez más. Después de eso, ellos duermen, para repetir nuevamente la rutina el día siguiente, con ciertas salpicaduras de horas frente al televisor en este cuadro. Ellos ven programas de chefs profesionales, preparando recetas que nunca estas personas intentarán hacer. Saben ser buen papel de espectadores.

A veces me puedo incomodar, por conocer la existencia acostumbrada de las personas, parecidas a aquellos perros deambulantes. Por esa triste manera de hacer de sus vidas algo tan miserable. Sin razones para vivir; sin lugares a dónde llegar; sin metas para cumplir; sin algo más que estómagos vacíos o llenos. Hay más necesidad entre la gente que no sabe cuáles son sus carencias, y que no está consciente de sus miserias.

Quisiera a veces ayudar, para que se llenen con algo más que la comida física; que ellos puedan encontrar su potencial; que puedan respirar y disfrutar lo que realmente importa; que puedan llenarse espiritualmente; que encuentren plenitud en todo lo que les rodea; que la brisa la sientan como caricias de Dios; y que las aves con su cantar, sean profetas de que la vida es más hermosa de lo que parece.

Pero siguen presentes, los perros, deambulando como siempre, entre los puestos de comida rápida, recordándome aquellas melancólicas vidas.