Llegó el sábado, el primero desde que ella me dejó, no quería estar solo, así que llame a mis amigos compañeros de licor, los que sabían y los que no, porque al parecer y no porque quería, era soltero nuevamente. Todos atendieron al llamado, no faltaron las polarcitas y las botellas de ron, entre el desastre en casa por la remodelación hicimos un intento de mesa de domino para jugar toda la noche, como en los viejos tiempos.

Comenzamos todos hablar, a tomar eso era tragos por aquí y tragos por allá, algunos sacaron sus cigarrillos, como a ella no le gustaba el olor que dejaba en mí, me regalo de cumpleaños un narguile para que fumara todo lo que quisiera pero sin dejar mal olor. Hasta el amigo que se fue para Argentina se hizo presente por vídeo llamada. Todos eran solidarios conmigo, todos eran una misma voz de “Vamos arriba ese ánimo podrás salir de esto”. Pero ocurrió algo de pronto, algo demasiado extraño diría yo.

Imagen Cortesía

Me percaté que la cocina estaba vuelta un chiquero, por los tragos que se sirvieron, las tapas de las cervezas y las colillas de cigarrillos, así que comencé a limpiarla, como si ella iba a regresar en la mañana del domingo, es que si ella llegaba a ver la cocina como estaba se iba a enojar mucho, su cocina limpia e impecable, estaba totalmente sucia, hasta arroz chino del que habíamos ordenado estaba tirado. No podía dejar que eso sucediera, no podía permitir que volviera a ser una cochina cocina de soltero.

Al mismo tiempo, comencé a lavar toda la ropa que teníamos sucia, porque su ropa seguía allí junto a la mía. Termine de limpiar la cocina y aproveche para buscar el otro control del portón del edificio, que tenía días perdido, la última vez que lo había visto fue en su cartera, y cuando fui a buscarlo no estaba ni lo uno ni lo otro. A mitad de todo deje de beber, ya no rodaba ni un trago más por mi garganta, me sentía extraño, como nervioso o asustado sin estarlo, tenía miedo de perderla y mientras mi comando borracho estaban cantando algunas rancheras y vallenatos ya borrachos, yo dejé la cocina como ella la había dejado, tendí nuestra ropa, me bañe con agua caliente y con su jabón. Luego me preparé un café y fui a la computadora como a las 4:05 de la madrugada a escribir todo esto, para drenar un poco todo y poder descansar.

Como la extraño…

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