Revisar el pasado es un ejercicio sano, siempre y cuando no nos quedemos allí. Puede ser útil pasearnos por los aciertos y lo que, desde nuestro presente, consideramos equivocaciones para aprender de ellos y repetirlos o evitarlos, según sea el caso; pero con creatividad, porque las situaciones ya vividas no son iguales a las circunstancias que podamos encontrarnos en los momentos actuales. 

Cada situación que vivimos es única, pero recordar la actuación ante una conducta similar en el pasado puede darnos claridad para resolver un conflicto actual, por ejemplo si educando a mi hijo mayor, dejé que tuviese un berrinche (pataleta) sin mirarlo siquiera hasta que se tranquilizó y eso funcionó bien, pues puedo intentarlo cuando otro niño haga lo mismo. 

Los hechos vividos directamente u observados, forman un gran banco de datos, en el cual podemos conseguir modelos de lo que resultó bien y de lo que no. Nuestras experiencias podemos trasladarlas a nuestro presente. Y aprovecharlas 

En ese gran depósito tenemos también muchos recuerdos felices, risas disparatadas y caras alegres. Si hoy por algún motivo te sientes triste, apoyate en esas risas y ríe con ellas. Y luego crea las risas de hoy. El dìa te lo permite y en tu mente tienes el cómo.